La Republica

Dos monedas para el muerto

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“Por las gotas de sangre que derramó el Rey de Reyes te pido derrames en mí dinero y atenciones…”. La anterior es una de las frases de la oración de la ruda, que consiste en hacerse baños con el agua hervida de esta planta mientras se reza con el fin de atraer prosperida­d.

En los primeros años de existencia del hospital San Juan de Dios, se eliminó el cuarto número 13, y a la habitación correspond­iente se le asignó el 12B, basados en la creencia de que tal número trae mala suerte. Se le relaciona con la última cena, en donde los invitados eran 13.

El gato negro que se atraviesa en el camino produce mala suerte porque puede ser una bruja. Pasar debajo de una escalera recuerda la horca. Nació cuando una zarina rusa caminó por debajo de una escalinata y a los 28 pasos se resbaló y murió de una lesión en el cerebro.

En Costa Rica, algunas de las superstici­ones más populares son, por ejemplo, poner monedas en los ojos de los muertos, porque si queda con los ojos abiertos está buscando personas para que los acompañen en su “viaje”.

La escoba detrás de la puerta es para ahuyentar a las visitas y si se barren los pies de una persona soltera, no se casará. Abrir una sombrilla dentro de la casa traerá mala suerte, y si una persona pone su cartera en el suelo “se le irá la plata”. Pero no se inquiete, el número que se ve en las alas de las mariposas nocturnas es el que saldrá en la lotería, así puede recuperar el dinero o acrecentar el que ya tiene.

“Escuchar aullar a un perro significa que alguien va a morir”, cuenta José Acuña de 98 años de edad. “¡Qué va ser cierto! Todo eso es mentira, desde pequeños mis padres, quizá por ser profesiona­les, nos enseñaron que las superstici­ones son mentiras”, replica Virginia Bolaños quien acaricia los 80 años de vida.

Los jóvenes Ticos también cruzan los dedos -esto viene de la idea que cuando dos líneas se cruzan, el deseo se mantiene en el centro hasta que se cumple-, tocan madera, dicen “machalá, machalá”, con tal de evitar la mala suerte.

Superstici­ones, prácticas dentro de una institució­n cultural dominada por el pensamient­o colectivo del misticismo desde tiempos prehistóri­cos del que no escaparon nuestros antepasado­s indígenas ni la sociedad actual. Es un fenómeno hereditari­o cultural.

Se ha creado un doble sentido en estas costumbres: aquel que reduce la ansiedad de la gente, brindándol­es seguridad por el avenir, pero, también, el de crear confusión, control, y temor entre las personas.

Para la psicóloga Carmen Carrasco, se trata de“una forma de mediar la confrontac­ión que todo ser humano tiene que hacer con el vacío, la duda, el miedo y la desesperac­ión. Estas creencias podrían tener un efecto placebo”, dice.

Social y culturalme­nte, las superstici­ones son vías alternas a esa desesperac­ión para evitar el infortunio, objetivo último de toda persona, como lo dijera Aristótele­s -384 - 322 a.C.-: “la búsqueda de la felicidad es el objetivo principal del ser humano”.

Con sus 98 años, José Acuña dice no creer ya en superstici­ones. ¿Qué haría si se le quiebra un espejo en este momento o si le pasa un gato negro al frente? Preguntó “Candilejas” y responde: “¿qué culpa tiene el gato de ser negro? Y si se me rompe un espejo pues voy y ¡compro otro!”. Estalla en risas junto con Virginia Bolaños quien asiente.

 ?? Homero llama a las cosas “superstici­ón” cuando son, o bien aborrecida­s, o bien observadas con pasión o temor, pero que representa­n, en todos los
casos, una contradicc­ión con la práctica religiosa. Virginia creció dentro de una dinámica familiar dominada  ??
Homero llama a las cosas “superstici­ón” cuando son, o bien aborrecida­s, o bien observadas con pasión o temor, pero que representa­n, en todos los casos, una contradicc­ión con la práctica religiosa. Virginia creció dentro de una dinámica familiar dominada

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