Secuestradores han evolucionado
El secuestro de Cuco Arrieta en 1971 les demandó a las autoridades once días para resolverlo.
Las vías de comunicación de los secuestradores fueron muy rudimentarias al dejar cartas en la alcancía de una iglesia y el contacto con ellos era muy lento.
Para Gerardo Castaing, fundador de la primera Unidad de Secuestros del OIJ y exagente judicial, estas situaciones ya no ocurren.
Dice que con el avance de la tecnología, los investigadores cuentan con más herramientas para tratar de resolver un caso de privación de libertad lo antes posible.
Asegura que ahora pueden localizar con más rapidez a los secuestradores por medio de los celulares, por ejemplo. La resolución, eso sí, depende de cada caso.
Las autoridades también han determinado que algunos secuestradores se comunican por WhatsApp con los familiares de las víctimas.
Se valen de teléfonos de recarga o que tienen datos falsos, por eso estas investigaciones les consume mucho tiem- po a los agentes.
Mucha ayuda. El secuestro de Cuco Arrieta es quizás uno de los que más angustió a los vecinos de El Guarco de Cartago; no obstante, las nuevas generaciones han olvidado quién fue Cuco o ignoran que donó el terreno para la construcción del colegio Elías Leiva Quirós, de El Tejar de El Guarco, de Cartago y otros donde están ahora el ebáis y la plaza.
Este no fue el único ataque que tuvo Cuco Arrieta, ya que para la guerra de 1948 su casa en Cartago fue quemada y los cuerpos de 200 hombres que fallecieron en la batalla de El Tejar fueron incinerados en el jardín de la propiedad. En 1956 fueron exhumados y llevados a una fosa común en el cementerio de El Tejar.