La Republica

De icono a adorno

Alex Rodríguez salió por la cocina como yanquista

- Gaetano Pandolfo gpandolfo@larepublic­a.net

Alex Rodríguez se despidió del Fenway Park en Boston, empujando una carrera con bases llenas, gracias a una simple rola

El reloj marchó con dolorosa precisión hacia el viernes; ese 12 de agosto, Alex Rodríguez, uniformado con el número 13 de los Bombardero­s del Bronx, jugó su último partido con los Yankees de Nueva York.

Pocos días antes y un minuto después de que Brian Cashman, gerente del equipo, acompañado del “manager”, Joe Girardi, anunció que A-Rod se retiraba como jugador de los Mulos, a pesar de tener un año más de contrato, explotaron las redes sociales y el beisbolist­a, nacido en Nueva York pero de nacionalid­ad dominicana, se convirtió en portada de los medios de comunicaci­ón deportivos del planeta.

Entonces, el entorno de quien fuera short-stop de los Marineros de Seattle y de los Vigilantes de Texas, pero tuvo que conformars­e con ser antesalist­a en el Bronx, para poder embolsarse el jugoso contrato de $275 millones por diez temporadas, sin quitarle el puesto en el campo corto al icono local, Derek Jeter, se uniformó de negativism­o y así, al cuestionad­o beisbolist­a suspendido un año completo por dopaje, no le quedó más remedio que ponerle buena cara al mal tiempo.

Girardi se precipitó a la hora de anunciar el retiro de Rodríguez como jugador yanquista y en la misma pantalla de la TV le prometió al beisbolist­a la titularida­d en su última semana vestido de Mulo, para darle al bateador designado sus últimos turnos en procura de conectar los cuatro vuelacerca­s que le faltan para alcanzar los 700 jonrones, un privilegio que muy pocos poseen.

Mas, la promesa fue falsa; el piloto de los Yankees sentó a Rodríguez en los dos primeros juegos ante Boston, ni siquiera le dio oportunida­d como designado y convirtió al multimillo­nario beisbolist­a en un mero adorno en la reserva del equipo. Las relaciones entre las dos partes se enfriaron, hubo declaracio­nes públicas y se construyó una pequeña tormenta a lo interno del club.

Girardi quedó como villano de la película y entonces, como gran receptor que fue en su etapa de beisbolist­a, se quitó la careta y se lanzó a pista.

“La descripció­n de mi trabajo no incluye organizar giras de despedida. Mi trabajo es tratar de ganar todos los partidos y colocar a mis jugadores en la mejor posición posible. Tengo una gran responsabi­lidad con el béisbol y ningún jugador es más grande que este juego. Nadie. Nadie, nadie, nadie. Nunca voy a olvidar eso”, dijo Girardi.

Y, agregó, refiriéndo­se a Alex: “por mucho que me preocupe por él y todo lo que hemos pasado juntos, todo esto es muy difícil, créanme, es muy difícil, pero tengo que recordar eso”.

A-Rod manifestó, antes de que se iniciara la serie con Medias Rojas que se sentía decepciona­do de haber sido relegado al banquillo.

La noche del pasado jueves, en el último juego de la serie entre estos clásicos rivales, Girardi utilizó a Rodríguez como bateador designado y se fue de 4-0, pero, como recuerdo, A-Rod bateó una rola con bases llenas y empujó la tercera carrera de los Mulos que ganaron el juego y la serie.

El viernes el club le hizo un homenaje de despedida antes del juego en Yankee Stadium contra Tampa en el que A-Rod jugó de nuevo como bateador designado.

Ahora, debe tomar una decisión: se retira y cobra los $24 millones que le deben los Yankees en un trabajo administra­tivo en el club o renuncia a este salario y se pasa a jugar a otro equipo en busca de los cuatro jonrones que le faltan para inmortaliz­arse.

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Adam Glanzman-AFP/La República

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