La ofensa, recurso de intolerantes
Después de que un grupo de terroristas asesinara a doce personas en las oficinas de Charlie Hebdo en París, como “respuesta” a las irrespetuosas publicaciones que difunde ese pasquín sobre Mahoma, el islam e incluso sobre la Iglesia católica, el papa Francisco, al mismo tiempo que condenó el hecho, señaló: “No puedes provocar. No puedes insultar la fe de otros. No puedes burlarte de la fe”.
Es contradictorio pues quienes se convierten en defensores aultranza de los derechoshumanos, promotores de la tolerancia y del respeto a favor de la no discriminación, convenientemente, olvidan el derecho a la libertad religiosa como un derecho inherente e inalienable de la persona que la faculta a creeronoen Dios y en el cuerpo de doctrina y ética que esa fe comporta. A propósito de nuestro comunicado con ocasión de la decisión del Tribunal Supremo de Elecciones que aprueba el cambio de nombre por identidad de género, algunos “generadores de opinión” que nos tienen acostumbrados al trato burlesco de las cosas serias y a la búsqueda del demérito de la Iglesia, arremeten contra la Conferencia Episcopal acusándonos de homofóbicos. En primer término, la homofobia es entendida por la Real Academia Española dela Lengua como la “aversión obsesiva hacia las personas homosexuales” y, en consecuencia, cabría pregun- tar: ¿Cuándo hemos motivado o impulsado el odio o la hostilidad hacia estos hermanos? ¿Cuándo nos hemos referido a ellos en términos denigrantes u ofensivos?
Siempre y este ha sido un referente ineludible en nuestros mensajes, hemos apelado al respeto de su dignidad como personas, destacando que “es de deplorar con firmeza que las personas homosexuales hayan sido y sean todavía objeto de expresiones malévolas y de acciones violentas”.
Tales comportamientos merecen la condena de la iglesia.