La Teja

¡Aterrador!

Familiar de víctima se desmayó al ver al acusado

- ADRIÁN GALEANO CALVO adrian.galeano@lateja.cr

Por momentos se veía tranquilo y en otros muy inquieto, de vez en cuando sonreía y en una ocasión le entró la malacrianz­a.

Así de cambiante fue el comportami­ento que tuvo el llamado “monstruo de Liberia”, unhombre de apellidos Ríos Mairena, en la primera audiencia del juicio en su contra por la masacre de cinco jóvenes el 19 de enero del 2017 en el barrio La Victoria de Liberia.

El debate se inició a las 9 a. m., en los tribunales de Liberia, dentro de una sala llena de familiares de los fallecidos.

Las víctimasmo­rtales fueron Joseph Briones, de 22 años; Stephanie Hernández, de 23; Dayanna Martínez, Ariel Vargas e Ingrid Massiel Méndez, los tres de 24 años. Una joven sobrevivió.

Risa extraña. Vestido con una camisa blanca, jeans azules, zapatos cafés y con una sonrisa medio burlona fue como Ríos Mairena entró a la sala de juicio. Perola cara le cambióen segundos y se puso malcriado con uno de los custodios que lo lleva- ba hasta su silla.

José Francisco Herrera, abogado de Mairena, debió intervenir para tranquiliz­ar a su cliente, a quien le dio varias palmaditas en el brazo izquierdo.

“Él venía muy bravo, muy malito porque la gente de Cárceles (del OIJ) lo ha tratado un poco grosero. La gente lo ve como una persona demasiado mala, eso hay que limpiarlo”, dijo Herrera.

Dolor y desmayo. La aparición de Ríos Mairena causó toda clase de sentimient­os en los familiares de las víctimas. Muchos no pudieron contener las lágrimas debido a la ira que tenían, y una joven fue la más afectada.

Al ver cara a cara al sospechoso de la masacre la muchacha no soportó y se desmayó.

Familiares y el personal de seguridad de los tribunales la sacaron alzada para que fuera atendida. La joven se repuso, pero decidió no volver a la sala. Según trascendió, la afectada es hermana de Ingrid Massiel Méndez.

Muy cambiante. Durante el resto de la audiencia declararon la menor sobrevivie­nte a la masacre (quien dio su declaració­n en privado), la mamá de Ariel Vargas, Francisca Condega, y tres agentes del OIJ que participar­on en la investigac­ión. Ríos Mairena se comportó de distintas formas mientras esas personas hablaban.

La mayoría del tiempo estuvo sentado en su silla pero inclinado hacia adelante, con los ojos fijos en cada uno de los testigos que iban siendo llamados por la fiscal Aymee Caravaca.

Por momentos se ponía muy inquieto, como con ganas de salir corriendo. Ponía la frente sobre la mesa, se recostaba a la silla y se cruzaba de brazos y finalmente volvía a la misma postura en la que no les quitaba los ojos de encima a los testigos.

Incluso a Ríos le dio por jugar de abogado durante el debate.

Agarró el enorme expediente que tenía su defensor y empezó a leerlo, pasando una a una cada página con el índice de la mano derecha que se mojaba con saliva.

Aunque se mostró muy inquieto durante toda la audiencia, el único lugar hacia el que no volteó a ver fue al lado de la sala donde se encontraba­n los familiares de las víctimas.

Cuchillo como despertado­r. En el juicio la fiscal Aymee Caravaca presentó la acusación en contra de Ríos Mairena, en la cual dio detalles de cómo el acusado habría cometido la masacre. Según la fiscal todo inició cuando Ríos entró silenciosa­mente a la casa donde estaban durmiendo los jóvenes, dirigiéndo­se de inmediato al cuarto en el que estaban durmiendo Joseph Briones, su novia Stephanie Hernández y la menor de 14 años de edad. De manera abrup---

ta y con un cuchillo en la mano los despertó y los obligó a salir del cuarto para llevarlos a donde estaban durmiendo Ariel e Ingrid Massiel, a quienes despertó pasándoles el cuchillo por las piernas

“Seguidamen­te obligó a Ariel a amarrar a Joseph, a Ingrid Massiel, Stephanie y a la menor de edad de pies y manos. Una vez que estaban imposibili­tados para defenderse amarró a Ariel y para asegurarse de que no se iba a soltar apretó las amarras que este había hecho”, dijo la fiscal.

Luego Ríos Mairena se dirigió al cuarto en el que estaba Dayanna, a quien quiso engañar diciéndole que no les haría daño a los demás si ella aceptaba salir de su cuarto.

“Se dirigió hacia el cuarto en el que estaba Dayanna y procedió a persuadirl­a para que saliera, prometiénd­ole que no les iba a hacer nada, a lo que ella respondió ‘muchacho, ¿usted me jura que no nos va a hacer nada?’.

“Él insistió para que saliera a lo que ella dijo ‘es que me estoy descomponi­endo, muchacho’. Ríos se enfurece y le dice que si no sale va a matar a todos, finalmente el hombre entra y saca a Dayana hasta el cuarto donde estaban los demás”, añadió la fiscal.

Una vez con todas sus víctimas amarradas y sin posibilida­des de defenderse, Ríos Mairena procedió a iniciar la masacre, matando primero a Joseph. Luego de acabar con Ariel y Dayanna se abalanzó sobre la menor a la que también apuñaló. La joven se desmayó lo que hizo que el sospechoso pensara que la había asesinado.

De acuerdo con el Ministerio Público, Ríos dejó de última a Ingrid Massiel, con la que aparenteme­nte tenía algún tipo de fijación de carácter sexual.

Pruebas conocidas. En este primer día de juicio la Fiscalía presentó entre sus testigos a tres peritos del OIJ que participar­on en la investigac­ión. Sus declaracio­nes se enfocaron en pruebas que ya habían sido dadas a conocer meses atrás.

Una de las investigad­oras –de apellido Oviedo– habló de cómo ella encontró la huella de una palma ensangrent­ada en una de las paredes de la habitación donde fueron asesinados los jóvenes.

Oviedo explicó que tras realizar las respectiva­s pruebas para comprobar de que se trataba de sangre humana, determinar­on que la huella tenía 14 puntos de coincidenc­ia con la de Ríos Mairena, lo que de inmediato lo situaba como sospechoso.

Por su parte, otra investigad­ora de apellido López se refirió a cómo ella y Aquiles, uno de los perros más conocidos del OIJ, encontraro­n en la casa del sospechoso un cuchillo, una pantalonet­a blanca y unas tenis con rastros de sangre.

Según López, al realizar las pruebas solo lograron tener certeza con el rastro de sangre en el cuchillo, el cual estaba escondido dentro de un mueble al lado del baño de la casa de Ríos.

El juicio se extendería hasta el próximo viernes.

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TENORIO. ALONSO Por ratos Gerardo Ríos parecía aburrido.
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FOTOS ALONSO TENORIO
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ALONSO TENORIO. El sospechoso cambiaba de posición en la silla cada vez que podía.
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ALONSO TENORIO. Una allegada a una de las víctimas se desmayó al ver al acusado de la masacre.

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