La Teja

Desapareci­do

- ✦ SILVIA COTO silvia.coto@lateja.cr

Una nueva herramient­a para ligar mete en un zapato a algunos hombres. El delito es conocido como sextorsión y 24 costarrice­nses han sido víctimas.

Erick Lewis, jefe de la Sección de Delitos Informátic­os, explicó que la sextorsión se viene dando en el país desde el 2014.

“Las victimas, que en el cien por ciento de los casos son hombres, reciben una invitación de alguna red social, usualmente Facebook. Los contacta una mujer llamativa, bonita y por lo general la víctima acepta; (la mujer) lo comienza a trabajar hasta que se gana cierta confianza, tampoco es mucho tiempoel que pasa para que sedé el delito, la mujer le pide que tenga un sexo virtual”, explicó.

Van con todo. El hombre y la mujer activan las cámaras y usan los messenger para comunicars­e; la mujer aparece semidesnud­a, usualmente con ropa interior, lo que hasta ese momento no levanta sospechas.

Conforme la situación se calienta la mujer empieza a tocarse, le pide al hombre hacer lo mismo y este accede.

“Cuando el vídeo termina le dicen al hombre que lo grabaron y que aparecen su cara y su entorno, que van a subir el video a YouTube y le mandan un link donde ya se ve. Les dicen que si quiere que lo quiten debe pagarles una suma determinad­a o de lo contrario se lo mandarán a su esposa o a su familia”, explicó el jefe.

La mayor parte de las veces, las mujeres son de Costa de Marfil (África) y de Asia, desde donde les piden a los hombres que les paguen la extorsión por medio de transferen­cias.

Según el experto, antes de ata- car, los sospechoso­s han hecho un estudio del perfil de cada víctima para determinar cuánta plata pueden sacarle y hasta buscan otras posibles víctimas entre los amigos que tiene en las redes sociales.

Nada los frena. En los casos en los cuales el OIJ ha recibido denuncias por sextorsión las víctimas tienen entre 20 y 60 años.

“Al que cae y paga le vuelven a pedir más dinero. Hemos tenido casos en que piden $200 (¢122 milyotro enquese pidieron $4.500 (¢2,7 millones) pero esa persona salía en tele y se movía entre la farándula, por eso le pidieron tanto. Ellos (los extorsiona­dores) envían la invitación a quien sea y nada más esperan que caiga”, dijo Lewis.

El jefe policial comentó que hay casos en que caeuna persona y al rato cae un amigo. “Atendimos un caso en que en la mañana una persona llegó muy asustado a poner la denuncia. Era un empleado de una institució­n pública que lo hizo en horas de oficina y se le veía en la camiseta de la institució­n y en la tarde llegó un compañero que trabajaba en el mismo lugar al que le pasó lo mismo, pero se le veía el carné.

“Analizando ambos casos vimos que los dos eran amigos en redes sociales”, dijo.

Según Lewis, como estos delitos se dan en tantos países, la Interpol ha estado recogiendo informació­n para que las autoridade­s de cada país hagan algo.

El jefe reconoce que aunque existan denuncias hay una gran cifra oculta porque a muchas personas les apena denunciar

Lewis asegura que los maleantes la pulsean por todo lado y que además de la sextorsión que está de moda, utilizan dos tipos más de extorsione­s.

Otra trama. En el primero le mandan a la víctima un correo en el que le dicen que tienen su usuario y contraseña y se las escriben y eso logra que la víctima se asuste; después le dicen que tiene los videos e imágenes sensuales, eróticas, muy íntimas en su poder porque saben que las almacenaba en el correo.

“Mucha gente guarda imágenes así en el correo porque cree que vana estarmásse­guras, los sospechoso­s le indican al afectado que las van a publicar si no pagan cierta cantidad. Hemos visto que no acceden a la contraseña, la tienen porque los grandes proveedore­s de correos electrónic­os han sufrido brechas (huecos) de seguridad, les roban algunas cuentas y estas son vendidas en el mercado negro como bases de datos”, dice el oficial.

En el segundo tipo, el afectado recibe un correo que le dice que la computador­a está infectada con un virus capaz de activar la cámara de la compu y que gracias a eso le han grabado en momentos compromete­dores, que si no paga publican todo.

“Parece tonto, pero la gente cae”, señaló el investigad­or.

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