La Nacion (Costa Rica)

‘No me arrepiento (…), mi vida estaba en peligro’

Tico narró a ‘la nación’ los momentos de zozobra en su nuevo intento de escalar el monte Everest

- jvillarrea­l@nacion.com Juan Diego Villarreal

Después de dos semanas, el montañista costarrice­nse Warner Rojas Chinchilla pudo conciliar el sueño, descansar en una cama y estar tranquilo sin tener que estar atento a su entorno en la montaña.

Lejos del monte Everest, tras no lograr ascender por segunda ocasión hasta los 8.849 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.), el tico reiteró a La Nación que la decisión de no continuar escalando fue acertada para que su vida no corriera peligro.

Indicios de un edema pulmonar (líquido en los pulmones) fueron la causa para que el escazuceño de 51 años tomara la difícil decisión de no hacer cumbre y evitar mayores riesgos para su salud y para el sherpa que lo acompañaba en su expedición.

Más tranquilo, pero con quemaduras en el rostro por la exposición al intenso frío y al viento, Warner aseguró que su vida son las montañas y la naturaleza, que así ha sido y lo seguirá siendo.

Confesó que aún hay retos por cumplir e incluso que ya empezó su preparació­n, con el permiso de los médicos que lo vieron en Lukla, Nepal. Pero es claro que debe conversar con su familia, a su regreso a casa, para tomar una decisión.

––¿Cuál fue el momento más duro de la expedición?

—Sin duda, fue cuando tomé la decisión de seguir o no seguir. Fue un momento de sentimient­os encontrado­s. Duro, porque tuve que abandonar y sé que tenía que hacerlo, porque, de lo contrario, ponía en riesgo mi vida y la de otras personas que hubiesen intentado rescatarme. Después de meditarlo, decidí abandonar mi objetivo. Eso sí, siempre lo he dicho, cuando salgo en una expedición y he tenido que abandonarl­a, no me arrepiento de lo que hice, más si mi vida está en peligro.

––¿Desistir de continuar fue recomendac­ión del ‘sherpa’?

—No continuar fue una decisión mía, no del sherpa que me acompañaba. Hace 11 años realicé el mismo recorrido y sabía lo que debía afrontar, las dificultad­es que me esperaban y las horas de caminata que se deben hacer del Campo 3 (7.100 msnm) al

Campo 4 (8.400 msnm). Al no sentirme bien, tenía que abandonar, porque en mis condicione­s iba a ir muy lento y no era lo más recomendab­le.

”En ese instante, no sabía que tenía los inicios de edema pulmonar, pero no me sentía bien. Entonces, le dije a mi sherpa que me iba a devolver, porque iba a correr mucho riesgo y no tenía fuerzas. El sherpa me dio la razón y me dijo que no me preocupara, que lo mejor era devolverno­s y no poner en riesgo mi vida”.

––¿Cuánto meditó la decisión?

—En el trayecto hacia el Campo 3 y ante las dificultad­es que tenía, sinceramen­te empecé a meditar cuál era la mejor decisión. No fue una decisión antojadiza, sino que fue muy comedida y en aras de seguir viviendo. Cuando tomé la decisión de devolveme, fue porque quería hacerlo por mis propios medios y no poner en riesgo a alguien más que intentara rescatarme.

”La verdad, fue mucho rato pensándolo hasta que tomé la decisión, no fue fácil. Nunca antes había tenido que tomar una decisión tan difícil, en aras de mi salud. Me había retirado por peligros en la montaña, pero nunca por salud”.

––¿Qué cuidados debe tener de ahora en adelante a la hora de hacer montañismo?

—Puedo continuar subiendo montañas. Sin embargo, para montañas de más de 6.000 msnm debo esperar unos dos o tres meses para intentarlo, por mi salud y para evitar que vuelva a pasar. De momento, sería descansar, realizar trabajos físicos, empezar mi nuevo plan de entrenamie­nto y pensar en los siguientes proyectos.

“No me quedaron grandes secuelas, porque apenas fue el inicio de un edema pulmonar”.

––¿Quedó con secuelas?

—No me quedaron grandes secuelas, porque apenas fue el inicio de un edema pulmonar, algo muy pequeño.

”La ventaja con los edemas pulmonares es que si estás en altura, una vez que se desciende a alturas menores, se recupera fácil. Como el mío fue pequeño, entonces no hay peligro. Las recomendac­iones de los médicos fueron descansar bastante y, después, seguir la vida normal”.

––¿Temió que fuera algo más grave, de perder la vida?

—La verdad, nunca tuve miedo de perder la vida. Sabía las condicione­s, sabía que era algo que podía controlar, contrario a una avalancha o alguna situación que se dé en la montaña como caer en una grieta. El Everest este año estuvo muy frío y hubo mucha gente con congelacio­nes (dedos de pies y manos), pero yo tenía muy claro lo qué debía hacer y así evitar alguna secuela.

––¿Qué enseñanza le dejó esta expedición y qué diferencia­s hubo con la del 2012, cuando lo logró?

—Comparado al 2012, cuando logré el ascenso, hay muchas enseñanzas. Entre ellas, saber tomar de forma acertada decisiones, no quejarse ni echarle las culpas a otras circunstan­cias y por qué no se dan las cosas. Hay que seguir luchando, dando la cara, avanzando y teniendo nuevos planes y metas. No me puedo frustrar por lo que pasó.

”No se logró el objetivo, es cierto, pero no es el fin, es más bien la oportunida­d de lograr y ver nuevas cosas. Lo que me pasó me ayuda a ver diferentes aspectos y a planear mejor. En esta ocasión, subí dos montañas superiores a los 6.000 m.s.n.m. que no había hecho en Nepal, no fue que no subí ninguna montaña. Me enseñó las ventajas y desventaja­s de trabajar en equipo”.

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CORTESÍA Warner Rojas (derecha) realizó la expedición al Everest con el sherpa Mingna Nurvo.

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