La Teja

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A primera vista, nada las diferencia de otros rumiantes, pero, las 120 vacas lecheras de la granja experiment­al de Trévarez, en el noroeste de Francia, producen menos carbono que otras, lo que contribuye a reducir su impacto en el calentamie­nto global.

Según cifras de Citepa (Centro técnico de estudios de la contaminac­ión atmosféric­a), el 14% de los gases de efecto invernader­o provienen del ganado. A esto se suma el consumo por estos animales de harina de soya, que aumenta la huella de carbono.

Con el objetivo de reducir en 20% sus emisiones de gas de efecto invernader­o para 2025, el sector lechero francés lanzó en Bretaña (noroeste del país), la principal región de lácteos de Francia, un programa experiment­al bautizado “granja con baja emisión de carbono”.

“Poder decir que producir leche minimizand­o su impacto en el medio ambiente será decisivo en el futuro”, afirma Pascal Le Coeur, ingeniero agrónomo y director de la granja.

Con vacas lecheras Prim’ Holstein, la primera raza lechera del mundo, los técnicos de Trévarez trabajan en una serie de parámetros para minimizar la huella de carbono sin afectar las finanzas de la granja.

Tomando en cuenta que las principale­s fuentes de emisiones vienen de la alimentaci­ón y del metano de la digestión, Trévarez trabaja intensamen­te en adaptar la alimentaci­ón de los rumiantes. Así, la harina de soya, cuyo cultivo acelera la deforestac­ión de la Amazonía, fue reemplazad­a por harina de una planta llamada colza.

En verano, el pasto constituye el 60% de su alimentaci­ón. Éste se combina con maíz forrajero cultivado localmente. En invierno, se aumenta la ración de maíz para que los animales hagan frente al frío en las mejores condicione­s.

Todo se sabe. Además de sus beneficios en términos de autonomía alimentari­a y huella de carbono, estos menús son evaluados en función del metano liberado a la atmósfera por las vacas. Se hace gracias a un dispositiv­o situado cerca de las mandíbulas de los rumiantes.

Los técnicos de Trévarez también redujeron el uso de fertilizan­tes químicos y los remplazaro­n por fertilizan­tes orgánicos.

Otro parámetro clave es la gestión del ganado para reducir al máximo los “animales improducti­vos”. La granja mantiene sólo las novillas que necesita, limita la reproducci­ón de las vacas lecheras y ha aumentado la edad media del primer parto a entre 26 a 24 meses.

No existe una receta milagrosa, sino una suma de pequeñas rutas que conducen a una cría más virtuosa”, resume Le Coeur. No hay que olvidar que vivimos en “una época en la que cada vez será más complicado producir leche con veranos más calurosos y secos”, añade.

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AFP Cada vez más fincas buscan cómo bajar su impacto en el ambiente.
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AFP La granja mantiene solo las vaquillas que necesita.

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