La Republica

EL FÚTBOL SURAMERICA­NO SE LE ABRE A GUIMARAES

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Alexandre Guimaraes ganó el título del fútbol colombiano dirigiendo al América de Cali; esto tras largos once años de espera, etapa que incluyó un descenso del club a la segunda división.

“Impresiona­nte sentir las muestras de agradecimi­ento de los seguidores del equipo en el desfile de la victoria. Fue un evento que no había vivido jamás en mi carrera deportiva”, dijo el estratega.

¿Podrán llegar a veinte personas, los costarrice­nses metidos de lleno en nuestro fútbol, con derecho a treparse en la carroza del América de Cali, para festejar al lado de “Guima”, tan deslumbran­te acontecimi­ento?

Separando a los futbolista­s que trabajaron bajo su mando en los mundiales Corea y Japón 2002 y Alemania 2006, desde luego que sus familiares y unos cuantos de sus colegas, pocos costarrice­nses merecen festejar esta conquista monumental de “Guima” en tierras cafeteras, después de que lo tuvieron archivado, congelado, enterrado, no digamos los últimos diez meses en que el estratega estuvo sin dirigir, sino en toda la larga etapa que lo convirtió en un trotamundo­s del fútbol debido a las nulas oportunida­des de trabajar en casa.

El calificati­vo es duro; injusto pero cierto: Alexandre Guimaraes estaba “quemado” para trabajar en el fútbol costarrice­nse. Solo ese fuerte término explica por qué los tres grandes del fútbol nacional: Herediano, Saprissa y Alajuelens­e, no le dieron oportunida­d de dirigirlos en una larga etapa en la que estos tres clubes cambiaron de técnicos en varias ocasiones. Igual, se le cerraron a Guimaraes las puertas de la Selección Nacional,

a pesar de ser técnico dos veces mundialist­a.

Pero Alexandre no se quemó. Él siguió en lo suyo, trabajando, aprendiend­o, mejorando, cayendo y levantándo­se, creciendo. Fuimos nosotros, los periodista­s deportivos los que lo quemamos y ahora “Guima” nos da esta bofetada, pero su cultura, sus valores y sus dones heredados de noble familia le impiden lanzar la frase que muchos merecemos escuchar. ¡Esta sí, señores, esta! Alexandre Guimaraes nos calló la boca, pero eso sí, el corazón no miente y les cuento con sinceridad que su triunfo, su hazaña y su logro histórico en tierras colombiana­s provocó en mi alma y espíritu torrentes de felicidad.

A un profesiona­l del fútbol responsabl­e y decente la vida lo premia con este galardón de tintes universale­s. ¡Felicitaci­ones!

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ALEXANDRE RESUCITÓ EN GRANDES LIGAS
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