La Teja

La pegó con el bambú

- ✦ EDUARDO VEGA eduardo.vega@lateja.cr

Una sancarleña de 19 años decidió que ya era hora de hacer algo con tanto plástico de un solo uso y sin saber absolutame­nte nada de empresas, descubrió en las pajillas de bambú una herramient­a para cumplir un objetivo: ayudar al planeta. Raquel Ávalos Alfaro es vecina de Ciudad Quesada y hace dos años se cansó de no hacen nada por el medio ambiente, por eso comenzó a maquinar cómo podía aportar su granito de arena. Nunca se imaginó con una microempre­sa porque apenas comenzaba su carrera de leyes, su otra gran pasión y por eso todo ha sido prueba y error.

“Recién ingresando a la universida­d a estudiar Derecho también comencé a investigar sobre productos amigables con el ambiente, fue así como me nació la curiosidad de vender pajillas de bambú. El proyecto nació de la nada, comencé vendiéndol­e a mi familia, a mis amigos, creo que ellos solo por ayudarme me compraron al inicio, pero así fue como comenzó todo”, comentó.

Poco a poquito. Raque recuerda muy bien cuando vendió su primera pajilla, que después fueron tres, luego 10 y en menos de un año ya dejó de venderle solo a su gente cercana. “Recibí la llamada de un restaurant­e de La Fortuna (San Carlos), me dijeron que sabían sobre mis pajillas de bambú, eso me puso nerviosa porque sólo había anunciado mis pajillas en Facebook y Twitter, de hecho, en ese momento no sabía que tenía una microempre­sa”, recordó.

Las pajillas las compra en Nicoya y las vende en un sobrecito de tela que viene con tres de bambú y una de papel. Cada pajilla de bambú dura aproximada­mente tres meses. El combo vale dos rojitos y después de casi dos años ha vendido como tres mil pajillas. Si usted solo quiere una, le cuesta cinco tejitas y puede llamar a Raquel al 8578-3847.

“Sinceramen­te no veo esto como una empresita que me haga millonaria, algo que me haga crecer y crecer hasta lograr ventas enormes, no. Para mí la prioridad es la naturaleza, aportarle algo al planeta.

“Puedo decir con satisfacci­ón que ya hay tres mil pajillas de plástico de un solo uso menos en los basureros del país, eso es lo que me llena, no es un asunto de colones sino de conciencia”, dijo.

Superbién. Sobre ese aporte al planeta, la estudiante de leyes recordó que un día en San Carlos estaba comiendo en un restaurant­e cuando entró un grupo de turistas extranjero­s y todos tenían las pajillas de bambú que ella vende.

“Me sentí demasiado bien, comprendí que no es asunto de plata sino de que todosdebem­os eliminar de nuestra mente las pajillas de plástico, es el momento de usar pajillas amigables con el medio ambiente, de hecho, mis pajillas son muy bien recibidas, al tico le gustan mucho y al extranjero también, ya la conciencia ecológica está golpeando duro”.

Ampliar el negocio.

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