Ocho meses de golpes
El recuento de daños es enorme. En ocho meses, la administración de Rodrigo Chaves ha invertido tiempo y recursos en vengarse de sus críticos, en promover odio y polarización, en desacreditar los Poderes Judicial y Legislativo, en minar la transparencia y desencadenar un estado de parálisis nacional.
Son más notables los esfuerzos en dividir que en conciliar, en imponer que en negociar, en desmantelar que en construir. Es más evidente el afán de continuar en campaña por medio de un partido “rodriguista”, impulsado desde la Casa Presidencial, que promover reformas para resolver enquistados problemas del Estado.
El recuento es terrible porque se ha abusado del poder para tomar represalias contra La Nación y sus periodistas por informar del caso de acoso sexual y del dudoso financiamiento electoral. En forma similar, Hacienda denunció a un banco ligado a
CrHoy por un “megacaso de evasión fiscal”, ¡y ya había sido archivado por la Fiscalía! Paralelamente, un trol destapó pagos para atacar a periodistas y diputados.
La transparencia pregonada en campaña quedó en el discurso. El secretismo lo convierten en regla y no en excepción. Por ejemplo, la Directiva del Instituto Nacional de Seguros declaró confidenciales, sin sustento, un alza salarial y un contrato de $46 millones. La legalidad la atropellan como si nada al donar 46.000 metros cuadrados del Incofer a la Municipalidad de Limón, ignorando que la Constitución Política impide regalar bienes estratégicos. Desacreditan la honra de quien sea, anuncian “judicialización” y nunca la concretan. Culpan en las redes sociales al Poder Judicial del fiasco del Ministerio de Seguridad contra la ola criminal para evitar asumir la responsabilidad.
Al juntar las piezas del rompecabezas, se notan las intenciones nada buenas. Dichosamente, hasta ahora, la institucionalidad ha resistido los golpes y no se ha dejado intimidar. Ante ese escenario, la cúpula del gobierno se adeuda un autoexamen. Debe comprender que en un sistema, aún democrático, se construye con negociación, transparencia, asesoría y respeto a la ley y los ciudadanos. Seguir con esta arrogancia de mando solo nos llevará a un naufragio colectivo. Reflexionen.