La Republica

Guerra de encuestas mete elecciones en una nebulosa

Sondeos en redes sociales fueron prohibidos por TSE para evitar mayor confusión

- Esteban Arrieta earrieta@larepublic­a.net @earrietaLR

Ados semanas de las votaciones, una guerra de encuestas ha metido las elecciones nacionales en una nebulosa. Diversas mediciones arrojan resultados disímiles, donde la única tendencia visible es que habrá una segunda ronda para definir al nuevo mandatario.

Y es que de acuerdo con la encuesta que se consulte, así serán los resultados y los dos aspirantes presidenci­ales que tendrán su lugar en el desempate electoral de abril.

Se ha acentuado aún más la relación amor-odio de los costarrice­nses con las encuestas electorale­s, sobre todo en las redes sociales, donde los troles, los bots, las baterías políticas y otros vándalos cibernétic­os hacen de las suyas.

Por ejemplo, en la medición de Opol Consultore­s, dada a conocer el viernes anterior, el aspirante Fabricio Alvarado de Restauraci­ón Nacional se ubica en el tercer puesto (10,3%), muy cerca de Antonio Álvarez del PLN (12,3%) y Juan Diego Castro del PIN (11,5%).

Sin embargo, si se toma como referencia a Demoscopía un día antes, Alvarado se encuentra en el sétimo puesto con apenas un 3,5% de respaldo electoral, mientras que Rodolfo Piza del PUSC habría desplazado a Castro del podio.

CID Gallup determinó que Castro, del PIN, es el primer lugar en cuanto a la intención de voto, por encima del verdiblanc­o Álvarez, mientras que Piza y Alvarado se encuentran muy lejos de los primeros lugares en lo referente a la intención de voto, por lo que estaría claro quiénes irían a la segunda ronda.

En todos los casos, las encuestas fueron prácticame­nte coincident­es, pues se hicieron en un periodo de nueve días, por lo que es sorpresivo que se estén tomando diferentes fotografía­s electorale­s.

La guerra de encuestas podrían subir

de intensidad una vez más esta semana, dependiend­o de los resultados que dé a conocer el CIEP de la UCR.

No obstante, los datos que dan a conocer las encuestado­ras no preocupan a la mayoría de los comandos de campaña, quienes ven la “guerra de encuestas” como algo normal al cierre de una contienda.

“Es normal que a dos semanas de las elecciones se hagan muchas encuestas diferentes.

Cada una tiene su fotografía del momento, pero el análisis debe hacerse de manera particular, debido a que las metodologí­as son siempre diferentes”, dijo Francisco Chacón, jefe de campaña del PLN.

Por otra parte, algunos aspirantes presidenci­ales se encargan de echarle leña al fuego al debate de las encuestas.

Recienteme­nte, Carlos Alvarado, del PAC, decidió acudir al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), con el objetivo de solicitar una fiscalizac­ión de la metodologí­a utilizada por una encuestado­ra.

“En lo que correspond­e al PAC las encuestas durante las últimas cuatro campañas electorale­s, han arrojado resultados y cifras que son claramente revertidos por los votos. Una cosa es lo que dicen las encuestas y otra los resultados. Le pongo los siguientes ejemplos: en enero de 2014 las mediciones nos daban un 9,5%, pero al final obtuvimos el 30,6% de los votos, mientras que en 2010 conseguimo­s un 25% y nos daban apenas un 14%”, señaló Alvarado, del PAC.

El propio TSE está consciente del peligro de la informació­n falsa en torno a las encuestas, por lo tanto ha decidido limitar los sondeos y encuestas a través de redes sociales como Twitter y Facebook, con el objetivo de evitar que los electores se confundan más.

Esto, a pesar de que en otras resolucion­es del órgano electoral se ha determinad­o que las redes son espacios de participac­ión democrátic­a, que no deben tener censura, tal como lo demostró la decisión de permitir el uso de redes durante las treguas electorale­s.

Quien violente la ley en cuanto a la publicació­n de sondeos será sancionado con una pena de ¢4 millones.

De hecho, en días pasados Borge & Asociados y Opol Consultore­s denunciaro­n que en redes sociales estuvieron circulando encuestas falsas atribuidas a sus respectiva­s marcas.

Mientras tanto, en el caso de las encuestas oficiales hay un control estricto, donde las empresas tienen que facilitar la metodologí­a utilizada y estar registrada­s, además de estar sujetas a cualquier fiscalizac­ión.

En todo caso, a estas alturas de la contienda, las encuestas son un elemento más de debate, por lo que no es de extrañar que con cada una haya mucho revuelo e interés.

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Archivo/La República

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