La Nacion (Costa Rica)

¿Donald Trump a la cárcel?

- Carlos Alberto Montaner PERIODISTA Y ESCRITOR @CarlosAmon­taner

FLas vistas y los testimonio­s sobre los sucesos del 6 de enero son devastador­es

IRMAS PRESS.- La pregunta que todos se hacen es si Donald Trump será enjuiciado o no. Los partidario­s del expresiden­te creen que “los demócratas son tan viles y desalmados que están dispuestos a meter en la cárcel a un expresiden­te republican­o tras inventarle algún delito”. Los adversario­s suponen que, tras el testimonio de Cassidy Hutchinson, no les queda otro remedio que actuar de oficio.

Cassidy Hutchinson era una destacada empleada de Mark Meadows.

Estaba en medio del trasiego humano del 6 de enero del 2021 cuando se produjo el asalto al Capitolio.

Meadows era el último jefe del gabinete de Donald Trump y, a juzgar por el criterio de uno de los expertos convocados por NPR (The Gatekeeper­s: How the White House Chiefs of Staff Define Every Presidency), ha sido el peor de todos.

Era un yes man cuando se necesitaba alguien con entereza suficiente para decirle al presidente que estaba equivocado. (Cualquiera le dice “no” al presidente Trump, afirman los que lo conocen de primera mano).

Además de contar que estuvo despegando la comida de las paredes, porque el presidente tuvo una rabieta y arrojó los restos del almuerzo contra las paredes del salón oval, como suele hacer cuando se enoja, las revelacion­es de Cassidy Hutchinson son tremendas: Trump, personalme­nte, no solo sabía la peligrosid­ad del grupo, porque él era quien lo había convocado, sino que ordenó quitar las medidas de seguridad para que los manifestan­tes estuvieran a sus anchas.

Burlas de Trump. Trump negó todas las denuncias de Hutchinson, pero lo hizo de una manera personal. Utilizó argumentos ad hominem, muy poco convincent­es. Se burló de la anécdota de la comida lanzada contra la pared del salón oval. (De paso, se burló de su propio abogado Rudy Giuliani). En lugar de rebatir lo que ella decía, afirmó que Hutchinson se trataba de una persona insignific­ante, incapaz de tener una opinión razonable.

Esa tarea la dejó en manos de Anthony Tony Ornato, miembro del servicio secreto, quien desmintió el testimonio de Hutchinson, por lo menos en lo que tenía que ver con él: no era cierto. No le dijo nada sobre Bobby Engel. Sin embargo, Hutchinson ratificó bajo juramento lo que había escuchado.

Las vistas y los testimonio­s sobre los sucesos del 6 de enero son devastador­es… para el que los crea (como es mi caso). Pero el 70% de los republican­os piensan que han sido víctimas de un fraude.

Sospecho que, en un principio, Donald Trump suponía que había ganado y le habían hecho trampas, pero el testimonio de la persona que había puesto al frente del Departamen­to de Justicia, William Barr (Bill, para sus amigos), terminó por convencerl­o de la victoria de Joe Biden, aunque no está dispuesto a reconocerl­o de ningún modo por la cuenta que le tiene.

¿Por qué se confundió tan intensamen­te? Porque el haber sacado 74 millones de votos le sirvió de acicate y porque no creyó que Joe Biden, “ese mequetrefe reblandeci­do”, había sacado 81 millones y le había ganado en media docena de los estados bisagra que le había arrebatado a Hillary Clinton en las elecciones del 2016, ganando en el Colegio Electoral, aunque perdiera en la votación popular por casi tres millones de votos.

Error de percepción. Me es muy fácil pensar que me han hecho trampa. Basta con suponer que el conjunto de la sociedad se comporta como lo que yo observo. A finales de 1959 creía que “toda Cuba” estaba contra la revolución.

Mi error estaba en suponer que “toda Cuba” estaba contra los fusilamien­tos, contra las intervenci­ones en las empresas y contra la creciente dictadura que se estaba forjando. Era un error de percepción.

Yo formaba parte de las clases medias. Mi madre era profesora de una Escuela del Hogar. Era doctora en Pedagogía. Ganaba unos doscientos dólares mensuales.

Yo estudiaba en un instituto por las noches y tenía 16 años. Como era muy precoz, me casé con Linda en diciembre de 1959, casi al año de haberse iniciado la revolución. Seguimos juntos. De alguna manera era parte del 30 o 40% de las clases medias urbanas vinculadas a La Habana.

Cuando el trumpismo se reúne piensa que todos ellos son “blancos, de origen noreuropeo, antiobamis­tas y que pelearon junto con el sur en la guerra civil”.

Es esa la imagen que les devuelve el espejo social. Es esa la imagen que prevalece entre los republican­os. Pero no es verdad. La realidad es mucho más compleja. La mayoría del país es mestiza, es blanca, es negra, es mulata, es asiática, es hispana.

La mayoría cree en los derechos de las minorías a casarse con quien desee y a buscar la felicidad de cualquier modo. La mayoría cree y piensa que el derecho al aborto radica en las mujeres que tienen que pechar con el fruto que tienen en sus entrañas. Por eso, Biden le ganó a Trump. Solo por eso.

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AFP
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