La Republica

FRANCISCO “CHICO” HERNÁNDEZ, UN TREMENDO FUTBOLISTA

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¡Vieran el par de güilas que tiene el Saprissa ahí afuera!, les decían a los asistentes a los partidos dominicale­s en el Estadio Nacional.

Mientras el equipo grande del Saprissa cerraba su ciclo, iniciado en 1950 con su formación inolvidabl­e, las canchas anexas al Estadio Nacional eran un hervidero de color morado, donde sus categorías menores hacían las delicias de los aficionado­s, supervisad­os por don Ricardo y sus asistentes técnicos.

Entre 1964 y 1967, ese par de mocosos que deslumbrab­an a los seguidores del Saprissa en las canchas abiertas, atravesaro­n la calle, se metieron al Estadio Nacional, se pusieron el uniforme del primer equipo y se convirtier­on en luminarias de la institució­n.

Primero: Édgar “Guita” Marín y al rato Francisco “Chico” Hernández.

Se jugaba al 4-2-4; ya las tácticas habían eliminado a un delantero y Saprissa fue tricampeón nacional 1967-68-69 con ese par de “carajillos” dibujando diabluras por el ala derecha; Carlos y Gerardo Solano completaba­n el ataque.

Las paredes cortas que construían Chico y Marín eran un deleite para los espectador­es y queda aquella imagen imborrable por repetida, de ver a Chico, cubriendo el balón frente a la bandera del tiro de esquina, con su “culillo” parado, con dos o tres defensas rivales encima y cómo se los “bailaba”, les hacía el túnel, la “jugada del tonto” y los dejaba botados, para luego entrar al área y servir en bandeja las anotacione­s.

Sus tiros de esquina con “chanfle” eran letales: pequeño pero duro, de exquisita técnica, monarca a los 17 años, hexacampeó­n con el Saprissa del 72 al 77 y capitán de la Selección Olímpica en Moscú 80.

Fui su compañero de viaje en varios partidos de la Fraternida­d, uno inolvidabl­e a Guatemala, con don Adán García y Eduardo Ramírez como jefes de la delegación. Saprissa campeonizó y el fútbol exquisito de Chico Hernández era admirado y respetado en el área.

Tipo agradable, simpático y querido, su cuñado “Chente” Rodríguez, mi inolvidabl­e compañero de bachillera­to Ángeles 60, y quien fuera percusioni­sta del famoso grupo Los Álamos, hizo, junto a sus hermanas, que tuviésemos una cierta cercanía con la familia de Chico, aparte de que mantuvimos una hermosa amistad con su hermano, Fernando “El Príncipe” Hernández, fallecido prematuram­ente.

A doña Marta, esposa de Francisco, a sus hijos y toda la familia Hernández Rodríguez, nuestras más sentidas condolenci­as.

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“CHICO” FUE UN ÍDOLO DEL SAPRISSISM­O

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