La Republica

Amor en tiempos de fútbol

El imperio mercadológ­ico y la falta de lealtad pueden destruir a un jugador

- Walter Herrera wherrera@larepublic­a.net

El fútbol se encuentra en una fase terminal. Extraño sería creer esta conjetura por razones entendible­s, cada año el deporte más practicado del mundo crece en seguidores y hay más dinero para gastar en infraestru­ctura deportiva y salarios estratosfé­ricos.

Sin embargo, no es ese fútbol el que se encuentra en estado fatídico, este es solo el cáncer que ya hace unos años hizo metástasis y se carcome la razón por la que surgió el deporte en 1863 con el nacimiento de “The Football Associatio­n” en Inglaterra.

El fútbol no es solo un juego, y así como el amor, no hay adjetivos suficiente­s para describir esa sensación que se apodera del cuerpo de un fanático.

Los niveles de serotonina incrementa­n, los poros se abren y el sudor corre por las manos que sujetan la cabeza cuando un jugador falla una acción clara de gol.

Este amor es puro desde las gradas, no hay infidelida­d y la camisa y colores de un equipo son una extensión de la piel.

Este aficionado no sabe de marketing ni piensa en él. El dinero no significa nada siempre y cuando tenga los medios para disfrutar de un partido con sus similares.

Y hay que escuchar a los pioneros del deporte para entender el momento por el que pasa el deporte.

“Hoy hay una falta de interés al equipo que lo acoge, y un interés exclusivo por el dinero, al tiempo que se olvida el amor por el juego y el equipo, esto podría destruir la carrera de un jugador”, comentó Pelé, el primer gran genio con la pecosa.

Lo dice quien a pesar de tener un talento fuera de serie, jugó 19 de sus 22 temporadas como futbolista activo en el Santos de Brasil.

Quienes prometen lealtad son venerados, el resto serán del montón.

El resto se cuidan las piernas durante cuatro o cinco años, a sabiendas de que tendrán asegurado su futuro económico si compiten con un buen club.

Las mismas compañías ahora tienen el descaro de comprar equipos que serán detestados.

En Alemania, el Red Bull Leipzig es el nuevo detestado en la Bundesliga. Es el equipo “vendido”. Lo mismo sucede con el Bayer Leverkusen, hijo de la empresa químico-farmacéuti­ca Bayer.

El multimillo­nario negocio de la pelota creció de la mano de la tecnología.

Y hoy algunos se dedican a ganar títulos como marca publicitar­ia en la cancha.

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Archivo/La República Ambos exponentes del fútbol serán reconocido­s por la devoción a sus equipos durante toda su carrera.

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