UN TACO SALVADOR
HUMBERTO PINEDA EVITÓ QUE ANIMALES DE PARQUE LIBERIANO MURIERAN EN 2013
Humberto Pineda, conocido como Taco, es un humilde trabajador oriundo de El Salto de Liberia y gracias a él muchos visitantes disfrutan de las maravillosas criaturas del Ponderosa Adventure Park.
Taco no usa capa ni tiene superpoderes, pero es todo unhéroe para los bongos y los oryx (son unas especies de antílopes), las cebras, las jirafas y demás animales del parque de atracciones liberiano.
El cuento de Pineda con las criaturas inició en el 2009, cuando el dueño del lugar, en ese entonces África Mía, era Mario Sotela.
Luego de que en el 2013 Sotela se quedó sin harina para sostener el lugar, los animales quedaron a la deriva y fue ahí cuando Taco prácticamente los adoptó.
“Los animales son como mi familia, por medio de ellos llevo el sustento a la casa. Desde que llegó David Patey, en el 2014, ha habido mucha diferencia, porque con la administración antigua llegó un momento en el que se agotó el dinero y los animales no tenían qué comer.
“Yo venía y aunque nadie me pagaba los alimentaba. Me nacía, porque sabía que si no les daba ramas o zacate ellos se iban a morir, gracias a Dios pudimos sobrevivir y ya con la nueva administración ha habido mucho cambio", afirmó.
Rudos momentos. A pesar de que Pineda tampoco la pasaba bien en lo económico, nunca dejó de preocuparse por los animalitos africanos.
“Hubo momentos muy duros para mí y para mi familia, llegar a una quincena en que no pagaban, hubo una en que hasta me llegaron con tres mil colones, ¿quién puede sobrevivir con eso? Al animal solo le falta hablar, son tan inteligen- tes y agradecidos que lo sorprenden a uno y por eso no quería que les pasara nada", contó.
La situación ahora está mucho mejor y eso lo pueden comprobar las personas que visiten el parque, ahí encontrarán mucha naturaleza, gente buena nota y animales bien pochotones.
Ardua jornada. Su jornada inicia a las 6 a.m. preparando el alimento de todos los peluditos del parque. Les da una comidita llamada pelitizada especial, que es un concentrado de vitaminas (pecutrin), antibiótico y melaza. Todas las criaturas comen y a la vez se nutren bastante.
Aunque ya los bichos saben quién es, eso no hace que el hombre se descuide, porque sabe que eso podría ser fatal.
“Se les da un alimento muy adecuado, ellos están sanos y con buena presentación. Ya me conocen, saben cómo son los tarros donde les damos alimento, hay que mantener la distancia, porque no dejan de ser animales salvajes y peligrosos, pero ellos saben que uno no los va a maltratar”, agregó.
Para que las jirafas no se asusten o los ñús no se pongan espesos, Taco ya los tiene acostumbrados a entrar a cada encierro silbando..
“Siempre les entro con un silbido, todos los días lo hago y ellos así me reconocen, sé que si se altera un animal puede terminar en una tragedia, por eso tratamos de cuidar bastante, más en el área de maternidad.
“De la experiencia me siento muy agradecido por poder estar con animales que pensaba que nunca en la vida iba a poder ver, son únicos y por eso me da orgullo trabajar con ellos todos los días", señaló el liberiano, padre de tres hijos.
Para él, todos los bichitos que han venido y lo que han nacido ahí son lindísimos, pero el bongo le fascina por lo exótico y único que es.
Utilero delujo. El buen brete de Taco no pasa inadvertido por su patrón, el empresario David Patey, quien asegura que es como el utilero en un equipo, porque hace que luzcan impecables los animales que entran al "terreno de juego" en Ponderosa.
“Taco es la figura de aquí, él no piensa en él, es muy humilde y trabajador. Él salvó a muchos animales de lo que hubiera sido una catástrofe, tiene trabajo asegurado por un buen tiempo. La parte del cuido de los animales no me quita ni un minuto de sueño, gracias a ély a la doctora”, comentó Patey.
“Es como el utilero más carga que hay, es quien cuida al animal, es el que hace que todos se vean bien y que estén aún mejor”, dijo el gringo.
Agregó que gracias a Taco y a la veterinaria, que es ucraniana, pasó el susto cuando se dio cuenta que muchas de las criaturitas estaban muertas de hambre.
“¿Qué iba a hacer si no había comida para 300 animales? Él se levantaba, todos los días, con o sin pago para alimentar y buscar comida para que se salvaran los animales. No había capacidad empresarial mía para entender eso, hasta que lo vi y me enamoré de esas actitudes”, añadió el patrón.
Después de eso, todo es historia y poco a poco Patey le fue agarrando cariño al lugar, a los empleados y a los bichitos que viven en el parque de aventuras liberiano.