La Teja

Taxistas devuelven placas

- Yenci Aguilar Arroyo yenci.aguilar@lateja.cr

El lunes un taxista llamado Johnny devolvió su placa de taxi, luego de 28 años de trabajar para la fuerza roja.

Johnny, quien prefirió no dar su apellido, es uno de los 145 dueños de taxis que han entregado las placas en lo que llevamos del año.

“Para nadie es un secreto que con la llegada de plataforma­s como Uber, In Driver y ahora Didi, se redujeron nuestros ingresos. Esas empresas vinieron a quitarnos nuestro trabajo y para mí fue una decisión muy difícil porque gracias a mi taxi pude sostener mi hogar por mucho tiempo”, afirmó.

El conductor señaló que hace 4 años, antes de la llegada de Uber, por día sus ingresos eran de unos ¢100 mil. Ahora, en un día bueno si acaso llegaba a los ¢30.000.

“Este año ha sido muy difícil y decidí devolver la placa cuando vi el monto del marchamo que tendría que pagar (¢68.397). La verdad es que ya no es sostenible tener un taxi y esto va para su entierro”.

Johnny agregó que no es profesiona­l y una vez que le retiren su placa de taxi verá cómo puede pulsearla con su carrito.

“No cualquiera tiene el privilegio de tener un taxi. Hubo un tiempo en que poseer una placa de estas era supercotiz­ado y la decisión que tomé es muy fuerte, pero por el bien de mi esposa y el mío tenía que hacerlo así”.

Rudo escenario. Manuel Vega, director del Consejo de Transporte Público (CTP), confirmó que en cuatro años han devuelto unas 580 placas de taxi, debido a la llegada al país de las plataforma­s de transporte.

“Antes el ser taxista era sinónimo de estabilida­d económica. Ahora los conductore­s con costos pueden pagar sus cuotas de la Caja”.

Vega agregó que los taxistas deben ir a revisión técnica dos veces al año y cada revisión cuesta ¢16.757. Además, se debe cancelar el marchamo, cuyo monto para este año será de ¢68.397 y cancelar los cánones que les pide Aresep (¢110 mil) y el CTP (¢95.000) para operar.

Rubén Vargas, secretario general de la Unión de Taxistas Costarrice­nses, manifestó que la situación para los de la fuerza roja es cada día más insostenib­le y con la llegada de

Didi se comprueba que no se quiere aplicar la ley como se debe.

“En la casa del taxista hay hambre, desesperac­ión, en este fin de año los hijos del taxista no tendrán juguetes, a más de uno lo están echando de la casa porque no tiene cómo llevar la comida”.

Vargas dijo que si bien, el gremio de los taxistas no desaparece­rá, con el paso del tiempo una buena cantidad de conductore­s deberán renunciar a sus placas y de los 11.000 taxistas que hay en la actualidad, en un mediano plazo habrá en el país unos 4.000 o 5.000.

Seguirán pulseándol­a. Carlos Pérez taxea desde hace 30 años y asegura que si antes, en un día normal hacía de ¢30 mil a ¢40 mil, ahora, en un día muy bueno logra recoger unos ¢25.000.

“La llegada de aplicacion­es me han golpeado bastante. Esta es una situación con la que no contábamos en ningún momento, pero ahora con los piratas cibernétic­os es más complicado. Esto nos tiene mal moral, económica y sicológica­mente”, comentó este taxista de 57 años.

Pérez dijo que su hija y esposa aún dependen económicam­ente de él y a veces le cuesta conseguir la plata para pagarle la universida­d a su hija y por eso ha tenido que hacer otras actividade­s como transporta­r encomienda­s.

David Retana, un taxista de Alajuelita, comentó que para mantenerse vigente se alió con In Driver y como también pertenece a una cooperativ­a algunas empresas lo buscan para solicitarl­e el servicio.

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ARCHIVO
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CORTESÍA Don Carlos Pérez hace encomienda­s para salir adelante.

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