Desde el puente del Saprissa...
En realidad es el puente que está sobre el ríoVirilla, cercano al estadio Ricardo Saprissa, el mismo que comunica a la ciudad capital con el Caribe.
Así que cuando decimos el puente del Saprissa, todo el mundo sabe de qué hablamos y más de uno lo asocia con gente lanzándose hacia la otra vida.
Los que escogen esta manera de morir dejan un fuerte dolor a familiares y especialmente en el misterio las causas de la fatal determinación.
Hace tan solo quince días viajábamos de Liberia hasta Limón para jugar un partido del presente torneo. Conversábamos acerca de la reciente muerte de unamuchacha, quien abrió la puerta del auto de su mamá, se bajó y se lanzó al más allá.
Precisamente estábamos a mitad del puente cuando el conductor del carro que iba delante de nosotros se detuvo y se bajó rápidamente. Como no había prólogos, ni avisos no entendíamos qué sucedía. Tan solo vimos que al lado derecho un señor con unamochilaen laespaldasubíala baranda y justo cuando cruzaba una de sus piernas para lanzarse a lo más profundo del río y al mejor estilo del cine, el conductor lo agarró casi en el aire.
De repente empezaron a llegar ambulancias, policías y demás conductores. Un oficial se llevó abrazado al señor, quien tenía un color verde muerte.
Los jugadores de nuestro equipo llamaron al héroe anónimo, le agradecieron por salvar una vida y le dieron un fuerte aplauso.
Esa tarde, Juan llegó con más retraso de lo acostumbrado a la casa. Parecía más cansado, su hijo, de 10 años, llegó corriendo a su encuentro y mientras lo abrazaba le decía: “Papi, hoy metí un gol”. Juan parecía ausente y su hijo lo sacudió con más fuerza.
“Papi, papi, que hoy metí un gol”, su padre lo abrazó en silencio. Su esposa le quitó el maletín y le dijo: “¡Diay! Hoy no comiste nada. ¿Cómo te fue hoy?”. Juan le respondió lentamente “bien”.
“Bueno, venga tómese un cafecito con una tortilla con queso para ver si se le quita esa cara de muerto que anda hoy”.
Nosotros continuamos el viaje hacia Limón.