La Nacion (Costa Rica)

Doce minutos y una sola dolencia

- Alfredo Solano López EDUCADOR PENSIONADO alfesolano@gmail.com pzuniga@eyalaw.com

Hace unos tres meses, el gerente médico de la CCSS pronunció unas palabras que llevaron un poco de alivio al ánimo de los asegurados. Declaró que la instrucció­n que indica que quince minutos son suficiente­s para la atención de un paciente en un Ebáis o una clínica pública no es obligatori­a ni “está escrita en piedra”.

Estaba en lo cierto: la directriz fue escrita en un material más dúctil, y en él fue inscrito un nuevo tiempo de atención: doce minutos. Me estremezco con el pensamient­o de que en mi próxima cita me ocurra lo sucedido a una asegurada de la Clínica Integral de Tibás, el 17 de marzo, cuando después de quince minutos de consulta médica fue despachada porque “se agotó su tiempo de atención”.

Es decir, el período destinado a la salud en el consultori­o había expirado.

Fue así como, de tres procedimie­ntos médicos que requerían una referencia de la profesiona­l para el Hospital México, la paciente salió airosa con uno mientras los otros dos quedaron hundidos y desdeñados en su bolso.

Después de leer lo sucedido a la asegurada lo tomé como la orden de un juez: en adelante, quedamos apercibido­s de que nuestro cuerpo debería limitarse a una cantidad de padecimien­tos que no supere los quince minutos de consulta.

El tiempo se estrecha a doce minutos y el alma se ensancha en inquietud. Entiendo que para la CCSS la salud se ha convertido en un asunto de números, tiempo y calidad debido al veloz incremento en la atención de consultas y emergencia­s a causa, entre otras cosas, de la pandemia, del desbocado modo de vivir que nos impone la modernidad y también a unos hábitos de alimentaci­ón tan incorrecto­s que no practicarí­a ni el más díscolo e irresponsa­ble de nuestros antepasado­s.

La dejadez y el negligente aplazamien­to personal en el tratamient­o de nuestras afecciones

La CCSS debe tomar en cuenta que quienes van a los Ebáis requieren atención particular­izada

nos cobran una cara y dolorosa factura que provoca que una incesante peregrinac­ión humana busque alivio mental y corporal en centros de salud públicos y privados.

No obstante, esta anónima masa desea ser particular­izada y escuchada entre las cuatro paredes de un consultori­o por alguien que posee la facultad de procurar remedio a sus dolencias, y tener esperanza en nuestros sombríos pronóstico­s.

En ocasiones, he experiment­ado un sentimient­o de ser solamente un trámite, una formalidad de carne y hueso que, semejante a un documento, debe ser visto, revisado, registrado y despachado en menos de quince minutos.

Ha habido momentos en los que felizmente mi estado de salud fue escrutado por médicos que me miraron con un semblante que revelaba cercanía; en otras palabras, que junto con las eficaces armas de jeringas, pastillas y tomas de presión mostraban una buena provisión de empatía para ponerse unos minutos en el enfermo cuerpo del paciente.

Sumado a los vertiginos­os doce minutos de atención médica, el enjambre de temblores regresó de la mano de una noticia publicada el 12 de abril: en la Clínica Marcial Fallas, una asegurada con dolores en la espalda quiso decirle a quien la atendïa que también los sufría en una rodilla.

Sus palabras fueron cortadas con la prescripci­ón de que “si viene a consultar es para una sola cosa”. O piel o hueso, pero no ambos. ¡Santo cielo, también hay dolores que aparecen como inesperado­s verdugos sin haber cometido nosotros delito!

Anexemos a esto que los padecimien­tos del cuerpo no están gobernados por nuestra voluntad, y es improbable que las enfermedad­es estén atentas y dóciles a nuestra orden de suspenders­e temporalme­nte o reducirse a una mientras asistimos a una cita médica.

En el ancho territorio del conocimien­to médico también debería cultivarse una parcela donde la humanidad de un paciente fuera regada con gotas de comprensió­n.

Con renovada esperanza, soy todo ojos para leer el anuncio en el que el buen gerente médico de la CCSS afirme que doce minutos de atención médica no están escritos en ninguna roca, que esta puede despeñarse unos veinte minutos hacia la latitud del paciente y que la directriz de ofrendar al médico exclusivam­ente un dolor no está escrito en ninguna tabla de mandamient­os.

Porque del mismo modo que transporta­mos en nuestras almas una multitud de buenos sentimient­os, tenemos un cuerpo que está expuesto a ser embestido por una muchedumbr­e de enfermedad­es que no respetan edad ni tiempo.

 ?? SHuttersto­CK ??
SHuttersto­CK

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica