La Teja

Y celebró, ¡carajo!

- Andrés Mora andres.mora@lateja.cr

Guillermo Valverde bate buen barro dentro y fuera de Tiquicia bien montado en un Toyota Land Cruiser modelo 1977.

El chuzo ya tiene quince años de ser conducido por Valverde, quien lo chinea a más no poder en su propio Taller IVAL, el cual se especializ­a en carrocería y pintura.

–¿Cómo consiguió ese carro?

Decidí comprar un auto y me puse a revisar CRAutos y fue ahí donde lo encontré. –¿Y por qué lo flechó esta nave?

Siempre me han gustado los Toyota, me gustó cuando lo vi y eso que busqué bastante. Algunos no me gustaban y otros no se ajustaban a mi presupuest­o, pero este me encantó y aunque no se ajustaba al presupuest­o conversé con el vendedor y lo logré. –¿En ese momento ya tenía en mente qué iba a hacer con el carro?

Desde que lo negocié siempre fue con la idea de mejorarlo o modificarl­o para el barro, así que realmente no anduvo mucho tiempo como lo compré, un año a lo mucho. Después de ahí comenzamos a hacerle los detalles. –¿Qué fue lo primero que le hizo?

Lo primero fue cambiarle las llantas por unas un poquito más altas, después comencé a andarlo más a menudo y a meterme un poco más con el carro en eventos relacionad­os a competenci­as de barro.

Hoy anda un motor de 6 cilindros de gasolina y una cilindrada de 4.500. Le quité el sistema de suspensión y le instalé un sistema Orling delantero y trasero, con compensado­res Coilovers. Ahora lo ando con un sistema de dirección asistida. –¿Y qué tal le ha ido?

Hasta el momento bastante bien, pero como todo proyecto, se requiere de tiempo y dinero para mejorarlo, aunque actualment­e participam­os en competenci­as a nivel profesiona­l. El domingo pasado andaba compitiend­o en Panamá y no puedo decir que me fue mal porque el carro se comportó muy bien, pero se nos desarmó una rueda delantera y todo se acabó. –¿Es muy costoso tenerlo así?

Sí, es bastante costoso, porque en esto de las modificaci­ones y de preparar un vehículo el precio de la mano de obra y los repuestos son bastante caros. Aunque todo es relativo y depende de lo que se le quiera hacer. –¿Cada cuánto compite?

Carreras a nivel competitiv­o no hay todas las semanas, a nivel competitiv­o puede ser una cada dos o tres meses, pero a nivel recreativo se hacen todas las semanas gracias a diferentes clubes o grupos. Uno no se puede apuntar a todos porque sería dejar el negocio botado y el carro no se puede maltratar mucho. –¿Entonces siempre lleva la nave al máximo?

En todos los eventos competitiv­os el carro se exige al máximo porque es la única forma de tratar de hacer algo bueno o traer algún premio, resultado o tiempo. –¿La competenci­a produce mucha adrenalina?

Uno tiene que sentir en las venas lo que siente el carro en la pista, por supuesto que hay adrenalina.

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TENORIO ALONSO Guillermo está encantado con el rendimient­o que le da su nave.
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