El chipote chillón
Las antenitas de vinil no le están funcionando a este gobierno, pues parece que no se ha dado cuenta de que su política del garrote se ha convertido en un chipote chillón, que le devuelve golpe con golpe.
Dos episodios recientes le han dejado nuevas chichotas a una administración que cree que puede imponer su voluntad a punta de insultos, ocurrencias y zarpazos.
El primer hecho ocurrió la semana pasada, cuando los ministros Nogui Acosta y Natalia Díaz acudieron sin previo aviso a la Asamblea Legislativa a presentar cinco proyectos fiscales.
Las propuestas incluyen controversiales reformas en materia de impuestos que, como era de esperar, desataron un polvorín de críticas y el rotundo rechazo de las fracciones de oposición.
Muy a su estilo, el presidente Rodrigo Chaves salió en cadena nacional a señalar que “mienten y distorsionan la realidad” quienes insinuaron que sus proyectos buscan aumentar impuestos.
No obstante, al día siguiente el propio Acosta aclaró que por un “error personal” se incluyó una propuesta para gravar con el impuesto de la renta a asalariados que hoy están exentos.
El gazapo no solo desacreditó los esfuerzos del mandatario por ocultar lo que resulta notorio, sino que generó desconfianza en cuanto al contenido de los textos, cuyo futuro parece ser el archivo.
Chaves sufrió otro fuerte revés, el pasado martes, cuando la Sala Constitucional condenó los recurrentes insultos proferidos por el mandatario contra periodistas y medios de comunicación.
Durante su primer año en el poder, el gobernante ha utilizado expresiones peyorativas en un claro intento por descalificar y amedrentar a sectores de la prensa independiente.
Al respecto, los magistrados constitucionales señalaron que la utilización de un lenguaje irrespetuoso y ofensivo contra los periodistas constituye una lesión a la libertad de prensa.
La resolución defiende la sana crítica que cualquier ciudadano puede hacer sobre el ejercicio del periodismo, pero censura el uso de expresiones que puedan promover el hostigamiento contra los reporteros.
Esperemos que el chipote chichón siga funcionando, como un recordatorio de que en Costa Rica la democracia tiene principios que no se pueden echar a la basura por prepotencia o revanchismo.