La Teja

“La tierra se movía como el mar”

ARENAL TODAVÍA LA ESTREMECE

- ✦ BRYAN CASTILLO bryan.castillo@lateja.cr

Doña Miriam Segura Sánchez tiene 63 años y fue testigo cercana de la mortal erupción del Arenal el 29 de julio de 1968.

El evento se inició a las 7:30 de la mañana y mató a 89 personas en Pueblo Nuevo y Tabacón. Ella vivía en este segundo pueblo.

Hasta aquel lunes apocalípti­co se pensabaque elArenal era un cerro. Llevaba 400 años inactivo y eso contribuyó a la confusión.

Cuenta Miriam que cuando ocurrió ella tenía 13 años, vivía con su papá, Rafael Ángel Segura, de 46 años, y sus hermanos Germán, de 8 años, y Orlando, de 10.

Recuerda que antes de que el cerro explotara se sintieron socollones que movieron la tierra de una forma que ella desconocía.

A la familia le pareció muy extraño, sobre todo porque en la Semana Santa de aquel año ella, su papá y sus hermanos habían caminado hasta la cumbre del cerro.

“Para subir eran como siete horas. Era muy cansado, pero ir viendo todo era muy bonito. Fuimos a almorzar arriba, estuvimos en la punta y en el hueco lo que se veía era como que un tractor se había metido a hacer trabajos. Se veía toda La Fortuna, no salían gases ni nada de eso, parecía una simple montaña”.

Todo esto nos lo contó ayer en nuestra redacción, a la que llegó ia desde Orotina, donde vive ahora.

Una locura. De los temblores dice: “eran muy fuertes. Yo era la mayor (de los hermanos), entonces me asomé por una ventana que tenía vista hacia el volcán y vi que la tierra se movía como si fuera el mar”, detalla.

“Por esaventana vicómose reventó el volcán, salían un montón de piedras, humo y polvo; se escuchaba como un avión volando encima de la casa”.

El papá les dijo a los tres que estuvieran tranquilos.

“Nos dijo que debíamos ir adonde él fuera porque vivíamos con él, no con nuestra mamá, y que no podíamos llorar. Él era muy estricto y aunque tuviéramos ganas de llorar no podíamos hacerlo porque nos iba peor”, destacó.

A doña Miriam todavía le duele acordarse de todo lo que ocurrió aquel 29 de julio y hasta le tiemblan las manos y se le quiebra la voz. Reconoce que a veces llora al pensar que muchas de las personas que murieron eran conocidas.

“En este momento me estoy haciendo la fuerte, es difícil hacerme a la idea de saber que viví todo eso. Ahora lo cuento con más tranquilid­ad, pero al principio fue muy difícil”, dijo.

A pesar de estar en una zona peligrosa por la expulsión de gases, que al momento de la erupción bajaron a 100 kilómetros por hora y con una temperatur­a de 200 de grados; ella, sus hermanos y el papá se vieron obligados a quedarse en Tabacón,quej unto a Pueblo Nuevo fueron los pueblos más afectados.

“Nos tuvimos que quedar ahí, estábamos llenos de polvo y sucios, no teníamos cómo salir, fue hasta el otro día (30 de julio) que pudimos irnos. A nosotros nos ayudó el periodista de La Nación Miguel Salguero, a mí me ayudó a cargar una maleta que llevábamos”.

Lanzóde todo. Salguero fueentonce­s a la zona devastada un día después de la erupción, entrevistó al papá de doña Miriam para la informació­n que publicaría.

El señor dijo: “Fue una cosa espantosa. Se oyó un gran retumbo. Luego lanzó fuego y agua y de todo. Un calor que casi lo quemaba a uno. Yome quedé metido en la casa, anoche pasé sentado toda la noche, se oían retumbos y rayos”.

Ese fuerte testimonio salió en la edición del 1 de agosto de 1968, cuando La Nación valía 40 céntimos. Salguero detalló en su nota que Miriam tenía puestos zapatos de tacón y que iba detrás de su padre, pero adelante de sus hermanos, Germán y Orlando.

“Recuerdo muy bien todo eso, él (Salguero) iba hablando con mi papá mientras nosotros caminábamo­s. Los tacones se hundían en la tierra, eran los únicos zapatos que tenía y con eso estaba caminando”.

Había que alejarse. Mientras Salguero hacía preguntas avanzaban hacia el lado contrario del volcán, es decir, hacia Tilarán.

“En el camino nos encontramo­s a una persona que nos llevó en carro a Tilarán, nos quedamos viviendo ahí cuatro meses y luego nos fuimos a Limón. Yo me quedé ahí hasta los dieciocho años porque me casé”, dijo.

Doña Miriam conserva La Nación de aquel 1 de agosto de 1968, cuando ella y sufamilia fueron noticia por ser las últimas personas que abandonaro­n Tabacón.

“Para mí es muy especial, es un recuerdo de todo lo que viví. Recuerdo que lo agarré (el diario) porque estaba botado, había una familia que siempre lo compraba entonces lo tiraban.

“Este fue el único que pude rescatar, ya está viejo y deteriorad­o pero ahí se leen los nombres de mi papá, de mis hermanos y el mío, cuando cuento la historia también sacó este periódico”, añadió.

Le preguntamo­s si ahora, cincuenta años después de la tragedia, se atrevería a regresar a Tabacón y su respuesta fue un rotundo no, aunque sí ha pasado por La Fortuna. Desdequese casó, alos 18años, vive en Limonal de Orotina, lejos de los volcanes y de los malos recuerdos cuando era una niña.

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 ?? CRISTINA SOLÍS ?? Doña Miriam tiene frescos los detalles de la tragedia.
CRISTINA SOLÍS Doña Miriam tiene frescos los detalles de la tragedia.
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CRISTINA SOLÍS CABRERA. Esta es la edición que ella guarda. Valía 40 céntimos.
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Foto del 1 de agosto de 1968 en La Nación, salen Germán (con bultito) y el papá de doña Miriam (adelante).
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