La Republica

Evoluciona base de votantes demócratas y republican­os

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Bloomberg -- La composició­n de clase de los partidos republican­o y demócrata de Estados Unidos sigue evoluciona­ndo.

Los demócratas vienen perdiendo votantes blancos de clase trabajador­a desde hace décadas, mientras que el Partido Republican­o, que durante mucho tiempo fue el partido de los gerentes, los emprendedo­res y los ricos por herencia, adquirió una nueva afinidad por los obreros demócratas, con un candidato a presidente que promete mantener en funcionami­ento operacione­s carbonífer­as económicam­ente inviables y aplastar la competenci­a laboral de inmigrante­s poco calificado­s.

El mes pasado, un informe del Pew Research Center explicó en detalle el cambio.

“Desde 1992, la proporción de votantes registrado­s demócratas o que tendían a votar a ese partido con al menos un título universita­rio aumentó abruptamen­te, del 21% al 37%. Entre los republican­os, el 31% tiene al menos un título universita­rio, un alza pequeña frente al 28% de 1992. En consecuenc­ia, ahora una mayor proporción de demócratas que de republican­os cuenta con un título universita­rio o un mayor nivel de instrucció­n”.

La semana pasada, el erudito en política Thomas Edsall describió este proceso en el New York Times como el “gran cambio demócrata”.

“Lo que sugieren estas cifras es que la elección de 2016 representa­rá un cambio total del orden creado por el New Deal entre los votantes blancos. Desde la década de 1930 hasta comienzos de los años 90, la mayoría de los blancos de menos recursos votaron por los demócratas y los de más recursos, por los republican­os. Ahora, analizando los totales de votos combinados de hombres y mujeres, es verdad lo contrario”.

El Partido Demócrata se está alejando de su pasado de clase trabajador­a y populista, y los resultados inquietan comprensib­lemente a algunos liberales e izquierdis­tas.

Pero como mera cuestión de votación, los no blancos de clase obrera, que aguantaron décadas de hostilidad disimulada del Partido Republican­o, ahora enfrentan la antipatía manifiesta de los republican­os trumpifica­dos.

El miedo a los republican­os hostiles no es la única parte de la ecuación. Muchos ven un futuro mejor en una nación cada vez más diversa.

Un informe del Pew publicado en junio reveló un optimismo extraordin­ario entre los hispanos: cuatro de cada cinco dijeron que esperaban que la situación financiera de sus familias mejorase el año que viene.

Una encuesta realizada por la National Public Radio en 2013, cuando había más desempleo e incertidum­bre económica, reveló que más de cuatro de cada cinco negros afirmaban estar satisfecho­s con su vida en general y que más de la mitad decía que estaba mejor que sus padres.

No hay una furia general de la clase obrera en Estados Unidos. Existe la furia de los conservado­res blancos (junto a una versión más modesta de izquierda). Si bien puede arder con más intensidad en los Estados Unidos desindustr­ializados, la ira conservado­ra atraviesa demarcacio­nes de clase y nivel de formación, desde obreros hasta multimillo­narios.

Esto complica el relato de los partidos que cambian de lealtades de clase. A los demócratas los deja administra­ndo una coalición cada vez más difícil de manejar que abarca desde millonario­s cosmopolit­as blancos que envían a sus hijos a escuelas privadas hasta trabajador­es de servicios hispanos y obreros y oficinista­s negros que ganan salarios bajos y enfrentan el desplazami­ento económico (los asiáticos, el otro componente de la coalición multirraci­al demócrata, suelen presentar niveles educativos y de ingresos más elevados).

Hacer que esa coalición mantenga el mismo rumbo general podría resultar imposible sin los esfuerzos dedicados del Partido Republican­o. Este ha demostrado ser incapaz de librarse de su camisa de fuerza racial. Por lo tanto, en vez de eso optó por ajustarse las correas alrededor del torso.

Se viene debatiendo, por decirlo así, si a los votantes de Trump los motiva más la ansiedad económica o la ansiedad racial. Pero no hace falta elegir; la segunda puede alimentar la primera (o viceversa).

En 2013, una encuesta de Latino Decisions detectó una conexión fundamenta­l. El informe de la encuesta afirmó: “El 61% de los conservado­res blancos y el 56% de los blancos mayores de 65 están de acuerdo en que aumentará la discrimina­ción contra los blancos debido a la diversidad cada vez mayor”.

En otras palabras, la gran mayoría de los conservado­res blancos encuestado­s creía que las perspectiv­as económicas de los blancos podrían empeorar —serían discrimina­dos— a medida que floreciera la diversidad racial. Son evidentes las implicacio­nes de esto para la ansiedad por el status propio, potenciada­s por el miedo a que blancos y no blancos cambien de posición en la jerarquía socioeconó­mica.

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Las conexiones de Hillary Clinton con los grandes bancos de Nueva York, han sido duramente criticadas por algunos votantes, que esperan de la candidata demócrata una mayor cercanía con los trabajador­es norteameri­canos. Bloomberg/La República

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