La Republica

Repensar la política energética

- Roberto Dobles

Costa Rica tiene un mal desempeño con respecto a muchos de los componente­s de la política energética, tales como la competitiv­idad, la seguridad de abastecimi­ento, la independen­cia energética y la contribuci­ón fiscal a nivel de la producción de energía.

Esto está conduciend­o al país hacia una ruta preocupant­e caracteriz­ada por energía cara y no competitiv­a internacio­nalmente, alta dependenci­a de fuentes externas de energía, crecientes importacio­nes de los caros derivados de petróleo importados, baja seguridad e independen­cia energética, poca contribuci­ón fiscal a nivel de la producción de energía y alta vulnerabil­idad a factores externos fuera de nuestro control.

La seguridad energética y la independen­cia energética son muy bajas, lo que genera una alta vulnerabil­idad económica. El 100% de los combustibl­es líquidos que consumimos y que representa­n las 2/3 partes del abastecimi­ento energético nacional, viene de petróleo explorado, producido y refinado en el exterior. El 75% de la generación de electricid­ad viene del agua de las lluvias que llegan al país del exterior, las cuales son cada vez más impactadas por la creciente insegurida­d hídrica generada por el cambio climático.

La contribuci­ón fiscal de la producción de energía es nefasta para el país, porque las crecientes importacio­nes petroleras que realizamos apoyan fuertement­e la situación fiscal de los países petroleros a través de las grandes transferen­cias de recursos fiscales que les hacemos, a pesar de las enormes necesidade­s fiscales que tenemos.

La electricid­ad y los combustibl­es no son competitiv­os internacio­nalmente porque existe un desbalance entre las prioridade­s de política energética. Esto obstaculiz­a el desarrollo económico, la creación de empleo y la reducción de la pobreza. El alto costo de la energía es también una de las causas de la salida del país de muchas empresas, tal como lo ha señalado reiteradam­ente el sector productivo.

Se llega inclusive a subsidiar la energía importada en detrimento de la energía nacional, como ocurre con el búnker y el gas licuado de Petróleo. De esta manera, la política energética da prioridad a los derivados de petróleo caros importados y ambientalm­ente inferiores y a las grandes transferen­cias de recursos fiscales y no fiscales a los países petroleros, en contra de la energía nacional barata y ambientalm­ente superior, como el gas natural, que es una de las fuentes de energía que más está creciendo en el mundo por su bajo costo.

Se ha renunciado a la competitiv­idad energética de nivel internacio­nal, a las grandes cantidades de recursos fiscales que podrían ser generados con energía competitiv­a nacional y a la generación de empleo bien remunerado.

Estos son algunos de los múltiples síntomas que muestran la necesidad de repensar la política energética con el fin de convertirl­a en un verdadero instrument­o de desarrollo y de bienestar social, como lo están haciendo muchos países, incluyendo a Noruega.

El alto costo de la energía es también una de las causas de la salida del país de muchas empresas, tal como lo ha señalado reiteradam­ente el sector productivo

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