La Teja

A todo motor

- RICARDO SILESKY H. ricardo.silesky@lateja.co.cr

William Hernández tuvo que revisar la lista de prevuelo, asegurarse que no hubiera objetos extraños en el radar, alcanzó una velocidad segura de despegue y enfrentó las turbulenci­as.

Esas son algunas de las maniobras que debe ejecutar un piloto a la hora de despegar un avión y mantenerlo en el aire.

William no tiene ni idea de cómo se maneja uno de esos enormes pájaros de metal, pero tuvo que enfrentar situacione­s iguales o más complicada­s para realizar un despegue que lo llevara a un destino especial: su boda.

Usamos estos términos porque este vecino de Puente Salas de Barva, en Heredia, le propuso matrimonio a su novia, Jessenia González, en pleno vuelo.

“Como en octubre o noviembre (del 2016) hablamos que ya había que pensar en el compromiso, pero no había fecha. Este año yo tomé la decisión de que le daría el anillo en febrero, pues ella cumple años y está el tema del mes del Amor y la Amistad”, comentó.

Hace unas dos semanas Jessenia se topó una buena promo para viajar a Panamá y así pasar su cumple, que fue el pasado sábado. Ahí fue donde William se puso la gorra de capitán y empezó a planear este singular despegue.

“Cuando aterrizamo­s supe que era un viaje especial, la gente del aeropuerto sacaba muchas fotos y era porque que se trataba del vuelo inaugural de Air Costa Rica.

“Enel hotel estabalage­nte de la tripulació­n (pilotos y sobrecargo­s) entonces empezamos a conversar con ellos. Después de eso fue que analicé la idea de pedirlemat­rimonio en el vuelo”, recordó el enamorado, quien es casivecino de Jesse- nia, pero por esas vueltas del destino la conoció en Puerto Jiménez, en una fiesta hace ya cinco años.

Ni anillo, ni vino. Antes del despegue, un piloto debe revisar que que el avión tenga todo lo necesario para completar su trayecto, a eso se le llama lista de prevuelo, según nos explicó Henry Tencio, capitán de este vuelo del amor.

William estaba feo en ese sentido ya que no tenía ni el anillo ni una botella de vino para celebrar.

Por eso lo primero que tuvo que hacer, como haría el capitán de una aeronave, fue fijar un trayecto que lo llevara a un sitio donde comprarle una bonita argolla de compromiso a su novia. Claro, él no pudo usar un GPS, se la tuvo que jugar preguntand­o.

“Nosotros estábamos en un lugar que se llama playa Blanca y queda como a dos horas del centro de Panamá. Entonces averigüé que cerca del hotel había un lugar con algunos almacenes en donde podía haber una joyería”, contó este comerciant­e de profesión.

En ese momento activó los radares porque necesitaba que estos no detectaran a su novia, o sea, ella debía estar fuera de alcance.

“Entramos a una tienda grande y dije que necesitaba ir al servicio, con eso gané tiempo. Le pregunté al administra­dor de la tienda yme dijo de una joyería por ahí cerca. Salí corriendo”, recordó.

Ahí encontró un anillo bonito, lo compró y lo escondió para que Jessenia no se diera cuenta. De paso compró una botella de vino.

La lista de prevuelo ya estaba completa con to- do lo necesario para el arranque del vuelo.

Pero obviamente un pilotonolo hace todo, haycontrol­adores de vuelo, mecánicos o agentes de tráfico.

William necesitó de un agente de carga para que, en lugar de subir las maletas al avión, le ayudarán a embarcar el anillo y el vino para evitar sospechas.

Grethel Fernández, jefa de tripulació­n, se encargó de esa labor.

Con todo listo, solo faltaba alcanzar, lo que los pilotos llaman velocidad de despegue para elevar el avión. Para lograrlo agarró el valor necesario para pedirle matrimonio a su pareja frente a 87 pasajeros, valiente el hombre.

Ni las turbulenci­as, que enWilliam se tradujeron en nervios, fueron suficiente­s para evitar el singular arranque.

Todas las maniobras de despegue fueron un éxito ya que Jessenia dijo “sí” a su propuesta, la cual fue medio improvisad­a, porque las turbulenci­as siempre afectaron a este piloto.

“Es algo muy original que podremos contar el resto de nuestras vidas”, dijo el galán.

Ni idea. El novio hizo bien las cosas porque su pareja nunca sospechó lo que pasaba.

“Como yo estaba cumpliendo años, cuando me llamaron al frente del avión pensé que era que me tenía un regalo. Cuando vi lo que estaba pasando me temblaba todo, sentí mucho susto y que la gente se fue, que estábamos solos. No dudé ni un solo segundo en decirle que sí”, dijo Jess, quien bretea como contadora.

Aún no tienen fecha para el queque, pero ayer recibieron la noticia de que la aerolínea Air Costa Rica decidió regalarles la luna de miel.

“Estoy impresiona­do, aún no puedo creer que nos vayan a regalar eso, dijo William.

Esperemos que este vuelo tenga un buen aterrizaje enun matrimonio feliz para toda la vida.

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COSTA RICA CORTESÍA AIR Jess puede rajar que tiene a William por las nubes.
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CORTESÍA WILLIAM HERNÁNDEZ Esta foto es minutos antes de abordar el vuelo en el que se compromete­rían a unir sus vidas para siempre.

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