Con ojos hasta en la nuca
“Jugar contra él era como jugar contra 12 o 13. De hecho, solía llevar el numero 14, como para dar a entender que contaba por tres. Con ojos hasta en la nuca”.
Así inicia el escritor francés Bernard Morlino un relato sobre Johan Cruyff.
“El fútbol es espectáculo” era su lema. Asimilaba la información tan rápido como un piloto de fórmula Uno a 300 km/hora.
“Realizaba varias carreras por partido, que esperábamos como quien espera un éxito de su cantante preferido. Sus incesantes ataques presionaban a sus adversarios, que le observaban levitar. Para él el fútbol era como jugar a los bolos. Lúdico y lúcido, jamás fue campeón del mundo sobre el papel, pero, para los amantes del deporte rey, lo ha sido en 10 ocasiones. Huérfano de padre solo se tuvo a sí mismo como modelo”.
Desde muy niño, Johan se la pasaba en el estadio del Ajax recogiendo balones y jugando al fútbol mientras su madre trabajaba en el estadio. “Para que su madre no tuviese que limpiar los vestuarios del Ajaxnunca más, el niño se hizo el héroe de Ámsterdam”.
“Relacionaba el fútbol defensivo con un funeral. Hacer venir a la gente al estadio para ofrecerles un espectáculo claustrofóbico le parecía de lo más maleducado. Inteligente y pragmático. La velocidad hecha hombre no toleraba que se jugase un partido con el miedo en el cuerpo. La presión la dejaba para los neumáticos del coche”.
Añosdespués, y en lacumbre de su carrera, se trasladó al Barcelona, donde dejó una estela
El jugador mágico se convirtió en un entrenador que ganó la Copade Europa de clubescampeones de1992 y ganócomo jugador y como técnico todo lo que uno se pueda imaginar. Y aunque no ganó la Copa del Mundo de 1974, todo mundo añora la Naranja Mecánica de Cruyff.
Morlino terminó su artículo de la siguiente manera: “…y visto que el tabaco casi le mata lo reemplazó por los ‘chupa chups’. Unono se curanuncade las heridas de la infancia”.
Tomado del libro: “Retratos legendarios del fútbol”, 2009.