La Teja

Ley seca para siempre

COMUNIDAD SIN CANTINAS

- FRANKLIN ARROYO franklin.arroyo@lateja.co.cr

Cuando Rándall Zamora se quiere tomar una birrita y está en su barrio, Las Quebradas de Tures, enSanto Domingo deHeredia, tiene que jalar para otro lado porque en su pueblo no hay cantinas.

Esa es la realidad de una comunidad de unos tres kilómetros de extensión, con calles aledañas y con unos 1.500 habitantes, a menos de 15 minutos en carro de San José o de Heredia.

Zamora se refresca en bares de SantoDomin­go, deLosÁngel­es de San Isidro, en barrios vecinos o pasa a algún súper a comprar para llevar, pero no se queja por eso.

El pueblo así es feliz. Tienen su iglesia católica, su plaza, la escuela, el comité de vecinos, el comité de deportes pero los bares brillan por su ausencia.

La actividad social nocturna se concentra en la plaza cuando hay partidos de tercera división o de divisiones menores.

Cuando no hay es como estar en un pueblo fantasma.

El bullicio de algunos jóvenes en los alrededore­s de la plazoleta, el paso del autobús, de un carro o de motos rompen el silencio y recuerdan que el pueblo tiene habitantes.

“Algunos han dicho que qué agüevado, pero al final es mejor así”, añadió Zamora.

30 años sobrios. No hay certeza de cuánto hace que funcionó la única cantina que hubo.

Los vecinos hablan de que 30 años atrás un señor de Santo Domingo puso una cantina, pero que la misma negativa de la gente hizo que se fuera.

Unos dicen que funcionó como un año, otros que casi tres.

En aquel entonces, los lugareños se echaban unos tapis en Los Piña y en Las Colinas, ambos bares situados en Los Ángeles, pero que pasaron a mejor vida.

La vecina Flora Oviedo explicó que el pueblo se opone a que abran cantinas. “Es bonito así, las personas toman porque eso nose puede evitar, perono sedan los escándalos de los bares”.

Hernán Chavarría, propietari­o de la casa donde estuvo el bar, afirma que es mejor que el pueblo se mantenga de esa forma.

“Mi papá cambió una propiedad en Guápiles por los terrenos de aquí. Ya no estaba la cantina y se han ido remodeland­o”.

Mientras tanto, Francisco Chacón dijo que el pueblo tuvo un desarrollo tardío. Mientras otros poblados como San Luis, Los Ángeles y Santo Tomás estaban establecid­os, Las Quebradas empezaba a formarse.

“Esto era tierra de nadie. En ‘Mingo’ decían que éramos de San Isidro y al revés. No nos querían. Luego, cuando vieron que había plaza y salón y que estábamos organizado­s más bien se peleaban”, recordó Chacón.

Quizá eso explica que una parte de Las Quebradas pertenezca a Santo Domingo y otra a San Isidro, otra caracterís­tica que hace de este lugar un sitio muy particular.

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RAFAEL PACHECO. Esta es la casa donde hace mucho hubo un bar en Las Quebradas.

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