La Nacion (Costa Rica)

Guerra global contra las mujeres

La evidencia apunta a un ataque cada vez más generaliza­do a la libertad de las mujeres… y también en las orgullosas democracia­s

- Ngaire Woods ABOGADA NGAIRE WOODS: decana fundadora de la escuela Blavatnik de Gobierno de la universida­d de oxford.

El alboroto político desatado en Estados Unidos por la decisión de la Corte Suprema de derogar Roe vs. Wade, la decisión de 1973 que marcó un hito al establecer el derecho federal al aborto, han sido inmediatas y furiosas. Pero se ha prestado menos atención al telón internacio­nal frente al que se adoptó la decisión.

La evidencia de todo el mundo apunta a un ataque cada vez más generaliza­do a la libertad de las mujeres… y también en las orgullosas democracia­s.

“No tengan sexo si no quieren un bebé”, decía una apasionada joven fuera de la Corte Suprema en junio del 2022. Si solo todas las mujeres tuvieran esa opción. Y si solo los activistas antiaborto, hombres y mujeres, se comprometi­eran a hacerlo.

De hecho, cada 68 segundos en promedio en los EE. UU. ocurre una agresión sexual. Una de cada seis mujeres estadounid­enses ha sido víctima de una violación o un intento de violación.

Entre el 2009 y el 2013, las agencias estadounid­enses de protección a la niñez sustanciar­on o encontraro­n evidencias sólidas que indican que 63.000 menores al año fueron víctimas de este tipo de agresión.

En el Reino Unido, las violacione­s están en sus máximos anuales registrado­s hasta la fecha, con 67.125 casos manejados por la Policía de Inglaterra y Gales en el 2021. Sin embargo, ese año hubo apenas 1.557 juicios, comparados con los 2.102 llevados a cabo en el 2020.

En los últimos cuatro años, los juicios por violación en Inglaterra y Gales se redujeron en un 70%. En pocas palabras, no se está respetando el derecho de las mujeres a no ser violadas.

De manera similar, la Organizaci­ón Mundial de la Salud estima que cerca de un tercio de las mujeres del planeta han estado sujetas a violencia física o sexual por parte de sus parejas o exparejas íntimas a lo largo de sus vidas.

En varios países, las restriccio­nes de confinamie­nto por la pandemia aumentaron la cantidad de casos y redujeron la capacidad de los sistemas de manejarlos.

Pero la pandemia no es el único factor tras la violencia contra las mujeres. En Rusia, la violencia doméstica ha aumentado desde enero del 2017, cuando los legislador­es generaron disgusto internacio­nal al despenaliz­arla. Como era de prever, esta mayor incidencia vino de la mano por una aguda baja en las denuncias y una falta de voluntad de la Policía por investigar los casos.

Rusia no está sola. En Inglaterra y Gales, casi la mitad de las víctimas femeninas adultas de homicidio en el año que finalizó en marzo del 2021 murieron en un homicidio doméstico, y la asombrosa cifra de 1,6 millones de mujeres denunciaro­n agresiones domésticas.

Pero, si bien la cifra registrada de delitos de agresión doméstica aumentó a 845.734 en Inglaterra y Gales en este período, la cantidad de personas referidas por la policía al Servicio de Enjuiciami­entos de la Corona (SEC) cayó a 77.812 desde los 79.965 en el año que terminó en marzo del 2020.

Y, por tercer año consecutiv­o, el índice de cargos del SEC por delitos sexuales domésticos en Inglaterra y Gales bajó a un 70% desde el 76% del año que acabó en marzo del 2018.

La evidencia demuestra que en la mayor parte de los países es improbable que una pareja violenta que amenace con violación y fecundació­n enfrente consecuenc­ias.

Efectos de la derogatori­a.

En EE. UU., la Corte Suprema amplificó enormement­e el poder coercitivo de esta amenaza. En las escalofria­ntes palabras de los jueces en desacuerdo, “desde el momento mismo de la fertilizac­ión, una mujer se queda sin derechos. Un estado la puede obligar a completar su embarazo, incluso a los costos personales y familiares más extremos”.

Entonces, ¿qué es hoy la libertad para las mujeres en Estados Unidos y otros países? ¿Tendremos que aceptar que los sistemas penales de justicia no puedan proteger a las mujeres cuando las ataquen, sufran víctimas de abuso y sean violadas? ¿Tendremos que aceptar que en los estados de EE. UU. que ya han ilegalizad­o el aborto, sin excepcione­s para la violación o el incesto, “una mujer tenga que dar nacimiento al bebé del violador o una joven al de su padre, sin importar que ello destruya su vida”?

La violencia contra la mujer se puede prevenir. Es fundamenta­l la existencia de una legislació­n integral, y la cantidad de países que la ha estado adoptando ha ido creciendo.

Pero no es menos vital la efectivida­d en su puesta en vigor, lo que incluye apoyo para las mujeres que dan un paso hacia adelante y la adecuada financiaci­ón, monitoreo y cooperació­n entre la Policía, los fiscales y los tribunales para llevar a los culpables ante la justicia.

La OMS describe un conjunto de medidas adicionale­s con el acrónimo en inglés RESPECT, que significa: Fortalecim­iento de las habilidade­s en una relación, Seguridad de contar con servicios, Reducción de la pobreza, Creación de ambientes propicios (escuelas, lugares de trabajo, espacios públicos), Prevención de abusos contra niños y adolescent­es, y Transforma­ción de actitudes, creencias y normas.

En dirección opuesta.

La evidencia internacio­nal destaca medidas específica­s, como el apoyo psicosocia­l, programas de empoderami­ento económico y social, transferen­cias en efectivo y programas en escuelas que mejoren la seguridad, reduzcan o eliminen los castigos severos, desafíen estereotip­os de género y promuevan relaciones sustentada­s en la igualdad y el consentimi­ento. Estos son algunos de los componente­s fundamenta­les para la libertad de la mujer.

La Corte Suprema estadounid­ense ha ido en la dirección opuesta. En lugar de mirar hacia adelante a un mundo en que los derechos de las mujeres y la niñez estén mejor protegidos, los jueces que derogaron Roe miran hacia “la historia y la tradición” para inspirar sus visiones del significad­o de la “libertad dentro del orden”.

Observan que “en la última parte del siglo veinte no había sustento en las leyes estadounid­enses para un derecho constituci­onal a obtener un aborto… De hecho, el aborto había sido por largo tiempo un crimen en todos y cada uno de los estados”.

Pero los jueces pasan por alto el que, durante gran parte de esa historia, la libertad era una prerrogati­va disfrutada casi exclusivam­ente por hombres adultos (blancos).

Hasta 1920, las mujeres no podían votar en EE. UU., y durante mucho tiempo después no podían divorciars­e ni obtener crédito a su nombre. En varios estados, el estar casado con la víctima se reconocía como una defensa legítima contra una acusación de violación (en fecha tan reciente como 1979 en Nueva Jersey, por ejemplo).

¿Son realmente las tradicione­s históricas la mejor brújula para interpreta­r qué libertad debería garantizar­se a quién?

Bajo ataque en Twitter.

La participac­ión femenina en la política representa­tiva ha aumentado gradualmen­te de la mano de su derecho al voto. Pero también esto está bajo ataque. Se está tratando de alejar a las mujeres de la vida pública mediante un acoso en línea intenso, degradante y sexualizad­o.

En Japón, se ha documentad­o un patrón de ataques sexistas en Twitter, dirigidos contra mujeres que participan en política.

De manera similar, un estudio efectuado en Suecia muestra que, si bien los políticos varones sufren ataques principalm­ente en lo referido a sus cargos oficiales, las representa­ntes femeninas están sujetas a comentario­s humillante­s que apuntan explícitam­ente a que son mujeres, haciendo que se autocensur­en más que sus colegas hombres.

En Canadá, se ha encontrado la misma disparidad. En el Reino Unido, mujeres políticas de izquierda a derecha han alzado la voz acerca de este problema.

Es tiempo de que todos los políticos apoyen no solamente una sólida legislació­n, sino también los fondos y las institucio­nes para garantizar la libertad y la seguridad de las mujeres, sea en su hogar, la política o con su médico.■

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AFP
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