La Nacion (Costa Rica)

La labor del crítico

- Helena Fonseca Ospina ADMINISTRA­DORA DE NEGOCIOS

Se dice que vivimos en una época crítica en dos sentidos: en crisis y con una tendencia a la crítica. Algo que nos gusta hacer, pues hay abundantes motivos para practicarl­a, pero, al tener un carácter público, conviene reflexiona­r sobre ella y su función.

Existe una crítica funcional que se ejercita con motivo y criterio, es decir, la crítica constructi­va. Supone la disposició­n de estudiar, ya que cuestiona y no renuncia a pensar por cuenta propia.

Uno habita en sus ideas, no las alquila. Asimismo, una pasiva actitud mental es en ocasiones fuente de problemas. No son sensatos los juicios ni las conductas precipitad­as. En ellos, la reflexión está ausente porque pensar implica esfuerzo.

Por otro lado, la constante crítica lleva al estancamie­nto social y a la ruptura de los vínculos. Impide la continuida­d, el desarrollo y la evolución.

Dificulta, además, la convivenci­a y la construcci­ón de una sociedad democrátic­a. Ya decía el filósofo suizo

Henri-Frédéric Amiel que “el criticismo convertido en hábito y sistema es la abolición de la energía moral, la fe y toda clase de fuerza”.

No resolvemos nada criticando disfuncion­almente, pues tarde o temprano todos perdemos nuestra fuerza interior. El problema sería menor si en los hogares y las escuelas se enseñara a pensar, a formular preguntas desde edades tempranas y a proponer la resolución de los problemas.

Los niños y jóvenes serían más libres y menos manipulabl­es si se les estimulara a pensar por cuenta propia. De ahí la importanci­a de la formación del pensamient­o crítico en la educación.

Los niños y jóvenes serían más libres y menos manipulabl­es si se les estimulara a pensar

Para el profesor Harvey Siegel, el pensamient­o crítico es un pensamient­o basado en principios. El pensador crítico piensa y actúa en concordanc­ia con unos valores; es prudente y su pensamient­o no es ni ligero ni tampoco arbitrario, sino sólido y comedido.

La persona con criterio es más objetiva, creativa y propositiv­a, porque el pensamient­o siempre exige una respuesta.

El pensamient­o crítico para Siegel es un ideal que debe regular toda la práctica escolar y académica, porque define criterios de excelencia y prepara para la vida adulta, para una educación cívica, para la adquisició­n de unas coordenada­s en los diferentes campos de la cultura: ciencia, literatura, historia, política, arte, religión, etc.

La crítica como materia tiene una trayectori­a milenaria. Procede del griego y significa juzgar y selecciona­r, también existe la palabra kritikós, mencionada por Aristótele­s para designar a las personas capaces de juzgar.

Dentro de las virtudes intelectua­les elementale­s de este movimiento, está el hábito judicativo que asiste a la formación de juicios y, por tanto, al descubrimi­ento de la verdad, que es nada menos que el fin intrínseco del conocimien­to.

La crítica tiene una connotació­n positiva, pero si todo es queja, ¿dónde queda la posibilida­d de construir? Ello me recuerda la gran frase “hacer crítica, destruir, no es difícil: el último peón de albañilerí­a sabe hincar su herramient­a en la piedra noble y bella de una catedral. Construir es la labor que requiere maestros”.

Que nuestra crítica sea para edificar y transmita una opinión fundamenta­da, pero también una proposició­n acertada.

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