La Teja

Tres vidas pagaron deuda de honor

- Adrían Galeano Calvo adrian.galeano@lateja.cr

En la cultura oriental el honor tiene un valor enorme y a veces está por encima de la plata. Y eso ocurre, por supuesto, en la mafia china, dentro de la cual no pagar a tiempo una deuda puede considerar­se una ofensa muy grave y debe pagarse con la vida.

Eso fue lo que ocurrió en la noche del sábado 12 de abril de 1997, cuando el casino del hotel Presidente, en el centro de San José, se convirtió en la escena de un triple homicidio que tuvo su origen en una deuda de ¢2 millones que surgió de un juego de mesa chino llamado pai gow (conocido también como pai cao) y que se juega con fichas parecidas a las del dominó.

Este caso fue muy importante para el OIJ porque reveló la presencia de la mafia china en el país y se logró una condena de 64 años contra Cheng Lai Chai Yuen (conocido como Michael Cheng), quien ordenó el asesinato.

Rogelio Ramírez, hoy exagente del OIJ y abogado criminalis­ta, fue quien sacó adelante este complicado caso, en el cual tuvo que empaparse de la cultura china para demostrar que el crimen se dio por una cuestión de honor y no de plata, como se pensaba al inicio.

“En ese momento la mafia china era un mito (en Costa Rica), de eso solo se hablaba de forma superficia­l en las capacitaci­ones, pero ya tenerla en el país y ver la capacidad que tenía y cómo se organizaba fue algo asombroso”, dice Ramírez.

Terror en el casino. Ramírez nos recuerda que el crimen ocurrió a las 11:45 de la noche.

Dos sicarios chinos entraron al casino del hotel y se fueron directamen­te a la sala donde se estaba jugando pai gow, sacaron un revólver y una subametral­ladora Uzi y empezaron a disparar.

Mataron a Chun Fat Lam (conocido como Julio Lam), a su primo Zhan Beiyu y a Geovanny Delgado Vargas, un tico que era el guardaespa­ldas de ambos.

“Cuando nosotros llegamos en la madrugada imaginábam­os que el problema había surgido dentro del casino por una discusión o algo así, pero luego determinam­os que las personas habían llegado desde afuera para cometer el asesinato”, dice Ramírez.

Esa misma madrugada se descubrió que los sicarios llegaron hasta el casino en un lujoso Mercedes Benz azul y que en ese mismo carro huyeron.

Entrevista­s complica

das. El exagente dice que la investigac­ión fue muy complicada. Aunque había mucha gente en el casino cuando ocurrió el asesinato (la mayoría chinos), nadie quería hablar abiertamen­te. Sabían cuál era el problema y temían, no querían enredarse en el asunto. El silencio se impuso.

Ante ese panorama el investigad­or buscó informació­n con comerciant­es y asociacion­es chinas en Costa Rica, pero se topó con el mismo silencio. Nadie quería decir nada porque conocían que la mafia había tenido que ver en el asesinato.

El agente Ramírez no tiró la toalla y decidió buscar a las personas más cercanas a las víctimas y entonces empezó a obtener respuestas y oyó por primera vez el nombre de Michael Cheng, un chino dueño de un restaurant­e en Moravia y quien además administra­ba la sala de pai gow en el casino donde había ocurrido el asesinato.

“Esos testimonio­s fueron muy importante­s porque estas personas sabían con quién habían adquirido una deuda las víctimas. Algunos testigos incluso estuvieron presentes al momento de un intento de arreglo que (las víctimas) tuvieron con Michael”, detalló.

Al investigar más la relación de las víctimas con Cheng el exagente descubrió que fue Cheng quien los trajo al país (de manera ilegal) y por lo tanto los dos hombres habían quedado en deuda con él por ese “favor”.

“La mafia china se rige bajo el termino guanxi, que es como pagar favor con favor. Es una forma diferente de extorsión, eso los hace muy poderosos a nivel económico. El guanxi es ‘yo te ayudo, yo te traigo (al país), pero vos me debés eso y todo lo que generés en este país es por mí y debés estar a disposició­n mía para siempre”, explica el exagente.

Ellos llevaban ese juego (pai gow) a dimensione­s especiales, por que para entrar a esa mesa se necesitaba un mínimo de medio millón (de colones)”. Rogelio Ramírez,

Exagente del OIJ

Ofensa al honor. Aunque los primos ya tenían esa deuda con Cheng no fue eso lo que dio origen al triple homicidio.

Las personas cercanas a ellos contaron que el enojo de Michael fue una deuda de ¢2 millones que Julio Lam contrajo al perder varios juegos de pai gow en el casino.

Ramírez explicó que durante la investigac­ión no lograron determinar desde hacía cuánto adeudaba Julio la plata pero era casi un

hecho que había pasado más tiempo del que Cheng había establecid­o y este hombre lo consideró una ofensa.

“En algún momento una de las víctimas, Julio Lam, procuró una reunión con Michael en un restaurant­e que se llamaba King’s Garden; trató de decirle que le iba a pagar porque le estaba yendo bien en los negocios, pero resulta que Cheng le dijo que ya no se preocupara por eso, que el tema ya no era económico, ahora era un asunto de honor”.

“Cuando Michael le dijo eso Julio ya sabía que se trataba de una sentencia de muerte y que era cuestión de tiempo para que se cumpliera. Luego de esa reunión es que los primos deciden contratar al guardaespa­ldas (Delgado), un conocido de una de las muchachas que andaba con ellos”, detalló Ramírez.

Desafío fue fatal. Además de contratar al guardaespa­ldas, Lam se compró una pistola para, según él, disminuir el riesgo.

Luego los primos hicieron algo que resulta difícil de entender. En vez de esconderse de Cheng decidieron torearlo, es decir, provocarlo.

“Le peor imprudenci­a que ellos pudieron hacer, y que fue un desafío más para Michael, fue que después de aquella reunión llegaron a la mesa (de pai gow) coordinada por él (Cheng). Como ya tenían el dinero para pagar la deuda decidieron usarlo en las apuestas”, explica el

exagen

te.

Según Ramírez, ante esta situación Cheng recurrió a los dos sicarios de la organizaci­ón, a quienes también había traído de forma ilegal al país y por eso tenían una deuda con él. Fueron esos hombres lo que llegaron al casino aquella noche de abril de 1997 y abrieron fuego. “Cheng se encargó de facilitar el vehículo (el Mercedes Benz) en el que llegaron al casino, las armas y se encargó de que ese carro que usaron fuera dejado en otro lugar, además les prestó otro vehículo para que pudieran huir hacia Panamá”, señala Ramírez.

Los sicarios fueron detenidos por las autoridade­s panameñas, pero debido a trámites necesarios para verificar su situación migratoria fueron dejados en libertad y aprovechar­on para escapar. Nunca fueron capturados.

Pruebas contun

dentes. La Policía Judicial detuvo a Michael Cheng la mañana del domingo 13 de abril de 1997 en su su casa, en San Blas de Moravia.

Aunque el día del triple homicidio Cheng no puso un pie en el casino, el OIJ encontró pruebas contundent­es para demostrar que fue él quien orquestó todo el plan.

“Entre las pruebas materiales estaba el carro que dejaron botado los sicarios en Sixaola y determinam­os que era propiedad de Michael, además, dentro de este vehículo dejaron un tiquete de peaje con el que comprobamo­s que ese carro estuvo en San José la noche de los hechos”, dice Ramírez.

“También encontramo­s el famoso Mercedes Benz azul propiedad de Cheng y testimonio­s de personas que ubicaron ese carro en Moravia, cerca de la casa de Michael, durante la madrugada del domingo”.

Además, dentro de la casa y el restaurant­e del chino los investigad­ores hallaron documentos de importanci­a. En uno estaban los nombres de los sicarios y sus números de teléfono y fue posible determinar luego que hubo muchas llamadas entre ellos y Cheng durante la noche del crimen.

Nada de plata. En febrero de 2001 Michael Cheng fue condenado a 64 años de cárcel por el homicidio de los primos chinos y su guardaes

2

millones era la deuda que el chino tenía con el empresario

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FOTO ARCHIVO Hasta ese día el OIJ no había tratado un caso como ese.
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Geovanny Delgado, guardaespa­ldas de los primos chinos.
JOSÉ CORDERO O CORDER JOSÉ ARCHIVO. Los sicarios llegaron al casino y abrieron fuego. Cheng fue detenido dentro de su casa en San Blas de Moravia. del país, atención cautivó la . homicidio comunes El triple no eran como esos pues hechos Geovanny Delgado, guardaespa­ldas de los primos chinos.

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