Al mal tiempo, buena cara
Laura Arias Torres lleva once años presa en El Buen Pastor. Asegura estar pagando por un crimen que no cometió, pero ha sabido sacarle provecho al tiempo tras las rejas.
Ahora es maquillista profesional, está terminando el bachillerato por madurez y se ha graduado de varios cursos como emprendedurismo, manualidades y computación que les da el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA). Actualmente estudia portugués y es integrante del coro del penal.
Su meta es quedar libre pronto para estar de regreso con sus hijos Jesús (de 22 años), Michelle (de 19) y Reyner (de 15) y abrazar por primera vez a su primer nieto, que tiene cuatro meses.
“Quiero salir a recuperar a mis hijos. Ya no quiero estarmásaquí, quiero seguir siendo mamá y retomar todo lo que abandoné, en realidad que me quitaron al encerrarme”, dijo.
Según nos contó, entre sus cosas guarda el poema que un día le escribió al hombre al que supuestamente mató, Ricardo Martínez Cedeño. Tituló el poema “Nos mataron a los dos” y habla de que el día que la condenaron, de manera injusta como dice ella, la metieron en un cementerio de vivos.
Días complicados. Durante todos estos años Laura no solo ha tenido que enfrentarse a su larga condena sino también a situaciones problemáticas con otras presas.
Los chismes del módulo en los que se ha visto involucrada la han afectado, lo mismo que aprender a lidiar con las líderes del penal.
Cuenta que en el 2008 fue apuñalada tres veces por una compañera de módulo para asaltarla y en otra ocasión la cortaron por negarse a guardar una droga en su cama. “He sufrido muchas agresiones y maltratos, he tenido que estar en protecciónvarias veces porque no he querido hacer ciertas cosas. El último reporte que tengo es por un celular que me decomisaron porque no lo quise bajar a un módulo, es bastante difícil”, dijo. Laura es diabética e hipertensa y también le tocado luchar contra la burla de otras reclusas por su contextura.
Otra batalla. Aunque todavía le faltan diez años para cumplir su pena en El Buen Pastor, asegura que seguirá en la batalla por comprobar que no mató a nadie.
“Mi conciencia está limpia. Todos estos años les he dicho a mis hijos que no se avergüencen, no porque quiera tapar el sol con un dedo sino porque sé, dentro de mi cabeza, que no hubo tal hecho (el homicidio). Sí estuve ahí, no lo pude evitar, fui solo una testigo más, pero los jueces dicen otra cosa”.