Chévez repiten historia
Cuando Adrián Alberto Chévez Alanís anotaba en el Fello Meza uno de los cuatro pepinos con los que Saprissa goleó a Liberia, el tata estaba pegado al tele.
En el barrio San Juan, en el Caribe, el sábado Jorge Chévez se remontó 39 años atrás cuando en Puntarenas enfrentó una experiencia exactamente igual.
El muchacho, que el lunes entrante cumplirá 19 años, debutó esa noche con el campeón nacional y, lo hacía de la mejor manera: con gol incluido, algo que supapátambién había vivido con el Municipal de Puntarenas en un juego frente a Liga, el equipo más importante para el cual jugó posteriormente,.
“Al terminarel partido lo llamé por teléfono y le pregunté: cuénteme ¿cómo se sintió al debutar en primera división y además hacerlo con gol?. Me respondió, muy bien papá, se sintió rico”, contó el orgulloso padre.
Chevez, con los ojos iluminados, recordó ayer en su casa que él le respondió: “hijo, usted a mí no meengaña, estoyseguro que debió haber experimentado algo mayor porque esa una experiencia inigualable en la carrera de un futbolista”. El muchacho no contestó.
Sin embargo, a su mamá Kathya Alanís, que si lo había ido a ver al Fello Meza, le confesó esa misma noche: “mamá me dieron ga- nas de llorar”. La señora le aclaró: “a usted le dieron ganas… yo lloré”, dijo.
Adrián es una de las promesas del Monstruo, un defensa que, según su padre, tiene la ventaja de contar con un excelente remate a marco, como se vio el sábado.
Al preguntarle si le habría gustado más que su hijo hubiera estado vestido de rojinegro, respondió: “yo ya escribí mi historia. Él apenas comienza a dar sus primeros pasos. Él sabrá como redactar la suya. Las decisiones que tome son solo suyas, en la casa lo apoyamos”.
Antes de que fuera contactado por el Sapri otro equipo mostró interés en sus servicios porque también visualizaba sus buenas condiciones.
“El muchacho entró en cierta incertidumbre y mi consejo fue encaríñese con el equipo que lo llamó y después se enamora. Ahora, está súper feliz de estar en donde se encuentra”, dijo Chévez, quien tiene 58 años y está pensionado por un problema de salud.
Caribeños. Adrián nació en Limón donde fue a la escuela Atilia Mata.
Parte de la secundaria la hizo en el Liceo Nuevo, antes irse a San José porque fue llamado a un proceso de selección sub-15 cuando era uno de los prospectos de Limón FC bajo la dirección de Julio Fuller.
Los padres estiman que su pasión por el fútbol prácticamente comenzó a darse desde el momento en que comenzó a caminar.
“Un ejemplo real de lo que le estamos diciendo puede ser que, cuando tenía un año, en vez de zapatos comunes, llegó con tacos al matrimonio de su tío Henry Alanís. No hubo manera de cambiárselos. Estaba estrenándolos y así se paseó por todo lado”, recordó la mamá.
El paso al conjunto morado se dio una vez que concluyó el proceso con la selección.
Fue presentado a Carlos Santana. Luego trabajó con Manuel Gerardo “El Puro” Ureña y finalmente con Douglas Sequeira.
El ascenso en la estructura morada lo llevó a integrar el desaparecido equipo de la segunda división, bajo la dirección de Vladimir Quesada.
“A principios de año estaba aquí en Limón de vacaciones. Nos encontrábamos comiendo una pizza cuando en eso recibió una llamada de Vladimir en la que le comunicaba que había sido convocado para los 90 Minutos por la vida y que debía de integrarse de inmediato a los entrenamientos”, recordó la mamá.
El principal consejo que recibe del padre, todo el tiempo que se puede, es que “apréndale a don Carlos todo lo que sea posible” porque lo considera uno de los mejores entrenadores del país.
Y lo dice con conocimiento de causa porque Carlos Watson fue entrenador de Jorge Chévez en dos oportunidades. Una en Alajuela en 1985 y la segunda ocasión en 1991 cuando “una gran pelota” llegamos a Carmelita.
AWatson lo califica como una especie de “padre” por el tipo de trato que tiene con sus jugadores y “maestro” por el conocimiento y facilidad para transmitirlo.
Como buen tata, le insiste: “Nunca golpee a un rival dentro del área y de antemano a cualquier jugada sepa dónde esconder las manos, la zona donde usted escogió jugar es un campo minado”.
También le recomienda sacarle provecho al buen remate que tiene y a tener calma para esperar la gran oportunidad pero, eso sí, que cuando llegue “cójala, demuestre sus capacidades sin
andar en pendejeras”, dijo el chuchequero que se quedó en Limón tras despedirse del fútbol con la tromba.
Adrián, a quien sus padres le pagan un apartamento en Llorente de Tibás, el cual comparte con un compañero, llega muy poco a Limón porque están concentrado al 100 por ciento a su pasión: el fútbol al cual comenzó a amar antes de caminar.
Cuando tenía un año de edad, en vez de zapatos comunes, llegó con tacos al matrimonio de su tío Henry Alanís”. KATHYA ALANÍS