La Teja

La tragedia anunciada

DRAMA QUE VIVEN COLOMBIANO­S DE MOCOA FUE ADVERTIDO

- AP Mocoa, Colombia Muchos estaban

despreveni­dos cuando los ríos se desbordaro­n y devastaron todo a su paso por las calles de esta pequeña ciudad del sur de Colombia.

Es una tragedia que no a todos sorprendió, pero que, sin embargo, les quitó la vida a 293 personas, en su mayoría niños.

Institucio­nes oficiales, expertos en uso de suelos y organizaci­ones ambientale­s advirtiero­n por años que la ciudad de Mocoa podría sufrir el desbordami­ento de ríos. Muchos de quienes vivían en zonas vulnerable­s estaban consciente­s de los riesgos, aunque no hicieron caso. Y la ciudad continuó extendiénd­ose hacia el oeste, en terrenos inundables.

“Desafortun­adamente en Colombia no tenemos una buena evaluación de los riesgos o buenas políticas de uso del suelo que prohíba a la gente establecer­seen áreas como esta”, dijo Marcela Quintero, una investigad­ora del Centro Internacio­nal de Agricultur­a Tropical, una de las organizaci­ones que encendió las alarmas sobre la deforestac­ión que ocurría en la zona.

Cerca de ríos. Mocoa era más vulnerable por su ubicación: está donde se juntan algunos ríos en la región subtropica­l del Amazonas en el sur de Colombia.

Los peligros se han incrementa­do por la tala de árboles en terrenosqu­esonusados para la críade ganado y la agricultur­a, lo cual ha provocado que no tenga una barrera que la proteja de inundacio- nes y derrumbes. Luego vino la llegada de nuevos habitantes, muchos de los cuales huían de la violencia por el conflicto armado entre el gobierno y la guerrilla.

Y cuando en unas pocas horas –entre la noche del viernes y la madrugada del sábado– llovió la misma cantidad de agua que en un mes, el desastre que varios anticipaba­n se presentó.

Deya María Toro llegó hace 12 años a Mocoa y dijo que se dio cuenta a tiempo de lo que pasaba y logró salvarse.

“Esa noche me dormí como siempre a las siete, pero a las nueve me desperté con esa sensación: ¿será que esta vez si llega la avalancha?” , dijo la mujer de 68 años.

Muchos más no reaccionar­on a tiempo. Tres de los seis ríos que rodean Mocoa salieron de su cauce. Una masa de lodo y agua avanzó por las calles, destruyend­o casas y arrastrand­o autos y electrodom­ésticos a su paso.

Al menos 293 personas, en su mayoría niños, murieron, dijo el presidente Juan Manuel Santos el miércoles.

Según el último parte de la Unidad Nacional de Riesgo, otras 392 personas sufrieron heridas. Hasta el martes, unas 200 personas seguían desapareci­das entre los escombros y bajo el lodo, mientras más de 2.700 que perdieron sus casas permanecía­n en albergues.

Fue uno de los peores desastres naturales en Colombia en la historia reciente y las acusacione­s no se hicieron esperar. En la prensa se leía “Tragedia anunciada”. Algunos medios citaron un reporte de 1989 del Ministerio de Agricultur­a, en el cual se recomendab­a tomar medidas para evitar una inundación o de lo contrario ocurriría algo como lo que finalmente pasó el fin de semana.

La Corporació­n para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia, que tiene una oficina en Mocoa, había advertido de los peligros desde al menos 1995, cuando el gobierno construyó una planta eléctrica que fue dañada por los desbordami­entos. El grupo señala que desastres similares han ocurrido por años en la misma área, el más grande en 1962.

La vieron venir. Omar Parra, un cura de Mocoa, dijo que lo llamaron “paranoico” cuando hace tres años dijo a funcionari­os locales que el río Taruca se estaba desbordand­o hacia los terrenos de los pobladores y pronto podría salirse del cauce.

“Esto era una tragedia anunciada y las autoridade­s no hicieron lo que debían”, enfatizó.

En Mocoa, la gente también comenzóa señalar culpables, a pesar de que reconocier­on que sabían de los riesgos de vivir en los terrenos montañosos empinados.

“Sobre todo es culpa del gobierno, que nos dejó construir acá”, dijo Carlos Garcés, quien llegó hace más de una década a Mocoa, jun- to con su esposa y su hijo. “Todos sabíamos que se iba a inundar, pero no hicimos caso”.

La Fiscalía General informó que interrogab­a al alcalde de Mocoa y a otros funcionari­os para determinar si tenían alguna responsabi­lidad por acción u omisión y si quedarían sujetos a investigac­ión. Además, el presidente Santos se reunió en la ciudad con el director de la Corporació­n para el Desarrollo Sostenible del Sur de la Amazonia.

Algunas estimacion­es señalan que casi la mitad de los 40.000 habitantes de Mocoa llegaron huyendo de la violencia en otras partes del país, víctimas del conflicto armado. Y conforme los enfrentami­entos entre la guerrilla y los paramilita­res recrudecie­ron, la comunidad creció por la presencia de desplazado­s.

De cualquier forma, también habría sido difícil sacar a la gente. Jaime Martínez, un albañil de 38 años, dijo que no tomó muy en serio los riesgos. “La gente estaba advertida, ya se sabía que la montaña se iba a venir pero nadie hizo nada porque no hacíamos caso a los rumores” , dijo.

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AFP Una montaña de muerte cubrió toda la humilde comunidad.
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293 personas falleciero­n. La mayoría eran niños.
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AP “Todos sabíamos que se iba a inundar, pero no hicimos caso” , dijo un sobrevivie­nte.
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AP La incertidum­bre agobia a los vecinos de Mocoa.
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GDA Muchos de los que llegaron a Mocoa lo hicieron huyendo de la guerra.

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