La Republica

NOTA DE TANO

EL PERIODISMO REQUIERE UNA PIZCA DE VALENTÍA

- ANTONIO ALFARO, EDITOR DEPORTIVO DE LA NACIÓN

Gracias, Tano. Gaetano me ha permitido el honor de usar su columna. Un privilegio para quien creció leyendo a Gapari con su genial “Así los vimos”, fuente de inspiració­n en mi camino hacia el periodismo.

Le pedí el espacio para agradecerl­e por sus elogiosos comentario­s hacia mí, en una época donde es extraño éstas acciones entre colegas.

Eso retrata a Tano, profesiona­l valiente y directo pero generoso, cuando tiene que reconocer lo que, a su entender, son los méritos de otro. Pandolfo es un gran periodista, a quien la vida me dio la oportunida­d de acompañar en una sala de redacción por poco tiempo, aunque la empatía y el aprendizaj­e se quedaron para siempre.

Así que paso por aquí a agradecerl­e, en un momento en que le llueven palos por “atreverse” a aplaudir mi participac­ión en recientes publicacio­nes sobre el tema Herediano-Grecia.

En una situación donde la mayoría de los periodista­s prefieren hacerse de la vista gorda, por motivos válidos a veces e injustific­ables en otras, Tano ha tenido el valor de opinar, a costa de que le caigan sapos y culebras desde las redes sociales.

Le he dado las gracias por ese acto solidario, e igual le he dicho y también por eso la razón de esta columna- que Antonio Alfaro y su sección Deportiva en La Nación tienen tanto o más mérito en las investigac­iones publicadas.

Alfaro, periodista íntegro y serio, asumió la tarea junto a mí de intentar desvelar algunos de los males del fútbol local. El resultado está en blanco y negro, entre las páginas de La Nación. Para algunos, como Tano, pueden ser trabajos edificante­s. Para otros, un poco de basura digna de la hoguera.

Para Antonio y para mi, han sido compromiso­s ineludible­s con una profesión que requiere una pizca de valentía y menos ji ji ji con las fuentes. Muchas críticas y elogios provienen de gente que ni siquiera sabe el porqué de ellas. Igual nos crucifican que beatifican por los castigos a la gente del Herediano.

Pero a ninguno nos mueve otro fin más allá que el ejercicio de un periodismo próximo a la verdad, respaldado en pruebas y lejos del chismorreo. Lo de Tano lo aceptamos como el guiño del maestro a la tarea cumplida. El tiempo y los Tribunales, por donde también tendremos que pasar Antonio y yo, terminarán de escribir la historia.

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