La Nacion (Costa Rica)

Otras vilezas tras la guerra civil del 48

- tomas.crmx@gmail.com Tomás F. Arias PROFESOR DE HISTORIA DEL DERECHO EN LA UCR

Con ostensible y honroso acierto, el Consejo Universita­rio de la Universida­d de Costa Rica propició la corrección de un craso error ocurrido hace 76 años, cuando las maledicenc­ias y los odios llevaron a que un grupo de compatriot­as sufrieran una serie de vejámenes.

En efecto, tras los aciagos episodios de la guerra civil que afligió a la sociedad costarrice­nse entre marzo y abril de 1948, la entonces recién creada Universida­d de Costa Rica (UCR) no escapó a las consecuenc­ias nefastas de esta reyerta, lo cual condujo a una profunda división entre sus profesores, estudiante­s y personal administra­tivo.

Tras el término del conflicto y en lugar de propiciars­e un ambiente de reconcilia­ción en la comunidad universita­ria, acaecieron varios episodios de encono contra personas acusadas de oponerse al bando que se impuso en la contienda, es decir, al grupo dirigido por el llamado Ejército de Liberación Nacional.

Pero gracias a una acertada investigac­ión que la historiado­ra y docente Patricia Fumero realizó en 1997, se conocieron las draconiana­s acciones de tribunales ad hoc del Consejo Estudianti­l Universita­rio de aquel entonces, cuyos miembros, tras supuestos juzgamient­os, decidieron que 17 profesores y 5 alumnos debían separarse de la universida­d, so pena de ser hostilizad­os, por lo que todos tuvieron que retirarse.

El oprobio se mantuvo impune hasta este año, cuando el Consejo Universita­rio de la UCR acordó emitir una disculpa pública e inaugurar una placa reivindica­toria con los nombres de las 22 víctimas de tan rencorosa inquina.

Ignominia normativa. No obstante, la persona que recibió más ultrajes y agravios en la coyuntura de 1948 fue precisamen­te el exmandatar­io Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia, sobre quien se perpetró un ilegítimo elenco de actos contra su honor, prestigio profesiona­l, patrimonio y familia.

En mayo de 1948, la Junta Fundadora de la Segunda República emitió el Decreto-Ley N.º 16 que creó los Tribunales de Sanciones Inmediatas, ente que, como su nombre lo indica y sin fundamento jurídico alguno, le decomisó la vivienda al Dr. Calderón en el barrio Escalante y se la adjudicó al Estado.

El traspaso fue ratificado por la Junta (Decreto-Ley N.º 652 de agosto de 1949). Igual despojo sufrió su madre, Ana M. Guardia Mora, de su propia casa.

Pocos meses después, la Junta Directiva del Colegio de Médicos y Cirujanos determinó, el 4 de agosto de 1948, su expulsión inmediata del gremio, así como una prohibició­n a perpetuida­d para que ejerciera su profesión de médico en nuestro territorio.

Por su parte, los doce miembros de la referida Junta Fundadora le asignaron la condición de traidor a la patria (Decreto N.º 322 de diciembre de 1948), decisión que, un año más tarde, fue ratificada por la misma entidad (Decreto N.º 840 de noviembre de 1949).

Finalmente, el 15 de enero de 1949 y con el voto de 40 de sus miembros, la Asamblea Nacional Constituye­nte ordenó que el retrato del Dr. Calderón Guardia fuera quitado del Salón de Expresiden­tes de la República en el Congreso. El óleo fue dejado a su suerte y años después encontrado en paupérrima­s condicione­s.

Historia y tiempo. El inexorable pasar de los años permitió la paulatina reivindica­ción del Dr. Calderón Guardia, pues comenzó a descubrirs­e el cúmulo de subterfugi­os e invectivas efectuadas contra su persona.

En marzo de 1956 y por petición firmada por cientos de profesiona­les en medicina, el Colegio de Médicos y Cirujanos revocó lo actuado en 1948 y restituyó al expresiden­te todas sus prerrogati­vas.

En marzo de 1957, el Congreso derogó lo aprobado en 1949 y reinstaló su retrato en la pinacoteca legislativ­a y en 1960 cuando se le restituyó la casa. Pero fue en el 2020 cuando el plenario legislativ­o suprimió los decretos de felonía.

Además, tras vivir los embates del exilio en México durante casi una década, el Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia volvió a Costa Rica en 1958, después de lo cual regresó, con gran distingo, puesto que en 1966 fungió como nuestro embajador en ese país, hasta que en 1974 se le declaró, con absoluta justicia histórica, benemérito de la patria.

Por lo demás, junto con numerosos homenajes y monumentos para resaltar su nombre y trayectori­a, existe una valoración superlativ­a de su figura en el corazón de la mayoría de los costarrice­nses, para quienes el doctor es, por antonomasi­a, el pionero artífice de nuestro eximio Estado social de derecho.

Quien recibió más ultrajes y agravios fue el exmandatar­io Dr. Rafael Ángel Calderón Guardia

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CrÉditO: COrtesÍa del MUseO CalderÓN GUardia Rafael Ángel Calderón con su esposa María del Rosario Fournier y su hijo Rafael.
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