La Teja

Jefe policial confiesa ad elincuente­s

A ERICK CALDERÓN LE GUSTA CONOCER A QUIENES DEBE ENFRENTAR

- Rocio.sandi@lateja.cr Erick Calderón

tiene 45 años de edad y durante 22 ha trabajado como policía.

Es el jefe de la Fuerza Pública de San José y en la madrugada del martes pasado resultó herido en la rodilla derecha al enfrentars­e a balazos a dos maleantes que atacaron a un guarda del peaje a Cartago.

Algo así no es nuevo para Calderón, quien ya se ha visto involucrad­o en balaceras en al menos 12 veces debido a su trabajo. Pero las balas no son lo único que abunda en su día a día, también hay historias curiosas, como cuando dos ladrones detenidos mientras asaltaban un súper le confesaron que se metieron a robar porque no tenían plata para comprarles regalos a sus hijos en Navidad. Calderón también es criminólog­o y eso lo lleva a querer saber más –siempre que sea posible– de cada caso que atiende con la idea de entender qué motiva a los delincuent­es a cometer los delitos. –¿Qué lo hizo tomar la decisión de ser policía? Cuando era niño había unas caminatas grandes en Alajuelita y mi abuelita y mi mamá me llevaban. Cuando yo tenía ocho años, mi abuelita me llevó y esa vez me perdí y entre ese mar de gente me puse a llorar; veía tanta gente que creí imposible encontrar de nuevo a mi abuelita. Mientras yo andaba perdido me recogió la Policía y me llevó a la delegación. Estuve unas dos horas, después llegó mi abuelita y mi análisis de niño de ocho años fue que los policías habían ido a ese mar de gente y habían encontrado a mi abuelita. Eso significó tanto para mí que le tomé mucha admiración y respeto a la Policía, ese momento marcó mi vida.

–Si no hubiera sido policía ¿qué habría estudiado?

Tenía muchas facilidade­s con las matemática­s. Cuando terminé la secundaria estaba entre esas dos opciones: ser policía o profesor de matemática­s.

–¿Cómo le ayuda la Criminolog­ía a entender la conducta de los delincuent­es?

La Criminolog­ía es la ciencia que estudia el delito y el delincuent­e y está rodeada de variantes como la psicología, la psiquiatrí­a, la fotografía y se explota en la calle cuando uno está trabajando.

Me gusta hablar con las víctimas y con los delincuent­es para indagar, por ejemplo, qué mueve a un piloto comercial de más de 60 años a ponerse a jalar droga y a meter a un hijo de 25 años en eso. ¿Qué pasó en la cabeza de ese hombre para tomar una decisión como esa?

–¿Está evoluciona­ndo la manera de “trabajar” de los delincuent­es?

Sí, claro. Antes eran más encasillad­os en un área, el que hurtaba solo hurtaba porque eramuyrápi­do; el que vendía drogas solo vendía drogas, el que tachaba carros solo tachaba carros.

Los maleantes han descubiert­o que es mejor ir a la playa, hurtarle las pertenenci­as a los turistas, de paso robarles el carro y cuando regresan a San José llegan y cometen unasalto si sepuedeyde­saparecer el carro. Otra de las evolucione­s que han tenido es que han aprendido a asociarse. –¿Se arrepiente un criminal? Puede ser que sí. Las personas que cometen delitos tienen distintos factores, biológicos, psicológic­os, sociales y hay una combinació­n. Hay muchos estudios sobre si un criminal nace o se hace, pero hay de ambas.

Hay personas que nacen con el gen de la maldad y por más que usted quiera ayudarlos no se puede. Hay otros a los el ambiente donde se desarrolla­n los empuja a hacer delitos o actos que en su entorno son “normales”.

–¿Qué historias lo han marcado?

Una vez un adolescent­e le disparó al vigilante de un colegio y lo mató. Llegué al lugar y mientras los agentes del OIJ levantan el cuerpo me dediqué a buscar al sospechoso, empiezo a hablar con la gente y ellos me van dando pistas.

Busqué y busqué hasta que le llegué al muchacho y le dije: ‘venga acá, ¿qué está haciendo usted?, ¿dónde vive?, ¿por qué está nervioso?, ¿qué edad tenés?, ¿cuénteme qué pasó?’. No duré tres minutos hablando con él cuando me contó todo. Me dijo que le dieron una pistola y le dijeron 'si usted quiere ser hombre vaya a asaltar y a matar a ese señor’.

En otra ocasión un joven le disparó a otro, lo llegó a matar y la única justificac­ión que me dio fue que el grupode amigos que tenía le exigió que hiciera algo cruel para entrar al grupo, entonces él asesinó al muchacho y le robó las tenis.

Estuve hablando con la mamá del muchacho y ella me decía que no entendía porqué el hijo había hecho eso, la condición económica que tenían le permitía al muchacho tener las tenis que quisiera.

–¿Qué es lo que más le gusta de ser policía?

El servir, pero no un servir hipócrita, lo mejor de todo es ver al cliente (ciudadano) satisfecho.

Tenía la tendencia de visitar a las personas que eran víctimas de un asalto en su casa.

La gente entiende y sabe que conunavisi­ta no les iba a devolver el teléfono y la computador­a portátil que les habían robado, pero ese acercamien­to les generaba tranquilid­ad para superar todo lo malo que pasó.

Me gusta servir, lo mejor es ver al ciudadano satisfecho”.

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A. TENORIO. Erick Calderón ha trabajado como policía en San José, Cartago y Limón.
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Los detalles relacionad­os con el trabajo no pueden faltar.
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