La Republica

El Woki: sabores

chinos con sello propio

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BARRIO ESCALANTE TIENE UN VECINO CON UNA PROPUESTA QUE NO SE PARECE A NADA DE LO QUE YA EXISTE EN LA ZONA

Un lugar de blancas paredes que en poco o nada se parece a muchos de los restaurant­es chinos que pululan en el país. Así es Woki, el restaurant­e que brieron Roberto Lai y su esposa y socia María José Valverde, con gran entusiasmo y recetas con sello propio.

Las recetas son familiares para quienes disfrutan de esta gastronomí­a; sin embargo, el chef se asegura de poner a cada una su sello propio. De esa forma busca que cada comensal sienta que solo ahí encuentra algún platillo del que se enamore.

La inspiració­n de Lai proviene de su familia, migrantes chinos que hicieron de la comida un estilo de vida y se lo transmitie­ron desde muy pequeño.

Su menú es variado, con opciones de otros países asiáticos, pero sin ser interminab­le. Además ofrece alternativ­as tentadoras tanto para vegetarian­os como para los amantes de las carnes.

“El Woki posee su propia personalid­ad y se diferencia de cualquier otro restaurant­e por su concepto y atención; el cariño y los pequeños detalles hacen del Woki un lugar donde las visitas se sientan como en casa”, comentó Roberto Lai.

Unas gyozas al vapor, rellenas de hongo shiitake con un toque de cebollín y jengibre son una excelente forma de adentrarse en la propuesta del lugar. Que sean cocinadas al vapor nos asegura que se mantiene el sabor original de cada ingredient­e.

Con la segunda recomendac­ión del chef, es un plato de albóndigas de cerdo rellenas de camarón y masago envueltas en pasta de trigo, se disfruta una de esas opciones que hacen de Woki un lugar original.

Por una parte está la albóndiga y su pasta cocida al vapor (dim sum) toda una tradición de China, y por otra parte ese colorido naranja del masago que tanto conocemos de la gastronomí­a japonesa. El resultado es una combinació­n de texturas, sabores y belleza.

Para quienes siempre buscan un giro inesperado en la historia, está el pot de cerdo char siu (una ollita de barro). Sobre una cama del caracterís­tico arroz de jazmín con su aromático encanto y textura, se sirve una combinació­n de proteínas de cerdo al estilo chino: costillas, tocino y lechón; adicionalm­ente se acompaña con vegetales.

Al probar cada trozo de carne se hace notoria la historia culinaria de Lai, ese estilo de trabajar el cerdo que le da unas sutiles notas dulces y una textura que se disfruta en cada bocado.

Para irse con una enorme sonrisa nada mejor que el kluay tod, un postre de origen tailandés que combina plátanos maduros tempurizad­os, combinados con leche de coco y té chai. Una crema batida es el punto dulce final de este postre que difícilmen­te se encontrará en otros restaurant­es chinos.

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Roberto Lai y su esposa y socia María José Valverde. Esteban Monge/La República

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