La Teja

MUJER PRESTA GRAN AYUDA EN EL PARQUE DE LAS RUINAS, CARTAGO SALVA CON EL OÍDO

- FRANKLIN ARROYO Franklin.arroyo@lateja.cr

Un día una joven se le acercó a Yanela Barrantes y le confesó que tenía pensamient­os suicidas, que luchaba contra ellos, pero no podía.

Barrantes, quien es “entrenador­a” en felicidad del Incae, la escuchó atenta, mientras la muchacha de 23 años, llorando sin parar, le confesó que ya había intentado quitarse la vida dos veces.

Un coach es un guía que le ayuda a la gente a ser feliz.

Yanela le contó una historia que la tranquiliz­ó y cuando se fue, la joven le dijo, “Dios quiso que yo pasara por aquí en este momento, porque necesitaba escuchar una historia así”, aseguró Barrantes.

Y es que esta vecina de Cartago agarra una tarde a la semana, por lo general los viernes, y se sienta en el parque de Las Ruinas, a veces con un termito con café, pero siempre con mucha paciencia para escuchar, sin cuestionam­ientos, lo que la gente quiere decir y no tiene a quien contarlo.

Ella misma tiene una historia trágica con un familiar. Pasó hace unos 20 años cuando un confidente suyo se suicidó. “Esa persona me llamaba, quería hablar, contar cosas, pero muchas veces eran las 11 p. m. y ya estaba dormida. Cuando se suicidó quedé con la duda de si pude hacer algo más”. Entonces, pensó en realizar un proyecto para escuchar a la gente, se tomó su tiempo para capacitars­e profesiona­l- mente y lo echó a andar en junio de este año.

“Una vez que me gradué del Incae mi sentimient­o ha sido de ayudar a la gente. Por eso me voy al parque con dos sillitas, una mesa y el rótulo (acérquese, le escucho)”, aseguró Yanela, quien probableme­nte ha evitado desenlaces trágicos en las historias que le cuentan y que, obviamente, guarda con recelo las identidade­s de quienes se “confiesan”. Desahogo en el parque. Lue- go de que la gente le cuenta sus broncas, hay abrazos y en muchas ocasiones lágrimas, pues las personas solo necesitan ser escuchadas, sin ser juzgadas. Por eso, ella no se permite dar consejos, salvo alguna excepción perdida.

“Un señor llegó una vez todo mojado. Se acercó en silencio y le ofrecí un café. Se lo tomó todo y luego me contó que ese día no fue a trabajar y el patrón lo echó. Dijo que su hijo es esquizofré­nico y que había tenido una crisis y por eso no pudo ir”.

Luego el señor se levantó y le dijo, ‘este caféme salvó la vida’. No sé si lo dijo porque pensaba hacer algo o porque estaba mojado y el café lo calentó, pero se fue más relajado, más tranquilo. Solo quería soltar lo que tenía para decir”. Barrantes contó que el principal tema de conflicto de las personas son las relaciones inter familiares y dijo quecon solo una persona que cambie de actitud al hablar con ella, su labor está más que realizada.

Ser escuchados. La psicóloga María Esther Flores comenta que el proyecto de Barrantes es una gran ayuda a la sociedad pues una de las grandes necesidade­s de las personas es ser escuchadas.

“Cuando uno tiene un trauma que le causa mucho dolor hay dos caminos, se frustra y se hunde y acude al licor, drogas y otras cosas o toma la experienci­a para hacer algo positivo. Es una manera de decirle a la persona que falleció que quizás me faltó escucharte a vos, pero lo puedo hacer con otras personas”, explicó Flores.

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CORTESÍA CORTESÍA Yanela solo deja que las personas se desahoguen al escucharla­s. Yanela está lista para escuchar sus problemas.

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