La Teja

EL CÁNCER HA SIDO LO MENOS DURO

- Silvia Coto silvia.coto@lateja.cr

Doña Flor Vargas Campos es sobrevivie­nte de cáncer de mama, y aunque este mal sacudió y cambió su vida, ha sido lo menos doloroso que ha tenido que enfrentar porque la muerte la ha golpeado tantas veces que, aunque parezca mentira, esta enfermedad ha sido lo de menos.

Ella perdió a su mamá cuando era una niña, sufrió la muerte de dos de sus hijos y en cinco años murieron cinco familiares, dos de ellos de manera trágica.

Florcita es vecina de Concepción Abajo de Alajuelita y el próximo lunes 14 de octubre cumplirá cinco años desde que la operaron por el cáncer.

“Yo me estaba bañando y me hice así (se toca los senos), me sentí una pelotita y como yo ya había escuchado tanto de casos de cáncer, me asusté un poquillo, llame por teléfono a mi hija Norma y le conté , ella me dijo, ‘mami, usted no tiene mucha plata en el banco, pero con lo que tiene se puede pagar para a hacer un ultrasonid­o y una mamografía’”, contó.

Vargas sacó de una vez la cita y con un sentimient­o de miedo, pero a la vez de esperanza, fue a una clínica privada en Pavas.

“Un muchacho me los hizo y me dice, ‘es necesario que se haga una mamografía más a fondo porque nuestros equipos no están avanzados’. Él vio algo, y yo me fui unos días después para una clínica que hay en Hatillo centro, la muchacha que me atendió me dijo que me fuera con estos exámenes de una vez a la clínica porque no le veo nada bueno”, relató la mujer oriunda de Heredia.

Florcita no esperó para irse a la clínica de mamas.

“La doctora revisa la mamografía y de una vez me dijo, ‘que tirada doña Flor, sí le veo algo raro, la voy a mandar al Hospital San Juan de Dios’”, recordó. Vargas, quien tiene dos hijas, asegura que en el hospi no esperaron y de una vez le dijeron que tenían que ponerla en control y que era urgente hacerle las biopsias.

“La doctora me dijo, ‘ doña Flor, usted tiene cáncer’. Cuando ella me dijo eso yo no sentí nada, no lloré, no dije nada, no le pregunte nada, me salí del consultori­o, mi hija fue la que le preguntó, estuve como en shock, cuando yo llegué a mi casa y ya me iba a acostar entré en razón.

“Yo decía, ‘yo no tengo cáncer, la doctora está equivocada’, pero como que entré en razón y con cabeza fría me pregunté, ‘y si tengo cáncer, ¿qué puedo hacer?’”, recordó la mujer de 67 años.

A doña Flor le dieron el diagnóstic­o en junio del 2014 y el 4 de noviembre de ese año la operaron, su tumor era pequeño y estaba en el seno izquierdo.”

“Yo tenía mucho busto y más bien con la cirugía me los redujeron, por prevención me sacaron 19 ganglios, la operación duró bastantes horas porque yo tomaba aspirina para niños y no sabía que no se podía y me desangré, pero yo digo que salí bien porque a los dos días regresé a la casa, eso sí, un mes tuve que dormir boca arriba”, contó.

Florcita vivió 40 años en Hatillo, pero apenas la operaron, su otra hija se la llevó para Concepción de Alajuelita para cuidarla y a la fecha vive ahí con dos nietos que la adoran.

Otro golpe. “Tuve que recibir radioterap­ia y en este proceso no lloré, pero sí lloré cuando me dijeron que no me iban a tener que poner quimiotera­pia, porque si había algo a lo que yo le tenía mie

Yo le doy gracias a Dios por esa valentía que me ha dado, con este proceso del cáncer uno sabe que ha encontrado más a Dios, mi fe es mayor”. Flor Vargas Sobrevivie­nte de cáncer de mama

do era a eso. Tengo cinco años de tomar una pastilla y aunque me he sentido muy bien sé que esto es algo de lo que nunca lo dan de alta a uno”, dijo la abuelita.

En medio de la lucha contra el cáncer uno de los golpes más duros fue que el mismo día que le diagnostic­aron la enfermedad, también le dijeron a una de sus sobrinas, llamada Lidia, que tenía cáncer de mamá.

“Para mí eso fue durísimo, porque ella tenía 34 años, era muy joven, a mi sobrina sí se le cayó el pelito, ella se alejó de la familia y no la volví a ver ni saber de ella, pero viera cómo anhelo poder conversar con ella, me gustaría mucho, aunque sé que ella se recuperó”, dijo doña Flor. “Vivir este proceso no ha sido nada fácil, no soy la misma persona, antes de la enfermedad yo trabajaba, es un cambio radical, la angustia por l a que pasé nunca se me va a olvidar ”. Incluso, nos contó que cuando estuvo enferma tuvo que ir donde un sacerdote.

“Fui porque me sentía mal, yo le preguntaba a Dios, ¿por qué a mí, si yo siempre he orado por las personas sobre todo por las que están enfermas? Me rebelé contra Dios, pero después le pedí perdón. Entendí que Él le da esto a las personas que saben sobrelleva­r las cargas”.

Lo más llevadero. Le preguntamo­s a Florcita si el cáncer es lo más duro que ha enfrentado en su vida y con la sonrisa que la caracteriz­a nos dijo: “no, el cáncer ha sido lo menos duro de todo lo que he tenido que vivir y pasar”.

Doña Flor hizo una pausa, parpadeó una vez y después soltó el llanto al decir que los golpes más duros de su vida los mantiene frescos en su memoria.

El primero fue la muerte de su hija Norma, de seis añitos.

“Me la mató un carro, ella tendría 44 años y a mí jamás se me olvida esto tan duro. Ella iba para el kínder con sus primas, vivíamos en La

Puebla de Heredia, al cruzar no se fijó y ocurrió el accidente.

“Cuando llegué al hospital de Heredia ya no había nada que hacer, yo estaba embarazada y a la hija que nació le puse Norma, pero he llorado a mi hija y sigo pensando en ella”, contó doña Flor.

Esta mujer tuvo un niño al que llamó Deyvis, que murió cuando era un bebé. Según nos contó, le estaba cambiando el pañal de tela y cuando ella se volteó para agarrar el pañal, el pequeño se dio vuelta y cayó de la cama, el golpe lo mató. Doña Flor tiene que agarrar aire cuando recuerda a sus hijos, ella asegura que es un dolor que n o tiene comparació­n. E l la perdió a su mamá a los ocho años, murió en un parto junto al bebé que tuvo, tenía cáncer de riñones. En el año 2000, la muerte volvió a sacudir la vida de doña Flor, ese año su madrastra, Mearía Teresa Barquero, murió de cáncer en el estómago.

Dos años después, en Navidad del 2002, recibió otra estocada en el corazón, su papá, don Eladio Vargas, falleció. “Mi papá y yo éramos muy unidos. Ese día él venía de las playas por el monte del Aguacate, y se fue en un guindo, a papá lo rescataron y recuerdo que cuando lo iban a subir en la ambulancia, él decía con la mano adiós, lo vi en tele, estoy segura de que se estaba despidiend­o de nosotros, él murió en el hospital”, recordó.

La muerte se ciñó con Florcita. A la Navidad siguiente, su esposo, don Mario Chavarría, con quien compartió 40 años también falleció. Ellos se amaron hasta el último día.

“Mi esposo, el 24 de diciembre del 2003, un año después de la muerte de mi papá se fue para Puriscal y comió chicharron­es. Cuando regresó a la casa me dijo que se le estaban haciendo moretes en todo el cuerpo. Creyó que fue porque le cayeron mal los chicharron­es.

“Yo le dije, ‘vamos al hospital’. Y me dice, ‘yo voy, pero hágame café y me da otro chicharrón. Yo le dije que le iba a caer mal, pero igual se lo comió”, relató.

Cuando la pareja llegó al hospital a don Mario lo internaron de un solo.

“La noche de ese 24 me dijo que me fuera para la casa a poner el Niñito, yo le pregunté si en serio quería que me fuera y me dijo sí, pero que no quería morirse solo, y le dije que dejara de hablar tonteras.

“Él hizo el portal ese año, nunca lo había hecho, él pasó dos días más estable”, recordó.

“El había tenido cáncer de próstata, cuando llegamos el 27 lo habían pasado a la Unidad de Cuidados Intensivos, tenía leucemia, incluso, no se me olvida que el muchacho de la cama de la par me dijo que se había puesto más mal porque vio en la tele que detuvieron al padre Minor, y él lo defendía, no creía nada de lo que lo acusaron.

“Ese día el doctor nos dijo que nos fuéramos y al llegar a la casa nos llamaron para avisarnos que había muerto, él esperó que nos fuéramos para fallecer”, dijo Vargas.

La muerte parecía no querer soltar a esta herediana, al año siguiente su hermano más cercano, Eladio Vargas, falleció.

“Él sufrió una caída en el baño, se golpeó la cabeza, él quería que yo lo llevará al hospital, pero yo estaba lejos, entonces le dije que se fuera y que yo llegaba, él iba bien, pero se complicó y lo pasaron del hospital de Heredia al México, llegué a verlo y le digo, ‘mi hermanito, aquí estoy’. Y la enfermera me dice no la va escuchar, hace cinco minutos murió, me sentí destrozada”, contó.

Al año siguiente, perdió a su cuñado Manuel Vindas, de cáncer de pulmones.

“El cáncer es la herencia que no le quiero dejar a mi familia, es mi mayor miedo”, aseguró.

Este domingo doña Florcita participar­á en la Caminata contra el cáncer de mama en el paseo Colón, desde que la diagnostic­aron asiste a la masiva actividad y asegura que así será hasta que la vida se lo permita.

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 ?? SILVIA COTO ?? Doña Florcita es una mujer muy valiente, ha enfrentado no solo el cáncer sino trágicas muertes.
SILVIA COTO Doña Florcita es una mujer muy valiente, ha enfrentado no solo el cáncer sino trágicas muertes.
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CORTESÍA DE LA FUNDACIÓN Doña Flor todas las semanas va a reuniones con la sicóloga Susan Ortiz de la Fundación Dra. Anna Gabriela Ross y otras sobrevivie­ntes.
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GRUPO NACIÓN La sobrevivie­nte ruega a las mujeres y hombres a revisarse.
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COTO FOTO: SILVIA El lacito rosa acompaña a la valiente mamá y abuelita.
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VIA COTO SIL Cinco años tiene doña Flor de que la operaron.

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