‘Danny apúrese, siento que med esmayo’
TAXISTA QUE LLEVÓ A LIMONENSE CUENTA EL DRAMA QUE VIVIÓ
supo desde el principio que la llamada que recibió de su amigo del alma Mario McGregor era muy diferente a otras.
Era pasado el mediodía de este viernes y el tono de angustia de Mario y sus palabras lo pusieron en alerta.
“Dani, véngase urgente, tengo dolor de pecho y me siento mal. Es el corazón. Siento que me desmayo”, le dijo el narrador.
Zapata, el taxista que jaló a Mario pa’ rriba y pa’ bajo durante 30 años, no lo pensó dos veces para ir a buscar a su compa.
Estaba en San Sebastián y salió como alma que lleva el diablo para San Francisco de Dos Ríos, al apartamento en el que Mario vivía solo.
Al llegar, McGregor se asomó por la ventana (es un apartamento en un segundo piso) y le tiró las llaves a Zapata.
“Abrí, subí soplado y lo encontré tirado en la cama, vomitado y con las manos en el pecho. Estaba en muy malas condiciones”.
El taxista dijo que llamó al 911 tres veces y siempre recibió la misma respuesta. “Va una ambulancia en camino”.
Pero Mario seguía con las manos en el pecho y acalorado. Le pidió agua al taxista.
“Le di un vaso y le puse un paño mojado en la espalda porque me decía que le echara viento”.
La angustia llevó a Zapata a tomar la decisión de trasladar a su amigo en el taxi, porque la ambulancia no llegaba.
“No quería al principio porque era muy grande y pesado, pero le dije: ‘Mario, usted se me va a morir aquí’. A como pude lo metí y jalé para el hospi”, comentó.
De Sanfra al Calderón Guardia Zapata vivió un calvario. McGregor no se reponía y sabía los antecedentes cardíacos de su amigo y que en casos así, el tiempo es oro.
“No duré ni 20 minutos, puse las intermitentes, me brinqué como cinco semáforos. Por plaza González Víquez empezó a hacer sonidos con la boca y se desmayó”, detalló.
De esa, Mario no volvió. No fue que murió en el taxi, pero en el res- to del recorrido iba desmayado.
“Cuando llegué al hospi gritaba que era un paciente cardíaco y salieron unos, supongo que paramédicos, que lo vieron y dijeron que era un rojo”.
Los restantes minutos fueron un martirio. Zapata cree que pasaron como siete, cuando un médico salió, corrió las cortinas y le dijo: “Vea su amigo ya tiene las sábanas blancas encima”.
Por segundos, Zapata no entró en razón de lo que estaba escuchando. “‘Doc, lo que usted me está diciendo es muy serio’. Entonces me dijo que había muerto”.
La relación de Zapata con McGregor data de hace 30 años, cuando le hizo un servicio en el taxi y desde entonces se convirtió en el chofer personal, amigo y confidente del narrador.
“Lo de su hija Paola (fallecida el 6 de noviembre del 2016) le afectómucho. Me confesó el día antes que ella murió que él creía que iba a morir. Se deprimió por eso, ella se lo llevó”, confesó el taxista.