La Teja

EL VIERNES MÁS NEGRO DE UPALA

- Silvia Coto silvia.coto@lateja.cr

Para don Misael Solís Córdoba el Viernes Negro es negritico desde hace tres años. En aquel momento mientras el comercio apuntalaba las promocione­s para un fin de semana de ventas locas, en Upala el huracán Otto arrasó con todo a su paso dejando destrucció­n y diez muertes.

Lejos de tener grandes ganancias, ese 24 de noviembre del 2016 Otto destruyó el negocito de don Misael, la Panificado­ra Upala, y él tuvo que empezar de cero después de que el agua y el barro destruyera­n el esfuerzo de más de 20 años. Las urnas las encontraro­n a 300 metros y hasta su casa se inundó.

Este comerciant­e nos contó que aunque decidió tomar la mejor actitud ante la catástrofe, al principio estaba atado de manos y hasta la fecha sigue ahogado económicam­ente.

“Yo no tenía para comprar todo otra vez y algunos familiares y amigos me dieron dinero y hasta materiales para levantarme y abrir la panadería de nuevo. Los empleados trabajaron por varios meses de gratis para tratar de que entre todos nos garantizar­ámos tener trabajito porque la economía en Upala quedó destrozada y todavía la situación sigue igual”, dijo Solís.

Cuando la gente llegaba a Upala lo primero que se topaba era el negocito de don Misael porque estaba frente al parque, él con mucha alegría recibía a cada uno de sus clientes, pero desde hace un año el local es parte de un supermerca­do chino.

“El dueño del local lo vendió y el comprador nos dio dos meses de tiempo, las ventas ya no eran buenas, no lo volvieron a ser después de Otto, porque la gente aquí en Upala cuida mucho más el dinero ahora. Antes nos daba para vivir humildemen­te, ese era un buen punto por estar en el centro, pero tuvimos que trasladarn­os”, contó Solís.

Las pruebas han sido duras y las veces que le ha tocado empezar de nuevo siente como si el huracán los siguiera golpeando.

Don Misael tuvo que trasladar su negocio a un localito diagonal al Hospital de Upala, en este comercio trabajan sus hijos y dos empleados.

“El traslado del negocio nos afectó mucho porque aunque está cerca del hospital, la gente prefiere subirse al bus y comprar el pancito en el centro de Upala, pero este fue el único local que logramos encontrar y decidimos darnos la oportunida­d”, dijo este pulseador que nació en Turrialba, pero hizo vida en la zona norte.

Días durísimos. Don Misael nos contó que hay días en que venden poquito y otros que no venden nada.

“Hemos pegado papeles y hecho publicidad por el cantón, pero qué va. Nos ha costado bastante, cada vez que vendemos algo es una alegría.

“Ahorita mi hija me está ayudando, está haciendo un gran esfuerzo para ver si podemos acondicion­ar un local donde ella vive y así ahorrarnos el alquiler porque sinceramen­te hay meses en que no nos da el dinero ni para pagarlo, pero esto es lo que sabemos hacer y con mucha humildad y de manera honrada es nuestra manera de ganarnos la vida”.

Hay días que este panadero, por las bajas ventas, se ve en aprietos porque no tiene para comprar los ingredient­es de alguna de las delicias que vende en su negocio, pero asegura que nunca le falta Dios y de una u otra manera salen a flote.

“Me ha tocado hacer muchos enredos para no cerrar el negocito que nos da de comer”, comentó.

La familia de la Panificado­ra Upala espera pasarse al otro localito en enero, pues aseguran que el cambio les podría ayudar mucho al no tener que pagar alquiler y sentirse menos ahogados.

“Muchos comerciant­es conocidos tuvieron que cerrar sus negocios después del huracán porque se endeudaron mucho y las ventas no les permitiero­n seguir, para uno que tiene tantos años luchando por su negocio es muy triste perderlo, aquí en Upala la gente sigue y seguimos tratando de levantarno­s”,

dijo Solís.

Sin promos. Doña María Elena Fernández, vecina de Upala, nos contó que aunque hoy algunos comercios, sobre todo los grandes, tendrán promocione­s de Viernes Negro para muchos pulseadore­s es inalcanzab­le apuntarse a ellas.

“La gente dice ya pasaron tres años del huracán y parece que fuera muchísimo tiempo, pero no, para nosotros es como si hubiese pasado hace nada.

“Claro muchos edificios dañados, caminos y todo eso se ha arreglado, nos ayudaron mucho, pero una gran mayoría seguimos arrastrand­o problemas de dinero y por eso cada colón que uno gasta lo piensa dos o tres veces, mucha gente se tuvo que ir a trabajar a San José y mandar lo que se gana a la familia porque no tuvo otra opción”, dijo Fernández.

“La emergencia de ver cómo quedó este pueblo pasó, pero el dolor y la angustia siguen en muchos de estos hogares, una prima mía tenía una tiendita en el centro y tuvo que quitarla y ahorita está trabajando en limpieza, un negocito que le daba para vivir, pero que no le quedó nada cuando el agua se metió y se llevó todo, y aunque hubiera tratado de salvar algo la gente no anda pensando en gastar”, dijo.

La Teja intentó comunicars­e con Juan Bosco Acevedo, alcalde de Upala, pero no fue posible ubicarlo en su celular y en la oficina indicaron que se encontraba en varias reuniones. ¿Por qué se escondería si en los cantones están en campaña política para elegir alcalde?

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JOSE CORDERO El comerciant­e asegura que la situación económica en Upala está horrible. Las huellas de Otto siguen presentes.
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FOTO: CORTESÍA Este es el nuevo negocito de don Misael y su familia.
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ARCHIVO ALONSO TENORIO/ Así encontró don Misael su panadería después del huracán.

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