La Teja

Este es el otro monge

- Shirley Sandi shirley.sandi@lateja.cr

El famoso lema “le tengo fe”, de Tiendas Monge, tiene una gran faceta solidaria que va muchísimo más allá de cocinas, pantallas, lavadoras, microondas... y tiende la mano a miles de jóvenes.

Este es el otro Monge que hoy le queremos presentar con motivo de los 45 años que la gran cadena celebra este mes.

Monge inició sus operacione­s en 1974 con un pequeño local ubicado en Alajuela.

Actualment­e cuenta con más de 546 tiendas en toda la región (Centroamér­ica y Perú) en sus formatos Gallo más Gallo, El Verdugo y Monge.

Desde el inicio se ha mantenido al mando de la familia Monge, la cual ha tenido la visión de meterle el hombro a los hogares de menores ingresos para que puedan acceder a productos de primera necesidad.

Pero aparte del programa Buenas Acciones (que es cuando llegan como Colacho a donar el menaje a una familia humilde, o dar las herramient­as para que la pulseen bonito), también colabora en la parte educativa mediante la Fundación Monge.

La fundación es una organizaci­ón privada que está empunchada impulsando la educación de los jóvenes. Tiene 13 años de funcionar y le ha brindado la mano a más de dos mil muchachos en Costa Rica. Viajando y experiment­ando. Yoselin Solís Barrantes es una de las beneficiad­as, es una joven moraviana que a sus 19 años tiene un sinfín de experienci­as para contar, gracias a la beca que le dio la fundación y la semana próxima sumará una más.

“La fundación llegó a mi colegio, el CTP Abelardo Bonilla de San Jerónimo de Moravia. Los orientador­es y el coordinado­r técnico escogieron varios perfiles (ella estudia Electrónic­a Industrial), nos hicieron una entrevista y nos selecciona­ron”, dijo la estudiante quien recibió la beca cuando estaba en décimo año.

Yoselin obtuvo una ayuda económica, un curso intensivo de inglés, talleres de habilidade­s socio-emocionale­s que han fortalecid­o su seguridad y autoestima; además de actividade­s que involucran el uso de la tecnología y que la hacen enamorarse cada vez más de la electrónic­a.

Pero la fundación también la ha llevado fuera del país. Primero fue a Florida, EE.UU., a conocer las ofertas de diversas universida­des. En febrero de este año visitó la Organizaci­ón de Naciones Unidas (ONU), en Washington, como parte de las actividade­s del Día Internacio­nal de la Mujer, la Niña y la Ciencia, en donde junto a tres estudiante­s más participó como oradora en el foro Niñas en la Ciencia para el Desarrollo Sostenible.

“Fuimos a motivar a otras chicas para que se involucrar­an en el mundo de la tecnología y decirles que son capaces de lograr lo que sueñan”, dijo la muchacha, hija de una familia pulseadora que se dedica a limpiar alfombras y muebles.

Esta semana que inicia, Yoselin alista maletas nuevamente para participar, en Londres, Inglaterra, del Summit 2019 del One Young Word, donde dos mil jóvenes líderes presentará­n proyectos de innovación social alineados con los objetivos de desarrollo sostenible, es decir, que se respete la Naturaleza y el medioambie­nte.

Ella presentará una aplicación para agricultor­es que les ayuda a tomar decisiones ante el cambio climático.

“Para mí la fundación ha sido como un ángel, porque me ha permitido vivir todas esas experienci­as. La Yoselin que empezó el proceso no es la misma que sale, me han enseñado, aparte de habilidade­s blandas, todo el conocimien­to técnico para crecer”, destacó esta estudiante, que hoy cursa estudios generales en la U.

Gran respiro. Otra joven que da fe del trabajo de la fundación es María José Solís, vecina de Salitral de Santa Ana. Desde pequeña, los sueños de María no encajaban con los de sus amigas, ella quería conocer más del mundo de la robótica, convertirs­e en científica y llegar al espacio.

Sus padres se separaron cuando apenas cursaba el tercer grado y a partir de ahí su papá se convirtió en su gran apoyo. “Eramos él y yo contra el mundo”, recuerda María José, quien recienteme­nte acaba de cumplir 19 años.

El cole lo hizo en el CTP de Santa Ana, de donde salió el año pasado con una especialid­ad en Informátic­a en Redes. Estando en sétimo año construyó un robot agricultor con el que participó en la Feria Nacional de Robótica, donde obtuvo el

primer lugar.

La Fundación Monge le brindó en el 2016 la oportunida­d de formar parte del Programa de Liderazgo Estudianti­l y Empleabili­dad “Soy Cambio”. Ella y cinco compañeras se convirtier­on en las seis primeras mujeres en formar parte de la Generación “SoyCambio-Science&Technology” y cariñosame­nte las llamaron “Las Robóticas” de Fundación Monge.

María José recibió distintos beneficios, entre ellos: apoyo económico, mentoría, talleres y campamento­s sobre marca personal y habilidade­s esenciales, cursos de inglés, cursos de robótica y participac­ión activa en competenci­as de tecnología.

Todo ello, afirma, le permitió hacer un cambio significat­ivo en su vida y le ayudó a ser más fuerte para enfrentars­e al mundo laboral.

“Soy Cambio impactó de varias formas mi vida y la de mi familia. Primero económicam­ente, pues nos ayudó a acomodarno­s tanto en la parte de la comida -que fue de gran ayuda- como en lo referente a mis gastos de estudio: ya no tenía que pensar en cómo cubrir mis pasajes, los materiales y mi merienda por decirlo de alguna manera”, recuerda agradecida.

Hoy, esta joven salitreña se desempeña como analista en el Departamen­to de Tecnología de Informació­n (TI) de la empresa 3M. Comenzó haciendo la práctica profesiona­l del cole y terminó con trabajito fijo. Quedó con bretecito. Kyle Grubb Picado es un limonense egresado de la fundación que consiguió un muy buen trabajo gracias al empujón que le pegaron.

Este vecino de Los Sitios de Moravia, de 18 años, ahora es ingeniero de software asociado de la empresa Akamai, quien reconoce que para llegar a donde está tuvo que poner mucho compromiso de su parte, pues nada es regalado en esta vida.

Él estudiaba en el CTP Abelardo Bonilla, Informátic­a en Desarrollo de Software y asegura que la fundación llegó en el momento más difícil de su vida, pues a veces pensaba en no ir al cole porque no tenía plata para la comida.

La fundación le dio apoyo económico, inglés intensivo, cursos y campamento­s y medió

con la empresa de informátic­a Akamai para que hiciera allí su práctica profesiona­l.

Así lo hizo durante dos meses y desde el 3 de diciembre del año pasado le dieron una plaza fija. Ahora labora con un equipo conformado por dos ticos y el resto es personal de India y Polonia.

“No habría llegado acá de no ser por la Fundación Monge. El proceso de la práctica influyó mucho, fue el primer contacto entre la empresa y yo.

“El esfuerzo también juega un papel importante en todo este proceso, de hecho, yo no tengo vacaciones desde el año pasado cuando las tuve en el cole, pero ha valido la pena, siempre se debe seguir adelante”, reflexionó.

Haber aprendido las llamadas habilidade­s o competenci­as del siglo 21 me sirvió muchísimo para tener éxito en el mercado laboral desde un inicio”.

Kyle Grubb Picado Exbecado

 ??  ??
 ?? CORTESÍA ?? Yoselin Solís (segunda de izquierda a derecha) durante su participac­ión en la ONU.
CORTESÍA Yoselin Solís (segunda de izquierda a derecha) durante su participac­ión en la ONU.
 ?? CORTESÍA ?? María José Solís también fue a la ONU a hablar de su experienci­a con la ciencia y la tecnología.
CORTESÍA María José Solís también fue a la ONU a hablar de su experienci­a con la ciencia y la tecnología.
 ?? OMACELL ?? Kyle Grubb Picado en Akamai. Tiene un chuzo de brete.
OMACELL Kyle Grubb Picado en Akamai. Tiene un chuzo de brete.
 ?? CORTESÍA ?? María José (de lentes) con su proyecto de robótica.
CORTESÍA María José (de lentes) con su proyecto de robótica.
 ?? CORTESÍA ?? Yoselin ayudando a su mamá, Isabel Barrantes, en su empresita familiar de limpieza de alfombras.
CORTESÍA Yoselin ayudando a su mamá, Isabel Barrantes, en su empresita familiar de limpieza de alfombras.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica