“Te vendo un caballo”
En un seminario, por algún lugar del mundo, no sé en qué año y menos el día, escuché al técnico español de fútbol Xabier Azkargorta, contar un chiste-anécdota; “un hombre vendía un caballo, que según su dueño, hablaba, sumaba y restaba, sabía cocinar, leía, etc. Era una eminencia a lo Mister Ed; resulta que un amigo del señor lo compró por ser un superanimal. A los días el nuevo dueñollega enojado, reclamando que el animal no servíaparanada, no teníaninguna de las habilidades por las que se compró, de inmediato, el antiguo dueño le respondió al enfadado comprador; ‘¡siga hablando mal de caballo, y nadie se lo va a comprar!’ finalizó Azkargorta.
En pocas palabras, usted siempre debe hablar bien del producto que va a vender, con seguridad, aunque exagere un toquecito. Eso pasa con ciertos jugadores que por su nacionalidad son más fáciles de vender en cualquier liga.
En Latinoamérica a los argentinos, brasileños o uruguayos les tenemos color que todos son buenos, pero en Costa Rica, ha llegado cada paquetazo que asusta. Todos dicen que jugaron en River, Boca, Flamengo, Botafogo, Peñarol y si acaso llegaron a los “mosquitos” o juveniles.
En la década de los ochentas, me contó un exfutbolista cuando llegaron “mochileros” sudamericanos; estos intrépidos jugaron en la primera división tica, luego recomendaron a sus amigos que jugaban en cuartas divisiones; algunos eran estrellas, pero del equipo del barrio. Moraleja, hay que pelar el ojo con lo que se trae al país; ya compramos suficientes espejitos a Cristóbal Colon.