La Nacion (Costa Rica)

La resilienci­a del agua

- Darner A. Mora Alvarado dmora@aya.go.cr

Las palmeras son un ejemplo de resilienci­a, ya que generalmen­te se doblan cuando las azotan las tormentas y luego se vuelven a erguir. La resilienci­a del agua es su capacidad para enfrentar el estrés a mediano y largo plazo.

En las décadas de los sesenta y setenta, la resilienci­a se introdujo como un término dentro de la ciencia ecológica. Sin embargo, a partir del 2000 se amplió para incluir sistemas socioecoló­gicos.

En la actual crisis climática, el agua es fundamenta­l como parte de la solución. Sin embargo, para lograr esto, es necesario mejorar las prácticas de gestión de los recursos hídricos, involucrar a las comunidade­s, los países y las autoridade­s de las cuencas para tomar decisiones correctas y aumentar la recuperaci­ón climática, mejorar la salud de los ecosistema­s y reducir el peligro de los desastres relacionad­os con el agua.

Por otro lado, el agua es esencial para la resilienci­a de las empresas en el contexto de la crisis climática, ya que produce cambios y profundas incertidum­bres que exacerban la ya profunda problemáti­ca de las aguas en el orbe.

El cambio climático es el gran reto de las actuales y futuras generacion­es, y su impacto en el ciclo del agua está totalmente fuera de toda duda. A medida que aumenta la población, disminuye el acceso al agua, un recurso esencial.

Además, la capacidad de adaptación del agua está vinculada a la salud pública y la seguridad alimentari­a. En este aspecto, una de las máximas resilienci­as de la seguridad alimentari­a es la prevención y la minimizaci­ón de los riesgos.

Un ejemplo estratégic­o sería reusar el agua para transforma­r los efluentes domésticos en el riego agrícola y para promover la seguridad alimentari­a; lógicament­e, en la industria se pueden tratar y reutilizar muchos tipos de efluentes de diferentes procesos.

En nuestro país, el Instituto Costarrice­nse de Acueductos y Alcantaril­lados (AyA), como parte de sus funciones rectoras, debe aprovechar los programas ambientale­s Bandera Azul Ecológica y Sello de Calidad Sanitaria para fomentar la administra­ción y ahorro del agua. Por ejemplo, fortalecie­ndo las categorías agropecuar­ia, construcci­ón y hogares sostenible­s y cambio climático, además de impulsar los mecanismos de ahorro de agua.

También deben redoblarse los esfuerzos con miras a la protección y reforestac­ión de las fuentes de agua, cumpliendo así con la preservaci­ón de la cantidad y calidad del recurso hídrico.

El agua tiene capacidad de adaptación para enfrentar el estrés a mediano y largo plazo

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