La Nacion (Costa Rica)

Caída sorpresiva de la cocaína sume a Colombia en una crisis

››el hambre crece en zonas cocaleras y las estantería­s de los comercios se vacían

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LLORENTE. aFP. Desde que los narcotrafi­cantes se esfumaron, Carlos no encuentra quién compre a buen precio los terrones de pasta de coca que se apilan en su casa. Antes hubiese recibido mucho dinero por ellos, pero una insospecha­da caída de la economía de la droga tiene en crisis a estos campesinos en Colombia.

El cocalero de 36 años habla en voz baja y usa un nombre ficticio por temor a represalia­s de grupos armados que operan cerca de su finca.

En conversaci­ón con esta agencia, el hombre explica que todos los cálculos le arrojan pérdidas: cultivar dos hectáreas de la planta base de la cocaína le costó unos $660, pero estima que, con suerte, podrá recuperar $154 como parte de un fenómeno sin precedente­s de bajos precios y pocos clientes. Fue la primera de cuatro cosechas del año.

Con las manos semidesnud­as y arañadas, cuadrillas de “raspachine­s” o deshojador­es expertos avanzan en medio de un mar verde de narcoculti­vos en Llorente, un municipio del departamen­to de Nariño (sur).

Costales de hoja de coca llegan a manos de Carlos, quien las “cocina” trituradas con una mezcla de químicos, cemento y gasolina en una pequeña estufa hasta obtener unas piedras blancas.

Antes le llovían compradore­s del narcotráfi­co, pero desde hace más de un mes no les encuentra mercado a ocho kilogramos de pasta de coca que guarda en bolsas plásticas debajo de su cama.

“Los precios están remalos”, dice desde su pequeño e improvisad­o laboratori­o. “La única opción es guardarla”, agrega preocupado.

El auge de los opiáceos sintéticos como el fentanilo, la sobreprodu­cción de coca y golpes a los carteles son algunas de las hipótesis de expertos, cultivador­es y autoridade­s para explicar el aparente desplome de la llamada “bonanza cocalera” de Colombia, el principal productor mundial de cocaína.

Las finanzas de al menos 250.000 familias dependen de ese sembradío, es decir el 1,5% de los 50 millones de colombiano­s, según cifras oficiales.

Posibles causas. La crisis se extiende por el litoral pacífico colombiano. En esta región empobrecid­a y dominada por disidentes de la guerrilla de Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC), que se apartaron del acuerdo de paz del 2016, está sembrado el 44% de las 204.000 hectáreas de narcoculti­vos de Colombia, según el último balance de Naciones Unidas (2021).

En el municipio Olaya Herrera, el cultivador Nilson Solís siente la crisis: “En estos momentos, la economía de la coca no está dando mucho para subsistir, anteriorme­nte la coca tenía un precio más o menos bien (...), pero de un tiempo para acá cayó”, dice en medio de un plantío pegado a su vivienda.

Las autoridade­s intentan encontrar respuestas a una contradicc­ión. Colombia rompió récord de hectáreas sembradas de coca hace dos años, pero, en el inicio de 2023, los recolector­es pasan penurias.

Felipe Tascón, director del Programa de Sustitució­n Voluntaria del gobierno, supone que “pactos de no agresión” anteriores al desarme de las FARC se rompieron y acabaron con el orden establecid­o por los carteles. También piensa que hay “sobreprodu­cción”.

Para Julián Quintero, director de la ONG sobre el consumo de sustancias psicoactiv­as Échele Cabeza, la coca tiene cada vez más “alcalinida­d y rendimient­o”, por lo que se necesitan menos hojas para producir cocaína.

El 13 de mayo, el presidente Gustavo Petro visitó Olaya Herrera, donde el kilogramo de pasta pasó de costar $695 a un máximo de $440.

Es “probable que la baja demanda por pasta de coca” tenga que ver “con el hecho de que los norteameri­canos cambiaron sus consumos, sus gustos”, dijo el mandatario.

En Estados Unidos, donde el 97% de la cocaína es de procedenci­a colombiana, proliferan los opiáceos sintéticos como las pastillas de fentanilo, más adictivas que el polvo blanco.

Para Quintero, la cocaína se convirtió en una droga para consumidor­es “de alto poder adquisitiv­o”, ejecutivos que buscan soportar largas jornadas laborales y adultos mayores. En cambio, estimulant­es como el éxtasis ganan terreno en “poblacione­s más jóvenes” atraídas por “sensacione­s asociadas al afecto, al amor y a bailar”, precisa.

Petro incluso llegó a asegurar que la devaluació­n de la moneda local se debe en parte a la falta de circulació­n de dólares procedente­s del narcotráfi­co. Según la Comisión Global de Política de Drogas, los dineros de la mafia representa­ban del 2% al 3% del producto interno bruto (PIB).

El hambre crece en zonas cocaleras y las estantería­s de los comercios se vacían, sin respuesta clara al enigma. Campesinos en la frontera con Venezuela aseguraron que la crisis coincidió con la extradició­n a una cárcel estadounid­ense de Otoniel, líder del principal cartel, conocido como Clan del Golfo.

 ?? AFP ?? Los denominado­s raspachine­s (recolector­es de la hoja base para la cocaína) trabajan en un campo de hoja de coca en un municipio del departamen­to de Nariño, Colombia. Hoy, están pasando penurias.
AFP Los denominado­s raspachine­s (recolector­es de la hoja base para la cocaína) trabajan en un campo de hoja de coca en un municipio del departamen­to de Nariño, Colombia. Hoy, están pasando penurias.

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