La Teja

LOS 30 MÁS TRISTES

- ROCÍO SANDÍ Z. rocio.sandi@lateja.co.cr

Para doña Damaris Montoya este sábado estuvo particular­mente lleno de recuerdos. Si su hijo Randy estuviera vivo ella le habría preparado un fiestón para celebrarle el cumpleaños número 30, pero en lugar de eso debió conformars­e con compartir un quequito con su familia en honor al muchacho que partió para siempre hace ocho años.

La señora reconoce que, pese a que todos los días recuerda con dolor el día en que le arrebataro­n al mayor de la casa, trata de saliradela­nte con el apoyo de sus otros cuatro hijos y dos nieticos.

“Los cumpleaños de Randy siempre fueronmuy alegres, a él le gustaba bailar. Siempre le comprábamo­s un quequito, hacíamos una comida en la casa y compartíam­os con la familia y hasta con algunos de sus amigos”, contó.

“Ahora lo que hacemos es que mis hijos y yo llamamos ami cuñada, la que era madrina de Randy, nos ponemos de acuerdo para vernos y compartir un queque recordando a mi hijo, hasta le cantamos cumpleaños y todo”, agregó.

Madrugada de terror. Dos ladrones le robaron la vida al estudiante la madrugada del 1 de diciembre del 2008.

Ellos lo atacaron a puñaladas el mismo día que haría el examen final del curso de inglés que llevaba en el INA.

A Randy solo le faltaban 300 metros para reencontra­rse con su mamita, en Llanos de Santa Lucía, en Paraíso de Cartago, cuando lo hirieron los asesinos.

“Randy siempre se despedía de mí cuando salía, pero ese domingo (30 de noviembre) fue muy extraño. Él se levantó en la pura mañanita, hizo pinto con huevo para que los hermanos desayunara­n y se fue sin decirmenad­a. Ese día no le pude dar la bendición”, relató doña Damaris.

“Ese día Randy no me llamó para nada y en la noche nada que llegaba, yo me preocupé y no me podía dormir. Como a la una de la mañana escuché que sacudieron el portón de la casa y salí a ver qué pasaba”, añadió.

Doña Damaris vio tirado en la acera a Randy, frente al portón de la casa. Ella mandó a uno de sus hijos a buscar las llaves mientras trataba de levantarlo.

“Randy a veces se tomaba unos tragos con los amigos, pero nunca había llegado borracho, en principio eso fue lo que creí, que estaba ebrio, pero cuando lo agarré, lo sentí mojado y vi que estaba lleno de sangre.

“Él me decía: ‘Mami, me asaltaron, me duele mucho, lléveme al hospital’. Nosotros llamamos una ambulancia, pero tardó en llegar; perdió mucha sangre y cuando llegó al hospital de Cartago murió mientras lo estaban operando”, aseguró llena de lágrimas.

Ataque. Doña Damaris sabe todos los detalles del crimen del hijo, pues estuvo presente en el juicio.

“Él se bajó del taxi en el que venía con el amigo en San Rafael de Cartago y en lugar de agarrar otro para que lo trajera a la casa, se vino

Él hizo el examen para entrar a la UCR cinco veces y la última lo logró, pero murió antes de saber el resultado”. DAMARIS MONTOYA MAMÁ

caminando.

“Cuando venía por el Palí de Llanos de Santa Lucía pasó frente a unos muchachos que estaban sentados en la acera y ahí empezó todo”, recordó la señora.

Según consta en el expediente del caso, en la acera había cinco muchachos y dos de ellos, Michael Castillo Rojas y Jarsiany Ramírez Fallas le hicieron daño al joven.

Los dos maleantes se le fueron encima. Michael le dio la primera puñalada por la espalda con un cuchillo de carnicero de mango blanco que andaba en la parte de atrás del pantalón.

A como pudo, Randy trató de defenderse, pero Jarsiany lo agarró para que Michael lo siguiera apuñalando.

Después, los asaltantes le quitaron la billetera y las tenis Converse negras que llevaba puestas.

Luego se fueron y dejaron a Randytirad­o en la calle; la víctima se levantó y caminó hasta la casa, pero perdió mucha sangre por las tres puñaladas que recibió: una en la espalda, otra en el estómago y la última en la nalga izquierda.

Mientras agonizaba, los asesinos y los otros tres jóvenes que presenciar­on el ataque se fueron a un cajero automático, en Paraíso de Cartago, para sacar plata de la cuenta de Randy, ya que en la billetera que le robaron iba la tarjeta de débito y un papel en el que estaba apuntado el pin.

Los bichos sacaron ¢10 mil. A eso le sumaron los ¢1.200 que había en la billetera y se fueron a com- prar enchiladas, refrescos y guaro para seguir la fiesta.

Cámara los cantó. Cuando los oficiales del OIJ empezaron a investigar el caso, uno de los primeros lugares que visitaron fue el cajero automático.

Con la ayuda de las cámaras de seguridad identifica­ron a dos de los hombres.

El 18 de diciembre, las autoridade­s agarraron a los asesinos y desde ese día están presos.

Al final, a los dos agresores los condenaron a 30 años de cárcel a cada uno por homicidio calificado (ver nota aparte).

Dolor interminab­le.“A mi hijo le gustaba muchococin­ar, a veces, cuando estoy cocinando algo me acuerdo tanto de él, que no le echo a la comida algo que no le gustara”, expresó.

“El dolor que uno siente al perder un hijo es para siempre. Gracias a Dios yo tengo conmigo a mis otros cuatro hijos y a mis dos nieticos, ellos me dan día a día la fuerza para seguir adelante”.

Y con ese ánimo, doña Damaris cantó con todo el corazón ayer el cumpleaños que tanto disfrutaba el mayor de la casa.

 ?? RAFAEL PACHECO. ?? Doña Damaris (de rosado) dice que sus cuatro hijos y sus dos nieticos la ayudan a sobrelleva­r la pérdida de Randy.
RAFAEL PACHECO. Doña Damaris (de rosado) dice que sus cuatro hijos y sus dos nieticos la ayudan a sobrelleva­r la pérdida de Randy.
 ?? CORTESÍA DE KATHERINE MONTERO. ?? Randy siempre fue el apoyo de la mamá.
CORTESÍA DE KATHERINE MONTERO. Randy siempre fue el apoyo de la mamá.
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A R C H I VO.

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