Coneja con tumba y lápida listas
“Difunta” goza de buena salud
Si usted visita el cementerio municipal de Atenas podrá leer que Rosa Isabel González está muerta y bien enterrada, ya que ahí está su tumba, pero si camina tan solo 300 metros podrá darse cuenta que doña Rosa está pura vida en su casa.
Esto parece una historia digna de la serie “Dimensión desconocida”, pero todo tiene una explicación.
Resulta que doña Rosa es conocida en todo Atenas como Rossi La Coneja, un apodo que a ella le gusta tanto que se aseguró de que una vez que tenga que partir de este mundo nunca se lo puedan quitar, así que a su lápida, esa que tiene lista y colocada en el panteón, le mandó a poner: Rossi La Coneja, su amado apodo.
Todo comenzó por su tata, Gonzalo González, a quien apodaron
“Chalo Conejo” en San Antonio de Belén.
El apodo del papá les cayó a los hijos y doña Rossi no sabe en realidad por qué los llamaron así. En Tiquicia generalmente les dicen conejos a los que tienen muchos hijos. Don Gonzalo y su esposa, Carmen, tuvieron 10 retoños, de los cuales dos fallecieron.
Pero a doña Rossi no la desvela averiguar los motivos del apodo, pues asegura que asumió el sobrenombre “con mucho amor”.
Tanto así, que cuando sacó la cédula por primera vez pidió que le pusieran el apodo, pero en el Registro Civil le indicaron que no se podía. Además, cuando cumplió 50 años se tatuó un conejo en su pierna derecha junto a una R. Para rematar, su casa está invadida de conejos, ya que los tiene de todas formas y colores.
A la tumba. Pero la jugada más radical la realizó cuando decidió inscribir su apodo en la tumba. Doña Rossi se pensionó en el 2010 luego de trabajar como funcionaria administrativa en el Liceo de Atenas. Cuando le dieron las prestaciones un abogado le dio el consejo de invertir en su bóveda, por lo que compró un lote en el cementerio en ¢40 mil, mandó a hacer el nicho de una vez y pagó medio millón de colones. La señora dejó a sus conocidos con la boca abierta cuando colocó una placa en la que se leere: “Rossi La Coneja”. Además, la pieza tiene los dibujos de un rosario, una Biblia y una cruz. Eso sí, aún no tiene fecha de defunción ni de nacimiento, pues su dueña espera que ese detallito tarde su buen tiempo en completarse.
La insólita idea le ha traído varios momentos cómicos,como cuando los lugareños visitan el cementerio y ven la bóveda. Más de uno se queda con los ojos bien pelados al preguntarse cuándo falleció doña Rosa y por qué no se dieron cuenta del funeral.
También nos comentó que el panteonero ha recogido flores naturales y artificiales que dejan en la tumba personas que también se han ido con todo.
Una de ellas fue doña Alicia Rodríguez. “Yo voy continuamente al cementerio a visitar las bóvedas de mi familia. Por curiosidad me puse a ver otros nichos y me topé con el de Rossi. así que después de superar la sorpresa le recé, le puse flores y pensé en escribirle un poema. Luego me contaron lo que había hecho Rossi y me pareció bonito que ella enfrente así su futuro, ya que muchos le tienen pavor a la muerte”, comentó su querida amiga.
Lápida.
Doña Rossi confesó que adora tanto su sobrenombre que por eso decidió adelantar su lápida. “El que no me dice así, es porque no me quiere. Yo llamo a pedir un taxi y solo me conocen como Rossi La Coneja”, comentó.
Y es que doña Rossi no solo es una coneja, sino también una perica muy activa con el Partido Liberación Nacional. Por eso está metida en mil y una agrupaciones como el comité político cantonal, la asociación de vivienda, el comité de educación y bienestar social y hasta en la junta del cementerio, donde esperan que dure muchos años colaborando.
“Yo no le temo a la muerte, a las personas no nos gusta que nos hablen de eso, pero mientras tenga fe y no haga daño, no hay por qué temerle”. Rosa cumplirá el 12 mayo 65 años,y celebrará en grande, aún le queda cuerda para rato.
Hace como un mes me topé con una amiga y me dijo que casi la mato del susto porque había visto mi tumba y nadie le había avisado”.
Rosa González
Pensionada