Malos hasta en la tumba
NI MUERTOS DEJAMOS DE DAÑAR AL PLANETA
Los seres humanos no sólo dejan su huella en la naturaleza cuando están vivos, sino también después de muertos, puesto que los cuerpos en descomposición alteran la química del suelo, advirtió un grupo de científicos.
Nuestros cadáveres, enterrados o incinerados, filtran hierro, cinc, azufre, calcio y fósforo al suelo. Son nutrientes esenciales, pero las prácticas funerarias humanas implican que estos elementos se concentren en cementerios, en vez de repartirse en la naturaleza de manera uniforme, según el nuevo estudio.
Esto significa que, en algunos lugares, puede haber demasiados nutrientes para las plantas y los animales, mientras que en otros no hay suficientes.
Por eso, concentrar los cuerpos en determinados lugares, como los cementerios, “es algo que puede considerarse como antinatural. Es un impacto humano, estamos cambiando los niveles naturales”, aseguró Ladislav Smejda, de la Universidad Checa de Ciencias de laVida, que participó en el estudio.
Lo dañino. Los cuerpos humanos contienen, además, elementos tóxicos como el mercurio de los empastes dentales.
“A menudo se pueden distinguir muy bien las huellas de los cuerpos en descomposición en el suelo. Esas huellas persisten du- rante mucho tiempo, desde siglos hasta milenios”, dijo Smejda.
Los efectos se notarán cada vez más a medida que se entierren más cadáveres, aseguró Smejda. “Lo que hacemos hoy con nuestros fallecidos afectará al medioambiente durante mucho, mucho tiempo. Quizá no sea un problema desde nuestra perspectiva actual, pero con la creciente población mundial podría convertirse en un problema muy serio en el futuro”.
Smejda y un equipo de científicos analizaron los elementos químicos del suelo en cementerios y en lugares donde se dispersaron cenizas. Usaron una espectrosco- pía de rayos X.
También estudiaron esqueletos de animales para medir el impacto de una antigua práctica denominada “excarnación”, en la que los cadáveres se dejan descomponerse al aire libre.
En los tres casos, el suelo contenía concentraciones de elementos químicos “significativamente” más altas que en los alrededores, explicó Smejda.
Si no hubiera cementerios, los restos humanos, al igual que los animales, se distribuirían de formaaleatoria, y los nutrientes que liberan podrían ser reutilizados una y otra vez, en todas partes.