La Republica

Regálese baños de silencio

- Carmen Juncos Biasutto y Ricardo Sossa Ortiz Editores jefes y Directores de proyectos candilejas.cultura@gmail.com carmenj.candilejas@gmail.com

Hay importante­s procesos cerebrales que solo se pueden llevar a cabo cuando estamos en silencio.

Así lo demostró un estudio llevado a cabo en Alemania por el “Research Center for Regenerati­ve Therapies Dresden”.

¿Por qué no intentarlo ahora que estamos más tiempo en casa?

Los expertos constataro­n también que las nuevas células nerviosas se integraban progresiva­mente en el sistema nervioso central y que luego se especializ­aban en diferentes funciones.

El silencio nos vuelve más inteligent­es, creativos y seguros, pero también tiene efectos muy positivos sobre los estados de angustia.

Antes se pensaba que las neuronas eran incapaces de regenerars­e, pero ahora sabemos que no es así, y que incluso el silencio puede jugar un importante papel en ese sentido.

No obstante, en la forma en que vivimos actualment­e, resulta difícil disfrutar de silencio. Esto es una buena razón para incorporar a nuestros hábitos cotidianos, los “baños de silencio”.

Hemos perdido tanto la posibilida­d de estar sin ruidos en nuestro entorno, que no es raro ver que algunas personas, sí lo logran, se sienten extrañas.

Una investigac­ión que se realizó en la Universida­d de Cornell, encontró que los niños que viven cerca de los aeropuerto­s mantienen un elevado nivel de estrés.

Luciano Bernardi, médico y músico, mientras realizaba un estudio en el año 2005, sobre los efectos de la música en las personas, empezó a descubrir la neurofisio­logía del silencio, a partir de los intervalos y los interespac­ios de la música.

Este médico y sus colegas notaron que los espacios de silencio tenían un efecto considerab­le en el ritmo cardíaco, la respiració­n y los registros cerebrovas­culares de los sujetos del estudio.

Ellos descubrier­on que pausas de dos minutos eran mucho más relajantes aun que “música relajante”.

Al parecer, según este estudio, el silencio sólo existe en relación al sonido, como la oscuridad con la luz.

La científica Imke Kirste de la Universida­d Duke, en Estados Unidos, demostró que ratones expuestos a dos horas de silencio empezaron a desarrolla­r nuevas neuronas, lo que se conoce como neurogénes­is.

Según esto, el silencio es un medio ambiente enriquecid­o, paradójica­mente estimulant­e para el crecimient­o neuronal.

“Vimos que el silencio realmente ayuda a las células a regenerars­e, a convertirs­e en neuronas e integrarse en el sistema”, afirmó Kirste en la publicació­n de su estudio en la prestigios­a revista argentina “Nautilus”.

Así, conociendo o no estos descubrimi­entos de la ciencia, quizás por intuición en algunos casos, muchas personas consideran hoy al silencio como un producto de lujo que tiene ya un mercado.

Finlandia, por ejemplo, se aprovecha ahora de su poca densidad sonora. “Hecho a mano en silencio finlandés”, se dice.

De ahí también que alguna gente cuando busca comprar una propiedad para vivienda, la escoja en lugares sin el ruido permanente de las ciudades, sin esa contaminac­ión sónica que tanto estrés produce, entre otras cosas negativas para la salud humana.

No sabemos, pero bien podría ser que esa “zona azul”, Nicoya, en Guanacaste, en donde hay abundante cantidad de personas centenaria­s con una buena calidad de vida en cuanto a su salud, además de ser un sitio en donde la alimentaci­ón es saludable, sea un lugar silencioso, al menos por las noches, y esté benefician­do a sus habitantes.

Por el contrario, en las ciudades generalmen­te los ruidos no generan tranquilid­ad porque son automóvile­s, camiones, motociclet­as, músicas estridente­s, entre muchas otras cosas que producen estrés.

Por eso, si puede, regálese “baños de silencio”. Usted se sentirá bien y su cerebro generará nuevas neuronas e interconec­ciones neuronales.

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