Seamos esperanza, regalemos vida
el tiempo de Adviento es para la iglesia un espacio de preparación de cara a la conmemoración del más grande acontecimiento que cambió la historia: el nacimiento de Jesucristo. esto no es una campaña comercial para vivir en diciembre, ya que es precisamente el hecho que cambia nuestros corazones para ser signos de esperanza, como la que Dios nos ofrece, y para que regalemos vida. los cristianos estamos llamados a reflejar el amor de Dios en tiempos en que se vuelve más difícil la profesión de nuestra fe y donde se nos ataca por defender consignas que son auténticos dones y derechos reconocidos por la misma humanidad que alguna vez creó la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Defender la familia, proteger la vida, ser garantes de la dignidad de la persona humana, parece, para algunos, que son ataques y ofensas, o que no tenemos ningún derecho para proclamarlos.
Cristo nos dejó la misión de anunciar su evangelio y todavía hay más, estamos llamados a la vida sobrenatural, a esa vida que solo se planifica en Dios. lo decía san Juan Pablo ii en su encíclica evangelium Vitae (numeral 2): “el hombre está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios. lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la vida humana incluso en su fase temporal”. es tiempo de que los cristianos y las personas de buena voluntad podamos celebrar la vida y luchar por ser testimonio de aquel que dio su vida para que nosotros tengamos vida. Que en este tiempo de Adviento podamos mostrar la diferencia de ser cristianos, de vivir nuestra fe católica de manera alegre, para llevar esperanza y vida a todos los rincones en los que nos encontremos.
Que este tiempo de preparación a la navidad nos ayude a transformar, poco a poco, aquellos espacios en los cuales Dios nos ha llamado a servir desde nuestra condición y con las capacidades que nos ha dado.
América Central tiene un nuevo beato.
Este sábado tuvo lugar la ceremonia de beatificación del Hermano Santiago o James Miller, mártir de la educación y quien pertenecía a la orden de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Fue beatificado en Huehuetenango, Guatemala.
El papa Francisco envió a presidir la ceremonia al cardenal panameño José Luis Lacunza.
Antes que Miller había sido beatificada sor María Romero, nacida en Granada (Nicaragua), pero cuya obra se desarrolló mayoritariamente en Costa Rica.
“El buen educador católico es como una semilla que tarde o temprano fructifica, pone las bases de una personalidad firme, de una fe valiente y decidida”, dijo el cardenal a Vatican News.
Hijo de granjeros. El sitio catholic.net destacó las principales cualidades del religioso.
Nació en una familia de granjeros cerca de Stevens Point, Wisconsin, Estados Unidos, el 21 de setiembre de 1944. Frecuentó una escuelita y después asistió a la escuela secundaria Pacelli, en Stevens Point, donde encontró a los hermanos por primera vez.
En setiembre de 1959 ingresó al noviciado menor de Missouri. Después de tres años fue admitido como postulante en el noviciado y en agosto de 1962 recibió el hábito de los hermanos y el nombre religioso de hermano Leo William. Más tarde volvería a utilizar su nombre de bautismo.
Estuvo dtres años en la escuela secundaria Cretin, en San Pablo, Minnesota, en donde, además de impartir clases de español, inglés y religión, atendía el mantenimiento de la escuela y entrenaba un equipo de fútbol de los alumnos.
En agosto de 1969 fue enviado a la escuela misionera en Bluefields, Nicaragua. Allí enseñó hasta su traslado a Puerto Cabezas, Nicaragua, en 1974, donde fue director.
Bajo su dirección la escuela pasó de 300 a 800 alumnos. Aceptó el encargo de dirigir y supervisar la construcción de 10 nuevas escuelas rurales. Los superiores religiosos le mandaron a salir de Nicaragua en julio de 1979, en la época de la revolución sandinista. Se temía que haber trabajado bajo el gobierno de Somoza pudiera ponerlo en riesgo.
Regresó a Estados Unidos y de nuevo enseñó en Cretin en 1979 y fue enviado luego a Guatemala, en enero de 1981. Enseñó en la escuela secundaria de Huehuetenango y también en el Centro Indio, en el que jóvenes indígenas mayas de las zonas rurales estudiaban y se formaban en agricultura.
En la tarde del 13 de febrero de 1982, recibió varios disparos hechos por hombres con la cara tapada y murió al instante. Los intentos de identificar a los asesinos no tuvieron éxito.
Después del oficio fúnebre en Guatemala y en San Pablo, Minnesota, fue enterrado en Wisconsin.